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Violencia generalizada y secuestro de la educación rural: desde la mirada de la formación docente inicial

by Pluma Invitada
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Mireya Rubio Moreno

Red Temática de Investigación de Educación Rural

El Observatorio del Derecho a la Educación y la Justicia (ODEJ) es una plataforma para el pronunciamiento público, impulsado por el Campo Estratégico en Modelos y Políticas Educativas del Sistema Universitario Jesuita (SUJ). Su propósito consiste en la construcción de un espacio de análisis informado y de posicionamiento crítico de las políticas y las reformas educativas en México y América Latina, arraigado en la realidad social acerca de las injusticias del sistema educativo, y recupera temas coyunturales y estructurales en relación con la agenda educativa vigente

Al llegar a la Escuela Normal de Sinaloa como formadora de docentes en 1996, trabajé los cursos del área psicopedagógica, pero poco a poco fui llegando a las materias de práctica docente, en un primer momento, para vincular las materias de psicología evolutiva, psicología social, etc., con el trabajo que realizaban los estudiantes normalistas en las escuelas primarias, y después, para aprender todo lo que compete a la práctica de un profesor.

No fue raro escuchar expresiones de los maestros más experimentados ante mi deseo de aprender: “No te preocupes, echando a perder vas a aprender”, “La experiencia te va a llevar a saber qué hacer”; por fortuna, hubo profesores en posturas totalmente opuestas: “Ven para que veas cómo se revisa la planeación”, “Vamos a supervisar las escuelas”, “Anímate a ser coordinadora de academia para que aprendas, nosotros te vamos a apoyar”, etc. Quienes eran maestros, o lo fueron en educación primaria, se mostraban más dispuestos a compartir, guiar, etc. Así, pronto me vi seducida por el trabajo de visitar y supervisar a los estudiantes normalistas en las escuelas primarias. De 1997 a 2000, ir a contextos diversos, no sólo urbanos, semiurbanos, sino también a marginados rurales, y de la sierra, despertó en mí una gran pasión por conocer de cerca lo que hacen las escuelas y los docentes. Esta intensa experiencia ocurrió cuando trabajé en tercer grado de la licenciatura en educación primaria de nuestra escuela.

Las escuelas de las comunidades de los municipios de Culiacán, Navolato y Badiraguato eran consideradas como espacios de práctica esenciales. Aunque la violencia y la inseguridad no era algo ajeno en aquellos momentos, aún se podía, con cierta seguridad, transitar por sus territorios en búsqueda de experiencias educativas para los futuros profesores. Todavía de 2001 a 2011 estos municipios eran vistos como espacios viables de práctica. Sin embargo, a finales de 2011 todo cambió. Los alumnos normalistas tenían cancelada su práctica en escuelas indígenas de comunidades rurales del norte del estado. ¿Qué pasó para tomar esa decisión? Según el Centro de Estudios Internacionales del Colegio de México (2011) la violencia y la inseguridad se incrementó. Ese año, Sinaloa fue considerado uno de los tres estados con mayor cantidad de ejecuciones, 49.1 por cada 100 000 habitantes, y Culiacán destacó como el cuarto municipio más violento del país. Los problemas internos de los carteles del narcotráfico y la guerra contra los Zetas generaron un ambiente de inseguridad y violencia elevada. De ahí en adelante poca o nula fue la práctica docente de nuestros estudiantes en territorios rurales. Su carencia formativa para la ruralidad y el trabajo multigrado era más que evidente, y éste es un reclamo fuerte, a la fecha, a nuestra institución y docentes formadores.

Uno de los acontecimientos de mayor impacto de violencia en los últimos años que afectó a todo Sinaloa y a Culiacán –su ciudad capital– en particular, fue lo que se denominó con las expresiones: “Culiacanazo” y “Jueves negro”, el jueves 17 de octubre de 2019, cuando la captura de hijo de El Chapo Guzmán generó un enfrentamiento y medición de fuerza entre el Estado y la delincuencia organizada, en pleno medio día a la salida de muchos niños, adolescentes y jóvenes de sus escuelas. Esto provocó pánico en la población en general. La ciudad se paralizó por dos días, la indicación fue: “Nadie salga de casa”. En consecuencia, escuelas de todos los niveles educativos suspendieron sus clases al día siguiente. A inicios de la siguiente semana se restituyeron, aún con temor, las actividades en todos los rubros. Se habían medido fuerzas y el crimen organizado resultó el ganador con la liberación del capo capturado. Algo relevante fue observar a partir de múltiples videos subidos a redes sociales, y del testimonio personas que viven a la salida norte de la ciudad, que caravanas de camionetas con personas fuertemente armadas bajaban de las zonas de la sierra para enfrentar a militares y policías. Lo más lamentable fue que muchos eran adolescentes y jóvenes que habían dejado la escuela para formar parte de la delincuencia organizada, ya que continuar con su educación no fue una opción viable. El corrido del Culiacanazo no se hizo esperar, y generó en muchos niños y jóvenes admiración por personajes y prácticas de actividades ilícitas. 

Precisamente, previo a ese acontecimiento, trabajaba con mis alumnos normalistas un boletín de prensa titulado: “Save the children llevó a cabo su primera movilización nacional en México” (Pérez, 2019), donde se resaltaba, entre otras cosas, el problema de la violencia generalizada en el mundo y, en nuestro país, las movilizaciones en varios estados. Esta organización exigía al gobierno la protección a niñas, niños y adolescentes en situaciones de conflicto armado para que fueran atendidos, a nivel nacional, con seriedad y sensibilidad. Además, en este boletín se daban datos de que 30 mil menores de edad participaban en el crimen organizado. 

Al observar que mis alumnos tomaron estos datos tan alarmantes sin mucha preocupación e indignación, intenté que en equipos realizaran un análisis de los problemas que vivimos en México y en el estado de Sinaloa, así como aquellos que los niños enfrentan, y por supuesto los de la educación. Antes de poner el resultado de su análisis en formato de audio como se los pedí, y de escribir sus primeros borradores, los jóvenes hacían descripciones carentes de conocimiento sobre los temas, ante lo cual les indiqué: “Me parece muy bien que señalen las características y destaquen todo lo bueno, pero tienen que ver también los problemas”, y les daba ejemplos que los pudieran sorprender y llevar a reflexionar un poco. Aunado a ello, revisamos algunos de los rasgos del perfil de ingreso de su licenciatura, el cual se debió valorar al inicio de su trayecto formativo, destacando entre éstos el de “Preocupación ante los problemas sociales y educativos de su entidad, de México y del mundo”, así como el de “Interés por participar con una conciencia ética y ciudadana en la vida de su comunidad, región, entidad, México y el mundo” (Diario Oficial de la Federación, 2018).  No obstante lo anterior, éstas no eran actitudes y capacidades que tuvieran, y en verdad que se les notaba. Con todo y la gravedad derivada de este reconocimiento, mis estudiantes seguían mostrando apatía por la actividad, ante lo cual yo buscaba desesperadamente provocar en ellos curiosidad, preocupación, indignación y necesidad de proponer alternativas.

Posteriormente, cuando ocurrió el suceso señalado anteriormente, muchos de mis alumnos me dijeron que si era adivina o qué, pues muchas de las cosas comentadas en clase se habían puesto de manifiesto en esos días que habíamos quedado secuestrados en nuestras casas, en nuestra propia ciudad. Disfruté que, de ese momento en adelante, su nivel de concientización y compromiso social fuera en aumento, de tal forma que un año más tarde pudiera hacer posible enviar a tres equipos de normalistas en su séptimo y octavo semestres a comunidades rurales, no sin que antes mostraran algo de resistencia e inquietud por realizar durante un año sus prácticas profesionales fuera de la ciudad.

Lo anterior renovaba mis esperanzas de que las escuelas en comunidades rurales fueran consideradas como espacios viables de práctica profesional para los futuros profesores en educación primaria, aunado a que en la reforma de educación normal plan 2022, se señala favorecer en el perfil de egreso la siguiente capacidad: “Planea su trabajo docente para distintos escenarios de aprendizaje (presencial, virtual e híbrido) desde un enfoque intercultural e inclusivo, dirigido a grupos de escuelas de organización completa o multigrado, en contextos urbanos, semiurbanos, rurales” (Diario Oficial de la Federación, 2022, p. 13). Con esto establecido de manera formal, pensaba que no habría opción para la institución y sus docentes, deberán enviar a los alumnos normalistas a escuelas situadas en territorios rurales. En mi mente empezó a surgir un sinfín de opciones de práctica docente en estos contextos.

Por otra parte, en el escenario del estado había, desde el Culiacanzo 2019, una aparente tranquilidad, hasta que, en enero de 2023, precisamente otro día jueves, ocurre el Culiacanazo 2.0, en esta ocasión en la comunidad de Jesús María, a la salida norte de la ciudad. El enfrentamiento armado fue por la madrugada, ahora sí se realiza la captura de Ovidio Guzmán, alias “El Ratón”, se bloquean todas las salidas de la ciudad. Hubo robo y quema de autos, autobuses, trailers. Otra vez la ciudad secuestrada.  Pero en esta ocasión se pone de manifiesto la historia de terror que la comunidad de Jesús María y todas las que están alrededor viven. La población en general se ve afectada. Quedan en un fuego cruzado. Algunas personas de la ciudad comentan con gran insensibilidad: “¡Qué bueno que ahora sólo fue en un lugar lejos de aquí!”. ¿Acaso no se piensa en las personas que han vivido un infierno durante horas, días y semanas?, pues la vigilancia de los militares duró por mucho tiempo y la guardia nacional aún se observaba en la carretera que entra hacia esa comunidad. También se escuchaban expresiones de: “¿Quién les manda tener esos vecinos?”, “Se deberían ir a vivir a otro lado”, pero ¿qué responsabilidad realmente tienen los habitantes de comunidades rurales de estos hechos?, ¿qué pasa con la educación de los niños?, ¿qué protección tienen los profesores para ejercer su trabajo en estas comunidades y circunstancias?, ¿cómo evitar que muchos docentes recién egresados rechacen asignación de plazas temporales en estos lugares?, ¿cómo hacer posible la incorporación de profesores en formación inicial en estos contextos? Son preguntas que vale la pena responder desde la educación normal, pero también desde todo el sistema educativo, y más aún de las autoridades en todos los niveles.

Referencias 

Centro de Estudios Internacionales del Colegio de México (2011). 2011: La dispersión de la violencia. https://cei.colmex.mx/archivos/198/2011-_la_dispersi%C3%B3n_de_la_violencia.pd

Diario Oficial de la Federación (2018). Plan de Estudios de la Licenciatura en Educación Primaria. México: SEP.

Diario Oficial de la Federación (2022). Anexo 5 Plan de Estudios de la Licenciatura en Educación Primaria. México: SEP.

Pérez, R. (2019). Realiza Save The Children movilización en defensa de la niñez. Vértigo Político. https://www.vertigopolitico.com/politica/ife/realiza-save-the-children-movilizacion-en-defensa-de-la-ninez

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