Uno de los proyectos emblemáticos del ámbito educativo en México, ha generado a grandes profesionistas, científicos e intelectuales
La Escuela Nacional Preparatoria representa uno de los proyectos emblemáticos del sistema educativo nacional. Fue fundada hace más de 150 años por Gabino Barreda, durante el gobierno de Benito Juárez. La nueva institución se instaló en el antiguo Colegio de San Ildefonso y dio comienzo a sus actividades con cerca de un millar de estudiantes y 25 profesores. La Preparatoria Nacional del siglo XIX se caracterizó, en primer lugar, por fusionar la enseñanza secundaria con el bachillerato; también por su carácter laico y liberal, y principalmente por su enfoque educativo basado en la perspectiva del positivismo, con énfasis en la enseñanza de los fundamentos científicos del conocimiento.
En aquella preparatoria se dieron cita, en calidad de profesores, algunos de los más renombrados intelectuales liberales, como es el caso de Guillermo Prieto, Ignacio Ramírez, Ignacio Manuel Altamirano y Justo Sierra. También fueron catedráticos en la institución importantes científicos mexicanos, como el doctor Leopoldo Río de la Loza y el naturalista Alfonso Herrera Fernández.
Durante la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX la Preparatoria contó con un solo plantel, el ubicado en el centro de la ciudad. En ese periodo, sin embargo, ocurrirían cambios importantes en el enfoque y contenido de la enseñanza mediante la introducción de un mayor número de asignaturas de humanidades. Se puede referir al respecto la reforma al plan de estudios de 1865, en la cual tuvo una importante participación el recién nombrado director de la Institución, el abogado y coronel Vidal Castañeda y Nájera, en memoria de quien la Preparatoria 4 lleva su nombre.
En 1910, al ser fundada la Universidad Nacional de México, en las postrimerías del régimen de Porfirio Díaz, su principal impulsor, Justo Sierra, consiguió que la Preparatoria formara parte del grupo de escuelas integradas al proyecto, junto con las de Jurisprudencia, Ingeniería y Medicina, así como la Sección de Arquitectura de la Escuela Nacional de Bellas Artes y la recién fundada Escuela Nacional de Altos Estudios. A la crítica sobre la presencia de la Preparatoria en la Universidad, Justo Sierra respondió que: “esta forma parte necesaria de nuestras escuelas universitarias; si aunque en ella no se hagan estudios superiores, estos estudios no podrían hacerse sin ellos; si la noción clara del método científico que en ella se adquiere es como el que más un estudio universitario, ¿por qué no iba a formar parte de la Universidad?”
Es notable que al ser constituida la Universidad Nacional, prácticamente la mitad de la matrícula total (aproximadamente diez mil estudiantes) estaban inscritos en la Nacional Preparatoria, tal era el peso específico de esta escuela en aquel momento. También es interesante anotar que, en ese entonces, muchos de los catedráticos de las escuelas profesionales eran a su vez docentes preparatorianos, lo que permitía una óptima relación entre la formación de bachillerato y la educación universitaria.
Fue esa una decisión trascendental. El que la Preparatoria forme parte constitutiva de la Universidad Nacional ha sido, desde entonces, una significativa oportunidad para los estudiantes que acceden a la institución con la ventaja de contar con la posibilidad de transitar a la formación universitaria en la Máxima Casa de Estudios del país.
Por un breve periodo, de 1917 a 1921 la Preparatoria fue separada de la Universidad por decisión de Venustiano Carranza. La volvería a integrar, con un plan de estudios reformado, José Vasconcelos, rector de la Universidad y creador de la Secretaría de Educación Pública. Y una nueva generación, la del Ateneo de la Juventud, se encargaría de enfatizar la perspectiva humanista y social de la Preparatoria, dando un mejor balance a la formación en ciencias y en humanidades en el bachillerato universitario.
Gradualmente, pero sin pausa, la demanda para acceder a la Nacional Preparatoria fue creciendo. La Universidad tomó la decisión de explorar rutas de ampliación. Ese proyecto habría de coincidir con la creación de la Ciudad Universitaria en 1953. Justamente ese año el entonces rector Nabor Carrillo Flores autorizó la creación de la Preparatoria 4. En su inicio el plantel fue instalado, de manera provisional, en un modesto edificio de la Avenida Hidalgo. Al año siguiente se trasladó al antiguo Palacio del Conde de Buenavista, edificio construido nada menos que por Manuel Tolsá. En esa instalación se ubica, actualmente, el Museo de San Carlos. La etapa inicial duró diez años. El 11 de febrero de 1964 se abrieron las instalaciones de Observatorio. El acto inaugural fue noticia de prensa nacional al ser presidido por el entonces rector de la UNAM, el doctor Ignacio Chávez, y el presidente de la República, el licenciado Adolfo López Mateos.
Como egresado de la Nacional Preparatoria, colaborador en la campaña de Vasconcelos por la presidencia de la República y abogado titulado en la UNAM, el presidente López Mateos tuvo una relación estrecha y fraternal con la Universidad. Fue el último de los presidentes de la República presente en la inauguración de cursos. Durante su gestión apoyó la continuidad del proyecto de Ciudad Universitaria y, además de la nueva sede de la Preparatoria 4, la creación de las preparatorias 6 a 9, con lo cual la matrícula de bachillerato se incrementó notablemente, hasta alcanzar la cifra de 40 mil estudiantes al final de la década de los sesenta.
Muchas generaciones se han formado en preparatoria y entre sus egresados se cuentan profesionistas, científicos e intelectuales de gran importancia para la vida académica, profesional y política del país. Sería largo referir sus nombres y su obra. Baste quizás mencionar que dos de los rectores de la UNAM egresaron de estas aulas: los doctores José Narro Robles y Enrique Graue Wiechers, el actual rector de nuestra Casa de Estudios.