Eduardo Grajales
Se vienen tiempos complicados en el entorno magisterial que alterarán el panorama político y social, pero sobre todo la gobernabilidad del sistema educativo y magisterial. Al tiempo.
Después de leer extractos de la entrevista que hizo La Jornada al profesor Alfonso Cepeda, muchos nos preguntamos, qué sucedió para que el actual líder sindical se muestre como lo sería hasta el más beligerante liderazgo de la CNTE, al no reparar en críticas a la política educativa del gobierno actual.
¿Dónde quedó aquel dirigente que defendía a capa y espada el proyecto educativo de la 4T, como defendió en su momento el derogado de Peña Nieto? ¿A qué se debe este supuesto cambio de discurso? Veamos.
Semanas antes de la entrevista, muchos de sus correligionarios celebraban un hecho importante como fue la circulación de una foto de él con el presidente de la República, así como algunos comentarios que el mandatario expresó en su favor en la mañanera.
Para muchos esto dio a entender una posible alianza entre la figura presidencial y Cepeda, y una serie de acuerdos posiblemente más de carácter electoral y político, que educativo y magisterial, lo que a juzgar por el tono de los comentarios en la entrevista reciente resulta cuestionable.
Derivado de aquellos hechos, otros en sentido contrario se suscitaron posteriormente. Uno fue la llegada de la maestra Leticia Ramírez, proveniente de las filas de la CNTE, a la titularidad de la SEP, lo que mando un mensaje clave a Cepeda para que no se equivocara, pues en un contexto pre electoral polarizado se infiere un posible acercamiento del gobierno con un sector importante de la Coordinadora, aunque no necesariamente con su ala más radical.
Por otro lado, en ese marco se dieron una serie de entrevistas de la ex lideresa del SNTE quién dejó claro su distanciamiento con el actual dirigente, por la forma poco eficiente en la que ha conducido al Sindicato, y la pobre defensa que se ha hecho de los derechos de los trabajadores.
Y en ese tenor, otro hecho relevante, fue la reunión que sostuvo recientemente un grupo de importantes liderazgos magisteriales que confluyen en un vigoroso movimiento democrático que no tardó en criticar las declaraciones de Cepeda mediante un comunicado.
En ese encuentro quedó claro que no se debe permitir que continúe el desaseo evidente en todas las elecciones que ha realizado el SNTE y que ha sido posible por la maquinaria sindical que no ha reparado en imponer candidatos, vulnerando con ello la anhelada democracia sindical.
Con todo esto, es posible que el profesor Cepeda este haciendo cálculos de última hora, sabedor de que su permanencia pende de alfileres, por lo que estaría aprovechando el contexto complicado de la administración, sumándose a las voces críticas que han señalado deficiencias en la conducción de la política educativa y magisterial.
De ahí que extrañamente y justo en la recta final del sexenio le haya surgido un insólito sentido crítico y pretenda convertirse en un auténtico defensor de la educación y el magisterio, al indicar que percibe un panorama desalentador para su gremio por las deficiencias en los procesos de USICAMM, y las debilidades del nuevo marco curricular, elementos clave de la política educativa actual. ¿Acaso no vio estos problemas desde el inicio de la administración cuando fueron anunciados?
En política no hay coincidencias y el que juzga es juzgado, por lo que es de esperarse las reacciones respectivas, no solo de sus antagónicos naturales, sino de fuerzas importantes dentro del magisterio y del gobierno que no cesarán en disputarle el poder.
Se vienen tiempos complicados en el entorno magisterial que alterarán el panorama político y social, pero sobre todo la gobernabilidad del sistema educativo y magisterial. Al tiempo.