¿Es la universidad de su elección capaz de formar integralmente a las personas o sólo optó por ella por el “prestigio” y la tradición? ¿O no tuvo la oportunidad de …
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A pesar de los grandes cambios anunciados para el Sistema Educativo Nacional, algunas comunidades escolares siguen sin experimentar un cambio educativo real. Aun cuando varias académicas y académicos reconocemos el valor de la evaluación a gran escala, los gobiernos y el ciudadano poseen dudas sobre su utilidad. Pese a que una “nueva” narrativa reviste las políticas educativas de México, éstas carecen de significado. Para algunos analistas e investigadores, incluso, hay una especie de “imposibilidad” para dirigir procesos de verdadera innovación educativa.
Esta es la panorámica general de un país que declaró como gratuita y obligatoria la educación superior y cuyos gobiernos Federal y estatales y no pocas universidades, ofrecen diferentes tipos de becas. En el futuro, como ha sostenido esta columna, habrá que revisar la noción de la equidad en la educación superior y actuar de manera mucho más imaginativa. “Repartir dinero “viste” y no requiere mucha imaginación, mientras que promover el aprendizaje y el desenvolvimiento humano de los y las jóvenes más pobres requiere conocimiento, liderazgo y organización” (El Universal Querétaro; 21/02/22).
Como a varios colegas, la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) tuvo la gentileza de mandarme una serie de documentos que ha publicado recientemente. Hubo uno que captó mi atención de manera inmediata: “La violencia entre estudiantes de educación básica y media superior. Aportaciones sobre su frecuencia y variables asociadas a partir de estudios de gran escala” (2021).
El 29 y 30 de septiembre, la Dirección General de Educación Normal del Gobierno de Veracruz organizó el Segundo Foro Nacional de Seguimiento a Egresados. Esta reunión fue importante por al menos dos razones. Primero, porque se estudian las trayectorias laborales de los normalistas en tiempos de “revalorización magisterial” y ante una pregunta que aún no recibe una respuesta plausible: ¿en qué áreas de especialidad y niveles se requiere formar a más maestras/os y cómo?
Aparte de ser un gran escritor, Jorge Luis Borges también fue un docente esmerado. Esto muestra el libro editado por Martín Arias y Martín Hadis intitulado “Borges profesor. Curso de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires” (2000, Argentina; Emecé). Grabadas en cinta magnetofónica por los propios estudiantes para aquellos que no podían asistir en el horario establecido, estas 25 clases fueran después transcritas quedando constancia del aprecio del autor por una cultura que admiró y un tema que conoció ampliamente: la literatura inglesa. “Sin darme cuenta me estuve preparando para este puesto toda mi vida”, expresó Borges al ser designado como docente universitario.
Este 2 de octubre atestiguó el desarrollo de nuevas protestas y movilizaciones estudiantiles en diversas universidades del país. El Instituto Politécnico Nacional, por ejemplo, está experimentando un periodo de agitación causado por múltiples razones. Desde meses atrás, se sabe que al seguir la orden de ampliar la cobertura, se elevó el número de estudiantes sin una adecuada planeación. Esto complicó el regreso a clases presencial, así como las condiciones de estudio y trabajo. De acuerdo con Luis Hernández Navarro, en “el malestar de los jóvenes [del Poli] se mezclan viejos y nuevos agravios”. Hallamos, dice el periodista, desde la “disputa del instituto, corrupción, indolencia e incapacidad para responder a las demandas de los alumnos hasta “denuncias de acoso sexual, rapacidad, ambición del charrismo del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), porrismo y sucesión presidencial” (La Jornada, 13/09/22). Un problema, repito, de múltiples dimensiones.
Hace 10 años se decretó la obligatoriedad de la educación media superior. ¿Qué significaba esto? Que el Estado (gobierno y sociedad) debía asegurar las condiciones necesarias para que todas y todos los jóvenes de entre 15 y 17 años hicieran efectivo el derecho de recibir educación en este nivel. Se planeó que “a más tardar” en el ciclo escolar 2021-2022 se debía alcanzar la cobertura total (100%). ¿Y qué pasó? No cumplimos. Sólo 78 de cada 100 jóvenes a nivel nacional cursan este nivel en la modalidad escolarizada y no escolarizada y lo peor: según cifras oficiales —y con todo y becas—, el porcentaje de estudiantes se redujo cinco puntos porcentuales en dos años.
En México, la elección de 2018 dio como resultado un gobierno poco proclive a utilizar los resultados de la investigación y de la evaluación para tomar decisiones y diseñar políticas. Esto marcó un punto de inflexión en el manejo de los asuntos públicos.
Los informes de actividades o de gobierno son un ejercicio imprescindible de nuestra vida democrática. Esperaríamos que ahí se ofrezca información válida sobre lo realizado por una autoridad electa. En el pasado, esta rendición de cuentas en México terminó siendo El Día del Presidente y del “besamanos” donde los leales saludaban afanosamente.
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