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Me equivoqué

by Carlos Ornelas
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Jesús Carlos Ornelas
Jesús Carlos Ornelas

Hace más de un año que su puesto legal caducó, pero sigue en la silla que ocuparon caciques de la talla de Jesús Robles Martínez, Carlos Jonguitud Barrios y Elba Esther Gordillo. No hay otra forma de justificar la ilegitimidad, sólo el uso del poder y el refrendo al régimen.

Erick Juárez Pineda y Abelardo Carro Nava, colegas de Educación Futura, pusieron el punto sobre las íes. No con esas palabras, pero sí con ese significado, apuntan que la permanencia de Alfonso Cepeda Salas en la secretaría general del Comité Ejecutivo Nacional del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación es ilegítima e ilegal. En dos de mis artículos anteriores en nuestro Excélsior especulé. No observaba en el jefe del SNTE el espíritu de cacique. Erick y Abelardo recapitulan que Cepeda Salas cumplió su plazo legal en la jefatura en febrero de 2024. De plano, me equivoqué, Cepeda Salas le sigue dando al mando del poderoso aparato de control de los maestros.

Además, Erick y Abelardo recuerdan que el artículo 41 de los estatutos del sindicato prohíbe a los dirigentes ocupar puestos públicos y de elección popular, mientras detenten el cargo. El secretario general es senador por Morena, acaso por ello nadie del gobierno exige que se cumpla con el reglamento y abandone el cargo. ¿Cómo?, si prometió afilar a cinco millones al partido gobernante (docentes y sus familias). Pero extraña que dentro del magisterio no haya protestas. Claro, los líderes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación atacan al charro, pero no promueven acciones legales para quitarle el cargo. Quizá les sea funcional que siga allí, porque con él en la cabeza del CEN la Coordinadora ha crecido, es un buen blanco para el insulto y muestra del charrismo que defiende a la Cuatroté.

Cepeda Salas, cual zorro político, intuyó que el gobierno de López Obrador sería más acomodaticio a los intereses de su facción si forjaba una alianza explícita con él y su partido. Cuando se discutían en el Congreso federal las enmiendas a los artículos 3, 31 y 73 de la Constitución, el jefe del SNTE se puso a las órdenes de López Obrador: “Por eso hoy la mayoría de quienes integramos este Sindicato, la expresión institucional, que es casi el 90 por ciento de los dos millones 400 mil trabajadores que integramos al SNTE nos declaramos aliados del señor Presidente de la República y nos ratificamos como el ejército intelectual que, como ha sido siempre, está del lado de las instituciones y estará apoyando al primer mandatario en esta gran hazaña que se ha echado a cuestas” (SNTE: Versión de la conferencia de prensa que ofreció Alfonso Cepeda Salas, 26 de abril de 2019).

Incluso, contó una mentirijilla; afirmó que “más de 80% de las iniciativas propuestas en el dictamen que se discutía, fueron presentadas por el gremio magisterial”. Es bien sabido que los partidos de oposición todavía tenían voz y voto efectivos y apadrinaron la propuesta que hizo un grupo de académicos de la Red Educación y Derechos. Eso completó la iniciativa que el presidente envió el 12 de diciembre del año anterior. Pero no es novedad que los líderes del SNTE hagan caravana con sombrero ajeno.

En su mensaje del 15 de mayo de 2019, Cepeda Salas selló el pacto de subordinación con el régimen, claro, a cambio de concesiones. En nombre del SNTE aceptó la respuesta al pliego de peticiones y la oferta del presidente López Obrador. Y, como la CNTE lo había criticado, incluso acusó que las mudas en la Constitución que promovió AMLO, ratificaban el enfoque neoliberal. Cepeda Salas expresó: “Lo único que logran es afirmar nuestra determinación de defender el patrimonio colectivo de los trabajadores de la educación, porque este Sindicato no es patrimonio personal de nadie, no es heredable, nadie tiene el derecho a reclamarlo para sí mismo, estamos decididos a evitar un nuevo asalto”. Tal parece que quien asaltó el poder del SNTE es él.

Hace más de un año que su puesto legal caducó, pero sigue en la silla que ocuparon caciques de la talla de Jesús Robles Martínez, Carlos Jonguitud Barrios y Elba Esther Gordillo. No hay otra forma de justificar la ilegitimidad, sólo el uso del poder y el refrendo al régimen. Y no, el magisterio no es el ejército intelectual de la Cuatroté. Se parece más a la definición de Jonguitud, “plomeros electorales”.

  • RETAZOS

Pedro Hernández, líder de la Sección 9 (CNTE), expresó: “No se equivoque, Presidenta, no piense que nos vamos a ir con las manos vacías”. Y así fue.

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