Recibí esta semana, en la universidad, un ejemplar del Plan de Estudio para la Educación Preescolar, Primaria y Secundaria (Secretaría de Educación Pública, 2022), en su versión 2024. Es una …
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El sexenio de AMLO termina el próximo 30 de septiembre, por lo que esta será mi última columna durante su gestión. En este sentido, el informe de la OCDE Education at a Glance 2024 (Panorama Educativo) me cae como “anillo al dedo”, toda vez que se trata de una publicación actualizada con información que proporciona cada uno de los países participantes sobre su sistema educativo.
Aparte de cumplir con el plan de estudios oficial, ¿cultivan las escuelas de nuestro país el pensamiento creativo? Para responder a esta pregunta, el Programa para la Evaluación Internacional del Estudiante (PISA) publicó hace unos días el reporte intitulado “Mentes creativas, escuelas creativas”.
Muchas personas están familiarizadas con la idea de que nuestro cerebro está dividido en dos partes o hemisferios y que cada uno lleva a cabo diferentes procesos de pensamiento.
Un proyecto educativo que tenga como fundamento los ideales o principios de la izquierda, debe plantearse seriamente el rumbo que debe tomar el Sistema Educativo Nacional (SEN). Para eso, debe tomar en consideración diversos factores que van desde los propiamente legales (desde la constitución hasta las leyes y reglamentos menores), hasta las consideraciones institucionales de espacios, materiales, tiempos, tipos de contrato de la comunidad docente, entre otros.
Un proyecto educativo que tenga como fundamento los ideales o principios de la izquierda, debe plantearse seriamente el rumbo que debe tomar el Sistema Educativo Nacional (SEN). Para eso, debe tomar en consideración diversos factores que van desde los propiamente legales (desde la constitución hasta las leyes y reglamentos menores), hasta las consideraciones institucionales de espacios, materiales, tiempos, tipos de contrato de la comunidad docente, entre otros. Pero de igual manera, la reflexión sobre los fines últimos que orientan la educación, su puesta en práctica, y la reflexión profunda sobre los objetivos injerencistas de organismos empresariales internacionales como la OCDE y sus aliados nacionales del sector empresarial.
Desde su lanzamiento en el 2000, el Programa para una Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA) de la OCDE, ha sido objeto de discusión. Para algunos es un instrumento de indiscutible valor para identificar las fortalezas y debilidades de los sistemas nacionales de educación la básica, en lo que concierne al aprendizaje de matemáticas, literatura y de nociones científicas.
El pasado 26 de abril, el director de PISA, Andreas Schleicher, dirigió un oficio a la comisionada presidente de la Mejoredu, Silvia Valle Tépatl, para informarle que la futura participación de México en PISA-2025 estaba en riesgo, debido a que el país había suspendido los preparativos necesarios para su implementación. Schleicher le recuerda a Valle que en el estudio participarán cerca de 90 naciones, entre ellas: Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Panamá, Paraguay, Perú y Uruguay.
A raíz de los más recientes resultados de la prueba PISA, en su aplicación de 2022, muchos países entraron en una larga discusión sobre la caída de los puntajes, respecto de 2018, y la subida de estos en solo algunos de los países miembros de la OCDE.
Desde el año 2000, México participa en el Programa para la Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA, por sus siglas en inglés), organizado cada tres años por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). Como consecuencia de la pandemia de COVID-19, la prueba prevista para 2021 se realizó un año después.
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