En mi artículo anterior, argumentaba la necesidad de implementar una educación que fortalezca la democracia en nuestro país, y no una que la debilite, como parece ser el caso de …
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De acuerdo con Wikipedia, “…en sentido estricto, la democracia es un tipo de organización del Estado en el cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus representantes. En sentido amplio, … es una forma de convivencia social en la que los miembros son libres e iguales y las relaciones sociales se establecen conforme a mecanismos contractuales.”
El propósito del Libro sin recetas para las maestras y los maestros (publicado por la SEP) es “catequizar” a los maestros mexicanos en la ideología cuatroteísta (inspirada en el marxismo) lo que, en mi opinión, se opone a la idea de que este gobierno tiene una filosofía humanista. En esta columna me propongo ampliar mi argumentación, explicando qué se entiende por humanismo y cuáles son sus raíces históricas, y porqué la propuesta curricular de la SEP no coincide con esta corriente de pensamiento, en la que el individuo es el centro de atención y no la comunidad.
Como un elemento central del Plan curricular 2022, la Secretaría de Educación Pública (SEP) acaba de publicar el texto Un libro sin recetas: para la maestra y el maestro (Fase Tres), que tiene el propósito de brindar al docente “…una teoría que acompañe la revolución que realiza en sus aulas.” El libro ha llamado mucho la atención en los medios de comunicación debido a que, en su página 26, se le sugiere a los maestros que para tomar una conciencia crítica deben leer, entre otros autores, a: Marx, Lenin, Gramsci, Marcuse, Foucault, De Sousa Santos y Lukács. Todos ellos pensadores críticos del status quo de la sociedad, del capitalismo, de la burguesía y del poder; algunos con ideologías claramente comunistas o neo marxistas.
Recientemente, el Dr. Guillermo Sheridan denunció el plagio cometido por la ministra de la Suprema Corte de Justicia (SCJ), Yasmín Esquivel, en la elaboración de su tesis de licenciatura de la UNAM. Esta denuncia tiene las siguientes particularidades: 1) se plagia casi la totalidad de la tesis —el título, la estructura y ordenamiento del texto, el contenido mismo y la bibliografía—, 2) la directora de la tesis (Martha Rodríguez) presume haber dirigido más de 500 tesis a los largo de 30 años como profesora de la UNAM —lo que es humanamente imposible si se tratara de trabajos originales y auténticos— y 3) el presidente de la República ha defendido a la ministra aludiendo al siguiente pasaje bíblico: “quien esté libre de pecado, que arroje la primera piedra”. Las implicaciones del plagio pueden tener al menos dos consecuencias: el impedimento para aspirar a ser presidenta de la SCJ, y que se le retire el grado de licenciatura, situación que la obligaría a dejar la SCJ.
La pandemia del COVID-19 impactó en México a inicios de 2019 por lo que, para evitar la propagación del virus, a partir de marzo la Secretaría de Educación Pública (SEP) ordenó cerrar las escuelas, confinando a los escolares de todos los niveles educativos en sus casas; acción que se realizó en la mayoría de los países y que afectó a cerca de 1.2 mil millones de estudiantes (UNESCO, 2020).
Cuatro años han pasado desde que inició el gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y, día con día, avanza el desmantelamiento de la educación en el país. Su proyecto es terminar con todo lo realizado en el pasado y sustituirlo con nuevos programas que tengan el sello de la 4T. No importa que algunos proyectos de las administraciones anteriores hayan fortalecido al Sistema Educativo Nacional (SEN): la consigna del gobierno obradorista es borrar todo vestigio del pasado. Su excusa es que estos programas se elaboraron en el periodo Neoliberal y, en el fondo, TODOS eran corruptos.
La pandemia desordenó el mundo de la educación, cuyo mayor efecto fue el cierre de las escuelas. En esta situación, de forma acelerada e improvisada se cerraron las escuelas, se diseñaron programas educativos por radio y televisión, se acudió a la educación en línea, se capacitó a los docentes para dar clases en espacios virtuales y se elaboraron materiales digitales. Cada escuela y cada familia atendió su condición particular “como Dios les dio a entender”. Algunos países regresaron a clases presenciales rápidamente y otros no, como el caso de México. La afectación del cierre prolongado de escuelas tuvo al menos dos grandes consecuencias: abandono escolar y pérdida de aprendizaje, que se agudizaban conforme las escuelas seguían cerradas.
Descalificar a las evaluaciones estandarizadas, como pretende hacer el actual gobierno, es muestra de ignorancia, prejuicios y una gran carga ideológica.
Recientemente, The Wall Street Journal publicó el artículo Las escuelas intentan revertir las pérdidas de aprendizaje durante la pandemia (Scott Calvert), en el que se describen las experiencias de algunos estados norteamericanos por atender el problema del rezago educativo, ocasionado por el cierre de las escuelas. Por la importancia que reviste el contenido de este artículo, me propongo hacer una síntesis de algunas de estas iniciativas y contrastarlas con lo que México ha hecho al respecto.
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