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El papel de la educación superior en los planes nacionales de desarrollo: nuevo informe de UNESCO IESALC

by Redacción Revista Aula
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  • Menos del 40% de los 66 planes nacionales de desarrollo (PND) analizados dedican un apartado a la educación superior (ES).  
  • Sólo uno de cada cuatro PND establece compromisos presupuestarios específicos para el sector. Esto revela una brecha significativa entre la importancia reconocida de la ES y las estrategias e inversiones concretas necesarias para aprovechar todo su potencial.  
  • Apenas más de la mitad de los PND incluían más de un indicador para medir el éxito de la política de ES.  
  • Tan sólo una cuarta parte de los documentos contemplaron una gama de indicadores que hacen seguimiento de los insumos, procesos, productos y resultados/impactos a largo plazo. Sin estos indicadores, resulta difícil para los gobiernos hacer un seguimiento de los avances, evaluar la eficacia o exigir responsabilidades a las instituciones.  

¿Se considera la educación superior una fuerza impulsora del crecimiento económico, el desarrollo del mercado laboral o la sostenibilidad medioambiental? ¿Están estableciendo los países objetivos mensurables y dedicando recursos para garantizar su éxito? Estas son algunas de las preguntas críticas que se abordan en el último informe de UNESCO IESALC, Incluyendo la educación superior en los planes nacionales de desarrollo (2024), que analiza cómo 66 países en desarrollo de todo el mundo incluyen la educación superior en sus PND.  

La educación superior se considera a menudo un catalizador de la innovación, la movilidad social y la prosperidad económica. En los países en desarrollo, el impacto potencial es aún mayor, ya que las instituciones de ES nutren el capital humano necesario para impulsar la productividad, el espíritu empresarial y la adopción tecnológica. Sin embargo, aunque la educación superior puede generar beneficios impresionantes, tanto para los individuos como para la sociedad, este potencial no siempre se refleja en la planificación nacional.  

Medir el éxito: Un marco para la política de educación superior  

Para lograr avances significativos, el informe recomienda que los responsables políticos apliquen un conjunto de indicadores de educación superior en cuatro áreas clave, cada una con un valor de partida y un valor objetivo:  

  • Indicadores de insumos miden recursos como el número de estudiantes, las cualificaciones del profesorado o los presupuestos.  
  • Indicadores de procesos evalúan la cómo opera la educación superior, incluyendo su calidad, tasas de permanencia de los estudiantes y equidad en el acceso.  
  • Indicadores de resultado (producto o output) miden los resultados inmediatos, como las tasas de graduación o las publicaciones científicas.  
  • Indicadores de impacto se centran en la repercusión social y miden factores como el empleo de los titulados, la contribución a la innovación o la creación de empleo.  

Al incorporar indicadores en todas estas áreas, los países pueden crear un marco más completo para supervisar y mejorar el rendimiento de sus sistemas de educación superior.  

El informe también destaca la importancia de establecer objetivos mensurables y de alinear las estrategias de ES con objetivos de desarrollo más amplios. Asimismo, ofrece ejemplos de países que han integrado con éxito la educación superior en sus planes de desarrollo, proporcionando valiosas lecciones para otros que deseen hacer lo mismo.  

¿Qué priorizan los países? Los principales temas tratados por las políticas de educación superior

Entre los 36 temas a los que más frecuentemente se hace referencia en los PND, la necesidad de promover habilidades demandadas ocupa un lugar central, mencionada en tres cuartas partes de los planes. El siguiente objetivo más común, citado por siete de cada diez, es aumentar el número de titulados en industrias estratégicas para el desarrollo nacional. La mejora de la calidad de la educación superior es otra prioridad para dos tercios de los planes examinados.  

A pesar de estas prioridades, en la mayoría de los casos, la mención de estos temas no viene acompañada de indicadores y objetivos específicos, lo que dificulta su seguimiento por los actores interesados y por lo tanto su capacidad de defender mejoras. Estas carencias limitan la transparencia y debilitan la rendición de cuentas de instituciones y gobiernos en sus objetivos de educación superior.  

Para más detalles, consulte el informe completo, que ofrece recomendaciones, ilustrados con buenas prácticas de todo el mundo.

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