Fue un martes. Para más señas, 26 de abril del 2022. Habrá que recordar esta fecha por el impacto que causó la intervención del Dr. Marx Arriaga —Director de Materiales …
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Desde el año 2000, México participa en el Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés), organizado cada tres años por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). Como consecuencia de la pandemia de COVID-19, la prueba prevista para 2021 se realizó un año después.
Al momento de escribir estas líneas, tengo la enorme satisfacción de participar desde distintos frentes y desde hace más de 12 años en la transferencia de las Comunidades de Aprendizaje a México y confío que sus transformaciones y la contundente y esperanzadora ciencia que le sostiene, continuará impactando en una mejor educación y en más sueños de vida que se hacen realidad a partir de ella.
Sin equidad en la educación, no existe justicia social. No se trata de ideologías políticas. Se trata de desarrollar el capital humano, con el propósito de establecer una sociedad más sostenida que el mundo de hoy exige. La lucha por la justicia social desde la educación requiere un compromiso colectivo, con el fin de garantizar un acceso equitativo a todos los estudiantes.
Es interesante reflexionar sobre el movimiento estudiantil de 1968 y vincularlo con las posteriores luchas por la democracia, generadas por formaciones sociales más amplias no sólo desde las instituciones educativas sino a través diversos colectivos o grupos independientes, durante las últimas décadas en México.
Las cuentas de la 4T en educación despliegan números rojos con sus estadísticas. Así lo expuse en un artículo anterior (26.02.2024), que demuestra el estancamiento de la matrícula nacional, la crisis de la eficiencia del sistema (en porcentaje egresan de licenciatura los mismos que en los “periodos neoliberales”), las tribulaciones del abandono en bachillerato y la parálisis del financiamiento durante la transformación lopezobradorista.
En el marco del 3er Congreso Estatal de Escuelas Normales, organizado por la Dirección General de Educación Normal (DGEN) del Estado de México y la Subdirección de Escuelas Normales (SEN), el pasado 6 de marzo del año en curso se llevó a cabo, en la Escuela Normal Superior del Estado de México (ENSEM), ubicada en la capital mexiquense, el Panel: La formación docente en América Latina en clave descolonial; alternativas, desafíos y utopías, en el que participaron las doctoras Stella Cárdenas Agudelo y Laura García Tuñón, especialistas en el campo de la educación.
Este libro es una síntesis de las reflexiones realizadas durante los últimos 5 años sobre el cambio curricular y la descripción de la cultura escolar de la educación básica en México. Y es también el producto de múltiples ejercicios de análisis y observaciones sistemáticas efectuadas sobre estos dos campos de problematización.
En mayo de 2018, el eterno candidato a la presidencia de la República, Andrés Manuel López Obrador, aseguraba que habría justicia para los 43 estudiantes normalistas desaparecidos la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre de 2014 en Iguala, Gro. De hecho, con firmeza llegó a afirmar que, de ganar en las elecciones que en unos meses se efectuarían en el país, se integraría una comisión de la verdad, pues el “caso Iguala” sería ejemplo de “justicia” en su gobierno.
Si en la primera parte del sexenio la atención se centró en quitar los elementos de empalme entre la evaluación y lo laboral, sin tocar la estructura de la reforma educativa (sic) de Peña Nieto, es decir: la nueva reforma fue pragmática, no programática; y la segunda estuvo signada por la pandemia y la solución centralista de realizar en la educación básica, a lo la
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