El proceso educativo de México y del mundo, no debe ser sujeto y rehén de posturas políticas ni de ideologías, sobre todo cuando se trata de la formación de los niños y de los jóvenes, formación por demás vulnerable ante el embate de las múltiples influencias negativas que hoy saturan las redes sociales de muy fácil acceso, como los “influencers”, la desinformación, la distorsión y demás lacras que hoy inundan la mentalidad, sobre todo, de los jóvenes y de muchos adultos. De ahí que es necesario retomar el valor de la educación como pilar del progreso, de la cultura y del crecimiento de un país.
En México debemos asumir nuestra realidad como un reto ante la falta de congruencia, de legitimidad, de capacidad, de interés y de recursos que hoy padece la educación y ante la imposición de un adoctrinamiento por demás nocivo hacia los estudiantes que, día con día, pierden su individualidad, su interés por el conocimiento y que cada día razonan menos, leen menos, guiados por el facilismo, el relativismo y la ignorancia.
Si bien, vivimos en un mundo globalizado, ello no significa dejar de lado los importantes valores del mundo hispano que nos han dado identidad, pertenencia y trascendencia dentro de la cultura y la historia universales.
La sociedad contemporánea requiere de gente preparada, informada y objetiva, es decir, pensante y que sea capaz de afrontar los retos presentes y futuros y en todos los ámbitos del desarrollo humano.
Sea como fuere, la educación debe de estar centrada en ejes de primordial importancia que a corto, mediano y largo plazo darán como resultado seres independientes, productivos y plenos para sí, para sus familias y para el país, de ahí que mucho se ha insistido en el fomento a la lectura y la enseñanza de la filosofía como rutas seguras hacia el conocimiento, esto, por supuesto, aunado al estudio de la historia, las matemáticas, las ciencias naturales y otras relacionadas y transversales, entre las que se encuentra el rescate y la conservación de la lengua y del lenguaje que, sin duda, han de llevar al estudiante, y desde temprana edad, al razonamiento por medio de la construcción del conocimiento y a expresarse de manera correcta y no distorsionada, entre otras ventajas.
Otro aspecto que deberíamos considerar, sería la enseñanza de las leyes y normatividades que rigen en cada país o región, esto con la finalidad de asegurar la certeza jurídica, dejando a un lado el relativismo y la anomia que tanto han dañado la mentalidad de los ciudadanos en general y que nos han llevado hacia la impunidad, el abuso, la corrupción y la extorsión, tanto por parte de las autoridades, como de los grupos criminales.
Ante esto, han surgido voces y grupos que pugnan por conservar y difundir los valores que, como tales, deben tener la característica de ser universales, llevados y surgidos a y de los contextos de cada grupo social y de cada comunidad en particular.
Entre estos grupos se encuentra el Parlamento Global Hispano (PGH, https://parlamentoglobalhispano.com), una organización surgida en España, formada por artistas, intelectuales, escritores, profesionistas, científicos, juristas, profesores y ciudadanos comprometidos y preocupados por la permanencia de la cultura hispánica, y que busca unir a los más de 600 millones de hispanohablantes de todo el mundo para rescatar y mantener los valores que han distinguido a lo largo de la historia a todos los países de habla hispana.
Entre las propuestas del PGH, se encuentran el dar un enfoque humanista a la educación, el enfrentamiento a las crisis recurrentes del mundo global hispano, dejando fuera todo tipo de ideologías políticas, como el capitalismo o el socialismo, …la búsqueda de un renacimiento de la hispanidad, el combate a la pobreza, la injusticia, la desigualdad, la corrupción el narcotráfico y la violencia[i], aprovechamiento de las redes sociales y plataformas, como herramientas de comunicación entre todos los habitantes del mundo hispano, el fortalecimiento del español como lengua oficial de toda Iberoamérica y la creación de una comunidad global hispana, unida por una historia que nos hermane, por una lengua que nos una y por una cultura que nos rescate.
Cualquier ciudadano cuyo ascendente sea la cultura española, sin importar en qué país radique, cualquier país de habla hispana, incluyendo Filipinas y Guinea Ecuatorial, por mencionar otros continentes además de Europa y América, puede ser partícipe del PGH, ya sea como simpatizante, votante, corresponsal o representante de su país ante el Parlamento y hacer propuestas, además de participar en foros, opiniones, o visualizar y conocer los trabajos y las aportaciones de los integrantes del parlamento al cual se puede incorporar y ser parte de este proyecto que inició en el año de 2022.
Cada país tendrá cinco representantes quienes se han postulado o se pueden postular como candidatos, además de hacer propuestas que vayan con la filosofía y los objetivos del PGH. Estos (los candidatos), serán votados con base en sus propuestas y su perfil, el cual, consiste, en un principio, el ser hispano y mayor de edad, de tal manera, al ser una organización abierta, admite pluralidad de ideas y países, siempre y cuando sean acordes con los valores mencionados.
El PGH es una organización no lucrativa y sus integrantes no reciben percepción económica alguna; se trata de salvaguardar, fomentar y promocionar los valores globales de la hispanidad, cuya trascendencia data de siglos atrás y significan una base muy sólida para la proyección global y para la cultura, por lo que representa una oportunidad y un foro ideal para promover directrices educacionales de cara a un presente y a un futuro nada esperanzadores, mientras las cosas sigan como están.
Dentro de este contexto, es de capital importancia la labor de los docentes y de las escuelas como transmisores ideales, no nada más del conocimiento, sino como formadores de quienes dirigirán el mundo en un futuro que ya está a la vuelta de la esquina, y como responsables de la sustentabilidad de una cultura común y centenaria y que, dentro de las diferencias, nos debe unir cada vez más, empezando por nuestra lengua y nuestra literatura y, después, por todo lo que sí nos identifica como hispanos.
[i] Antonio Vereda del Abril, “Manifiesto hispano, renacimiento de la hispanidad”