Que “quitaron las matemáticas” de los libros de texto, se lamentan los intelectuales coloniales.
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Aprendí a leer con el libro de español de lecturas de primer grado, de color amarillo, impreso a media carta, con pastas duras, todos lo conocemos como “el libro del perrito”, material que fue elaborado por el Programa Nacional para el Fortalecimiento de la Lectura y la Escritura en la Educación Básica, con la colaboración de la Dirección General de Materiales y Métodos Educativos, ambos de la Subsecretaría de Educación Básica.
En anteriores entregas, di cuenta de algunos breves hallazgos que había obtenido derivado de las visitas y diálogos que regularmente establezco con maestras y maestros de educación básica, particularmente, de educación primaria.
Realizar la planeación didáctica pone a prueba la capacidad y la experiencia traducido en compromiso y responsabilidad. Al amparo de la autonomía profesional se ha instalado un modelo acorde con los principios enarbolados. Desde esa perspectiva, resulta necesario brindar certezas que ayuden a responder el cuestionamiento
El verdadero rostro de los gobiernos panistas salió a relucir en días pasados pues, bajo la supuesta atención a la controversia constitucional que tiene el gobierno del estado de Chihuahua con los Libros de Texto Gratuitos emitidos por la Secretaría de Educación Pública (SEP) y ante los cuales presentó un amparo hace unas semanas, distribuyó en las escuelas una serie de cuadernillos para un diagnóstico inicial, para reforzar conceptos y para construir capacidades concretas.
Las controversias siguen presentes relacionadas con lo libros de texto. Más allá de las decisiones drásticas que se han tomado en algunos lugares como prohibirlos, detener su distribución, propagar que son comunistas o hasta quemarlos, son muestra de los juegos de poder que no tiene nada que ver con la defensa de la educación pública
Los libros de texto son recursos didácticos fundamentales en el desarrollo del aprendizaje de los estudiantes; la implementación de los libros de texto de la Nueva Escuela Mexicana ha generado expectativas y debates en torno a su estructura pedagógica, metodológica y didáctica; incluso en algunos casos el debate ha sido más político e ideológico.
Los libros de texto gratuitos han estado en boca de todos: se habla de errores, de adoctrinamiento, de transformación, de cambios culturales. Próximos a iniciar el ciclo escolar, profesores e investigadores en temas educativos se reunieron para discutir respecto a los retos, aciertos y cambios que se vivirán en las aulas.
Desde Claudio X. González, la Unión de Padres de Familia, Carlos Loret de Mola, hasta Eduardo Backhoff y Ricardo Anaya, han surgido múltiples críticas a los Libros de Texto Gratuitos (LTG). Sus argumentos suenan como estribillo en una supuesta defensa de la educación pública: “defendamos la educación mexicana de la imposición doctrinaria”, “están llenos de ideología”, “son acciones autoritarias”, “el futuro de niñas, niños y jóvenes en riesgo”, “se van a ir de espaldas con el dijistes” son algunos de los argumentos que este grupo de personas ha abanderado para impedir la distribución de los LTG.
Casi todos conocemos al escritor Jonathan Swift gracias a las diferentes versiones de su famosa historia “Los Viajes de Gulliver”. Sin embargo, quizá deberíamos hojear su historia “La Batalla de los Libros”. En ella, Swift nos cuenta que los libros de una biblioteca empiezan a pelear para ver quién debía estar en los estantes más altos. Por un lado, estaban los libros de cultura clásica y en el otro estaban las obras de los autores de poesía y ciencia moderna.
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