La suerte está echada. Los conteos preliminares de las elecciones del 2 de junio de 2024 para la Presidencia de México arrojan que ganó, con una ventaja significativa respecto de …
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Como ocurre inexorablemente cada fin de sexenio, la educación superior mexicana enfrenta nuevamente un período de incertidumbres, desafíos y oportunidades. Los cambios experimentados durante el sexenio obradorista marcaron, para mal o para bien, las brechas, encrucijadas y rutas del futuro de la educación terciaria y, en especial, de las universidades y los centros públicos de investigación.
Desde la 2015, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) ha propuesto que la educación y el conocimiento deben ser considerados como “bienes comunes”. Es decir, que la creación, adquisición y uso del saber sean producto de un ejercicio social y colectivo, no de una determinada persona, sociedad o país.
La década de 1824 a 1834 corresponde a la Primera República Federal del país. El periodo inicia con la disolución del imperio de Iturbide y la proclamación de una Constitución Federal, y termina con el retorno de Antonio López de Santa Anna a la presidencia respaldado, en esa ocasión, por la fracción centralista. En esos años tuvieron lugar varios intentos por articular una política de fomento público a la educación y las actividades científicas y tecnológicas.
La pérdida de la inocencia de fines de la década setenta fue fructífera. La política y las políticas no eran unidireccionales, no se diseñaban de arriba hacia abajo ni sus cometidos eran mecánicamente llevados a cabo por los operadores y sus aparatos burocráticos.
La acreditación universitaria en el territorio peruano se encuentra en una situación inquietante que aún no avanza. La prueba de ello es que no superamos la media docena de universidades debidamente acreditadas, de un total de 93 licenciadas.
La educación superior conlleva beneficios para quienes estudian. Quienes egresan de este nivel educativo pueden acceder a empleos que ofrecen mejores condiciones y salarios, y también les permite tomar mejores decisiones en cuanto al cuidado personal, del medio ambiente y otros asuntos públicos que comparten con las comunidades en las que habitan.
Dada la diversidad de instituciones del subsistema de educación superior en el país, lo heterogéneo del tipo de instituciones, así como su historia, no es posible plantear retos universales. Lo aquí mencionado se refiere a la educación superior pública, universitaria y tecnológica, en el nivel de licenciatura del estado de Tabasco. Y están centrados en la función de docencia.
La evidencia de la eficacia de la educación superior a distancia ha demostrado que el aprendizaje logrado por los estudiantes de programas a distancia es igual o mejor que el logrado por quienes realizan sus estudios de manera presencial (García Aretio y Corbella, 2010).
¿Es conveniente y viable la creación de una Secretaría de Estado que articule las funciones de la educación superior con el sector de investigación, desarrollo tecnológico e innovación?
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