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¿Y quién paga los platos rotos? “No podría contestar eso”

by Axel Meléndez
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Axel Meléndez

Paulo Freire, pedagogo latinoamericano, afirmaba que “la cabeza piensa donde los pies pisan”. Si nuestros pies pisan desde la burocracia y desde el desconocimiento, lo más seguro es que nuestra cabeza piense acciones desde ahí. Pero si nuestros pies pisan viviendo las desigualdades, en acompañamiento y diálogo con las personas que han sido históricamente excluidos, nuestras acciones se pensaran desde otras latitudes. 

Traigo a colación esto porque   el pasado 05 de septiembre, la nueva titular de la Secretaría de Educación Pública, Leticia Ramírez, fue entrevistada por Danielle Dithurbide y, a pregunta explícita de la entrevistadora sobre la aplicación de la política educativa en educación básica, la titular de la SEP respondió tímidamente “no podría contestar eso”. Más allá del contenido de la entrevista, y la humildad de la respuesta de Leticia, se siguen fortaleciendo las interrogantes que se han hecho desde hace varios meses alrededor de la Nueva Escuela Mexicana. Al mismo tiempo, si la titular de la SEP no puede contestar, la interrogante se extiende a ¿quién sí puede contestar? ¿quién sí está pisando desde las prácticas y didácticas de la enseñanza y aprendizaje? ¿quiénes son los que están compartiendo el mismo aire dentro del salón de clases?

La respuesta es sencilla: son las y los profesores, así como las comunidades estudiantiles, sin importar que brillen por su ausencia en el debate, no porque no tengan voluntad de acudir a éste, sino porque no han sido convocadas al diálogo oficial. Así, con la ausencia de estos actores, que son quienes pueden contestar el cómo se puede “ejecutar” la propuesta, se hace explícito que la Nueva Escuela Mexicana parece venir de arriba hacia abajo, aunque se quiera decir lo contrario. Es una propuesta que se construye con asambleas y eventos a modo, con directivos y personal de confianza, en donde a las y los maestros democráticos se les convoca de última hora el día del evento, tal y como lo ha documentado el análisis riguroso de Luis Hernández Navarro y Erick Juárez. Todo esto, sin obviar que es una propuesta que se realiza en medio de tensiones y una correlación de fuerzas particular a lo interno de la SEP que es poco clara. Esto no quita importancia que, a diferencia de otras propuestas de reformas educativas o la implementación de cambios educativos en sexenios pasados, lo que hoy acontece se haga en un ambiente de debate público y en lo público. 

Asimismo, una interrogante fundamental que está en el ambiente de este debate es el “cómo”, pregunta que no pudo contestar Leticia Ramírez y que es fundamental para responder el “para qué” y el “por qué” de la Nueva Escuela Mexicana. Y esto último, aunque se ha hecho explícito en muchas participaciones de Marx Arriaga, director general de Materiales Educativos de la SEP, dichos discursos no dan claridad de la ruta concreta, aunque se afirme que el pilotaje comenzará en varias escuelas de nuestro país. El cómo, en pocas palabras, sigue sin responderse, incluso debemos partir de un escenario donde ni siquiera es fácil enunciarlo y homogeneizarlo. 

El “por qué”, de ese “cómo” que sigue sin responderse, se sostiene con argumentaciones que critican la lógica patriarcal, colonial y neoliberal, sin explicar cómo operan en lo concreto esos sistemas de dominación en la educación, como tampoco explicita las resistencias que han existido hasta el momento. Es decir, ante la dominación patriarcal, colonial y neoliberal que impacta al ámbito educativo, también han existido procesos de movilización y resistencia, por lo que no dar cuenta de ello y pensar que somos valdes vacíos que se llenan cada que existe una iniciativa educativa es, por decir lo menos, tener poco entendimiento de la educación. Y con esta afirmación no es negar que existen estos sistemas de dominación que impactan al sistema educativo, pues quienes estamos involucrados en la educación, sea como docentes o estudiantes, lo hemos vivido en carne propia, sin embargo, lo que brilla por su ausencia, es la lectura de cómo se materializan y se expresan estos sistemas de dominación desde la visión de la Secretaría de Educación Pública, haciendo parecer que todo lo que aconteció (y acontece) no tiene grietas en las resistencias de docentes y estudiantes. Es necesario que la SEP haga explicito el cómo, para saber desde dónde están pensando. Es decir, las autoridades educativas deben de compartir, con mayor detalle, en donde están pisando para saber qué están pensando, ya que, como se citaba al principio, “la cabeza piensa donde los pies pisan”. 

Por otro lado, la explicación del cómo luchar contra las desigualdades y el sistema de opresión dentro del sistema educativo es fundamental, permite saber con detenimiento qué es lo que se piensa hacer. Pero el cómo, ya sea que se haga explícito o se omita, obliga a preguntarse: ¿se hará de arriba hacia abajo o se hará de abajo hacia arriba?, ya que la respuesta a estas preguntas plantea rutas y tensiones particulares según sea el caso. Al hacerse desde arriba hacía abajo, las y los docentes, así como las comunidades estudiantiles, se convierten en espectadores y ejecutores de los cambios, pero, si se coloca en el centro a las y los docentes, así como a las comunidades estudiantiles, es decir, de abajo hacia arriba, pasan de ser espectadores a sujetos activos de las transformaciones, pues son ellas y ellos quienes, entre otras cosas, viven en carne propia las múltiples desigualdades. Pero no hay que obviar que ese cómo es heterogéneo pues no existe una sola y única práctica docente, cada profesor y profesora tiene su particular manejo didáctico del contenido a enseñar. De nuevo, “la cabeza piensa donde los pies pisan”. 

Si las propuestas se impulsan de arriba a abajo, si solo se les considera como espectadores, ¿quiénes serán los que paguen los platos rotos? ¿las autoridades? ¿las y los docentes? ¿las y los estudiantes? ¿la sociedad? Son preguntas que lo más seguro no tengan respuesta en el corto plazo, aunque pueden servir para guiar rutas que problematicen lo que acontece actualmente. Y no es para menos estas preocupaciones, pues la educación es un espacio en permanente tensión y disputa ¿por qué? porque es desde ahí en donde se construyen saberes, pensares, formas de relacionarse con la sociedad, así como formas de entender el mundo. La educación, en pocas palabras y como afirma Adriana Puiggrós, “es la plataforma de la patria”, pero esa “patria” ¿la queremos construir desde arriba o la queremos construir escuchando a las y los docentes, a las comunidades estudiantiles y al pueblo en general desde abajo? ¿Queremos luchar contra el patriarcado, el capitalismo y el colonialismo siendo ejecutores o protagonistas? ¿queremos “contestar a eso” y al cómo de la Nueva Escuela Mexicana o queremos pagar los platos rotos en el futuro?

Por todo esto cobra relevancia el debate que se está generando alrededor de la Nueva Escuela Mexicana, pero tomaría mayor relevancia e impacto si ese cómo se construye desde las comunidades estudiantiles y desde las y los docentes.  

Twitter: @axelmelendezm91

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