El cambio climático, provocado por el excesivo consumo de carbono por parte de los países más industrializados, pone en peligro la existencia de la humanidad. Con el propósito de prevenir …
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Algo compungido y pesimista, escribo este artículo, a pesar de mi fe en la humanidad. Es común que las instituciones educativas eduquen al ser humano, sin embargo, la educación más poderosa proviene de los malos funcionarios y políticos de cualquier país.
Escribir sobre un tema amenazador, como la corrupción que encarna un obstáculo contra el progreso del país, es un desafío pedagógico. Este fenómeno histórico está muy arraigado en el Perú que golpea a las instituciones y ha estropeado nuestras aspiraciones.
Con el emprendedor eslogan, “Volver a creer, volver a crecer”, en el atardecer de Urubamba, Cusco, este 16 de noviembre, culminó la 61 Edición de La Conferencia Anual de Ejecutivos, conocido como CADE Ejecutivos. Sin lugar a dudas, es uno de los más relevantes encuentros del empresariado peruano, con la presencia de líderes políticos y académicos a nivel nacional e internacional.
Cada vez estamos más convencidos de que la educación debe enseñarnos a ayudar a los demás. De esta manera, creo que nuestra vida tendría más sentido, como lo asumió en su momento el famoso caballero de los mares, Miguel Grau Seminario, al ofrendar su vida por nosotros, un 8 de octubre de 1879, en una absurda guerra que iniciaron los líderes de dos países hermanos, Chile y Perú.
Comprometido a ampliar la perspectiva pedagógica de mis colegas, más allá de encasillarlos con recetas de enseñanza, creo que la tarea del docente consiste en ayudar a pensar a los estudiantes para que tomen decisiones adecuadas. Los maestros son arquitectos que educan la mente y el corazón de los individuos para que cometan menos errores en la vida.
¿Quién no se ha sentido culpable después de haber hablado mal de los demás? Probablemente, muchos. En un mundo enfocado en las imágenes y en el culto a uno mismo, a menudo olvidamos el poder de nuestras palabras. Las palabras tienen la capacidad de elevar o aniquilar el espíritu de las personas y en las escuelas, es posible enseñar a los estudiantes a usar sus palabras de manera constructiva, con el fin de erigir una relación armoniosa y sostenible.
En el ecosistema de la educación, las escuelas son instituciones educativas en el que los estudiantes cultivan habilidades y amistades para desenrollarse como personas. No obstante, en este ambiente aparentemente idílico, crece un acoso escolar que, en nuestro país, según SíseVE del Ministerio de Educación, (MINEDU), en lo que va del año, superan los tres mil casos reportados y se sospecha que los no reportados baten esta cifra.
De acuerdo con numerosos expertos, estoy convencido de que la educación desempeña un papel fundamental en la batalla contra el cambio climático. Más allá de las discusiones teóricas, esta cultura ambientalista implica actuar en colectivos para salvaguardar el planeta.
Como profesor, desde mi vereda pedagógica, observo una espantosa incapacidad de dialogar para resolver los problemas del Perú, lo que ha contribuido a profundizar las brechas sociales y perpetuar los conflictos.
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