Está claro que en aquellos países que hoy en día han desarrollado culturas más avanzadas en lo económico, social y político, ha sido gracias a la educación, al papel prioritario …
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Según Byung-Chul Han, hoy en día, la sociedad se encuentra bajo un exceso de positividad que la está conduciendo hacia un estado de cansancio, se trata de una nueva forma de violencia neuronal, sistémica e inmanente al modo de producción capitalista que se refleja en el agotamiento, la fatiga o el estrés de los sujetos. Para el filósofo, la sociedad del siglo XXI ya no es disciplinaria sino de rendimiento, no hay sujetos de obediencia más que de utilidad y su afirmativo colectivo es “yes, we can”; la motivación remplaza la prohibición y el mandato, así como el “deber” pasa como “poder” (en el sentido de “capacidad” o “ser capaz”) para maximizar la productividad.
Desde esta perspectiva, el exceso de positividad ocurre en la educación a través de aforismos como “somos equipo”, “ejerce tu autonomía”, “más que errores, son áreas de oportunidad”, “tú decides qué y cómo aprender”, “puedes mejorar”, “sé creativo”, “críticas constructivas, no destructivas”, “depende de ti (asume responsabilidad)”, “vive al máximo, sin límites”. Aunado a ello, algunos pseudoexpertos de la educación sostienen que ya no se debe mandar, dirigir, inspeccionar, vigilar o supervisar de manera vertical y autoritaria (principios de la negatividad de una sociedad disciplinaria); más bien, se trata de dialogar, consensuar, fomentar, participar o construir colectivamente (positividad en las sociedades de rendimiento del siglo XXI).
Esta situación genera que maestras y maestros (incluso estudiantes) se conviertan en sujetos activos de rendimiento, que no necesitan demasiados mandatos, prohibiciones o de agentes de control (profesores, jefes o supervisores) para desempeñar su trabajo; ya que, de lo contrario, su desempeño y creatividad estarían limitados, abandonarían fácilmente la mejora continua, o bien, no lograrían adaptarse a una sociedad dinámica y vertiginosa. Con esto, podemos comprender por qué hoy se intenta posicionar a los directores como “líderes” y a los docentes como “acompañantes o mediadores”, pues se piensa que estas designaciones eliminan efectos negativos inherentes a sus funciones y que impiden, además, mejorar el rendimiento de los sujetos.
Cabe decir que, de acuerdo con Han, la positividad excesiva se presenta como emancipadora, busca eliminar la verticalidad y reducir líneas de autoridad o pautas de expresión y conductas autoritarias en favor de relaciones más horizontales, en la que los sujetos se aprecien como autores y creadores de sí mismos sin que se perciban obligados hacia el trabajo, más bien, como sujetos capaces de desempeñar eficientemente sus labores; sin embargo, esto trae como consecuencia cansancio, agotamiento, estrés y autoexplotación. En el contexto educativo, no es casualidad que la Secretaría de Educación Pública (SEP) reconozca que existen situaciones estresantes que enfrentan maestras y maestros y, por ello, promueva prácticas de salud mental y autocuidado.
En este contexto, el magisterio requiere emprender una reflexión crítica en torno a las formas en las que se presenta y desarrolla la sociedad del rendimiento del siglo XXI, comprender los fenómenos que ocurren en la educación para impulsar acciones alternativas frente a las adversidades. Solo entonces será posible reconocer cómo el exceso de positividad es una condición necesaria para las sociedades posmodernas, en las que reina el modo de producción capitalista, cuya pretensión primordial es garantizar la estabilidad económica de unos cuantos mediante la optimización del rendimiento de las mayorías; por ello, la motivación y sus efectos positivos son fundamentales en una sociedad del rendimiento.
Lo bueno, si breve, dos veces bueno. En tiempos de peroratas en que los expertos citan a cuanto libro han comprado —no leído— con el fin de dar evidencia enciclopédica a lo que dicen, sin advertir que los límites entre la seriedad libresca, la solemnidad pontificadora y el sopor frente a lo rimbombante son casi inexistentes, se agradece la profunda belleza de una verdad expresada en pocas palabras, y la variación inteligente de su lugar en las frases.
Para tener rumbo, es preciso saber dónde estamos. Esta administración, luego de un periodo dedicado a las modificaciones legales con el fin de lograr una nueva reforma educativa —pragmática, no programática—, y otro lapso a lidiar con un fenómeno totalmente inesperado como fue la pandemia
Así, el derecho a la práctica de criticar exige de quien lo asume el cumplimiento minucioso de ciertos deberes que, si no son observados, restan validez y eficacia a la crítica. Deberes en relación con el autor que criticamos y deberes en relación con los lectores de nuestro texto crítico. Y en el fondo también deberes con nosotros mismos.
Para tener rumbo, es preciso saber dónde estamos. Esta administración, luego de un periodo dedicado a las modificaciones legales con el fin de lograr una nueva reforma educativa —pragmática, no programática—, y otro lapso a lidiar con un fenómeno totalmente inesperado como fue la pandemia (a través de una estrategia de escolarización remota de emergencia con resultados pobres, sin duda, y muy desiguales también), intentó, al amainar le contingencia, dar continuidad inmediata a los procesos pedagógicos con el fin de regresar, cuanto antes, a la “normalidad”, sin realizar un balance serio de sus diversas consecuencias, ni llevar a cabo algún programa específico que subsanara, en lo posible, los severos daños ocurridos en el aprendizaje y la socialización que la experiencia escolar implican.
El primer debate presidencial coloca vagos elementos sobre las propuestas educativas de las candidatas punteras. Fuera de las fórmulas de marketing, apenas se dibujan los contrastes entre las dos perspectivas; se comprometen poco con la ciudadanía y casi nada con los maestros.
Pasar una jornada de clase con un grupo de niñas, niños o adolescentes solo puede ser entendida por aquellas personas que lo viven en carne propia, así, quienes permanecen ajenos a la labor educativa, en mucho desconocen cómo es que funciona la construcción del aprendizaje, ya que no se trata solamente de conocer un tema a profundidad, sino que se tienen que desarrollar acciones específicas y oportunas para generar el interés hacia dicha temática.
En el primer debate presidencial del proceso electoral de 2024, el tema educativo fue uno de los primeros abordados. Los cuestionamientos realizados a las y los candidatos abordaron temas específicos como el rezago educativo, la cobertura, la calidad, la infraestructura y la inversión en ciencia.
Comenzaba el mes de marzo y los periódicos digitales y redes sociales difundían una noticia que, prácticamente, llevaban al mismo título: Otorga Morena senaduría a líder del SNTE.
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