Hace mucho, alguien me dijo que tener mente de aprendiz le mantenía vivo, expectante, en evolución. Y yo, al igual que la institución que represento, lo creo y vivo así. La capacidad de aprender e introyectar lo aprendido es una habilidad que se cultiva, y también es una forma de vivir, en lo individual y colectivo. Las organizaciones sociales (y todo el universo de la sociedad civil organizada) son entes vivos, que laten y respiran gracias al talento de las personas que las conforman. Estas personas, son quienes —en su más puro ejercicio del derecho a la organización y la manifestación— dan acción a las instituciones sociales.
Trabajar en el sector social es una cuestión de vocación y de servicio, como lo es la docencia, y es una labor cotidiana, de acción y pensamiento, que se refleja en una actitud curiosa, de observación, con el ímpetu de querer solucionar problemáticas sociales, al investigar, probar, ensayar, corregir y aprender sobre la marcha en los diversos sistemas y contextos sociales, cual laboratorios reales que traen consigo una gran corresponsabilidad para quienes catalizan los cambios sociales. Por tanto, esta labor, cuando falta se nota, afecta y duele; y su presencia marca diferencias en la vida de las personas, aspirando a que sean cambios positivos, a largo plazo, trabajados y consensuados en colectivo.
Desde Fundación Merced, centramos nuestra labor en fortalecer el trabajo social de las organizaciones de la sociedad civil a través de la movilización de recursos (económicos, relacionales o de conocimiento), el fortalecimiento institucional, la formación del talento y la creación de alianzas. Tenemos como mantra una frase de San Vicente de Paul que complementamos: hacer bien el bien (en el más amplio sentido, que las personas ejerzan y gocen plenamente de sus derechos) es la meta, porque hacerlo mal, hace daño. Y para lograrlo, hay una serie de componentes que determinan el curso y el latir de las organizaciones y de sus equipos:
- Voluntad y disposición al cambio, tanto interno como externo. Asumir que el cambio es una constante.
- Capacidad para construir y avanzar en colectividad, de crear acuerdos y planes de acción sólidos.
- Plasticidad, tal como lo hace el cerebro, implica cambiar a partir de la interacción con nuestras realidades y entornos.
- Resiliencia, el potencial para sobreponernos a las complejidades de la vida y nuestro quehacer.
- Innovación, hoy tan de moda, pero que no es más que ver las cosas desde otro ángulo y hacerlas de manera diferente; lo que significa estar en escucha y atención constante.
- Creatividad, la habilidad para resolver y transformar, desde lo más simple hasta lo más complejo.
- Sostenibilidad y replicabilidad, un proyecto o una institución capaz de subsistir, trascender y transferirse en el tiempo, desde una perspectiva financiera hasta ideológica y metodológica.
Así, todos estos ingredientes crean organizaciones que aprenden, que crecen, que buscan todos los días hacer bien y mejor el bien. Esa labor titánica, es digna de aplaudirse, de celebrarse para reconocerla; aunque también para disfrutar el viaje y los logros, para descansar, tomar aire y renovar fuerzas; pero, sobre todo, para resaltar que el trabajo de la sociedad civil organizada es de las personas, de la ciudadanía, emana de ella y a ella vuelve.
Por eso, existen espacios como Razón de Ser, una plataforma de Fundación Merced, para el reconocimiento a las organizaciones de la sociedad civil que a través de diferentes proyectos contribuyen a solucionar las problemáticas sociales profundas y diversas que aquejan nuestro país; y que encuentran en la población que atienden, su razón de ser.
A lo largo de más de 20 años de existencia, Razón de Ser ha celebrado el trabajo de muchas instituciones que, como Teach 4 All México, A.C. (mejor conocida como Radix Education) con el proyecto “Ser docente en tiempos de Covid-19”, apuestan por una educación distinta, por el fortalecimiento a las docencias, por promover aprendizaje significativo en la población estudiantil y que encuentra en la educación las herramientas para cambiar el mundo. Radix, como muchas otras organizaciones en México, no se detienen y, por el contrario, se crecen ante los retos, buscan cómo sortearlos y transformarlos en oportunidades. Es decir, son organizaciones que laten y viven con mente de aprendiz.
Acerca de la autora
Araceli es Licenciada en Ciencias y Técnicas de la Comunicación por la Universidad del Tepeyac y Maestra en Administración y Emprendimiento Social por la Universidad ORT México. Desde hace casi 7 años es parte del equipo de Fundación Merced, donde actualmente es subdirectora de Desarrollo Institucional, coordinando la Ceremonia del Reconocimiento Razón de Ser, en la que, en conjunto con aliados estratégicos, se reconocen los logros y profesionalismo de diversas organizaciones del sector social.