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Violencia, escuelas y protocolos

by Pluma Invitada
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La respuesta frente a la violencia no puede ser improvisada

Gustavo Rojas

Reconocer la existencia de la violencia en Sinaloa es fundamental para poder mitigar las consecuencias de estar obligados a vivir con ella. Es imposible pensar que las escuelas son inmunes o están libres de este padecimiento. Por una parte, están los conflictos entre integrantes de la comunidad escolar que resultan en demostraciones de violencia física o psicológica. Por otra, episodios como los que Sinaloa vivió durante la primera semana de enero. La respuesta frente a esta violencia no puede ser improvisada. Es por ello que el anuncio emitido por la secretaria Domínguez Nava apunta en la dirección correcta. Los protocolos son pertinentes y necesarios. Pero no se trata de un tema nuevo.

Como parte de una política nacional, llamada programa escuela segura, en Sinaloa se desarrolló  un manual de procedimientos para la seguridad escolar durante el gobierno de Mario López Valdez. Este documento constata una realidad dura de aceptar. Cuando las personas al interior de una escuela deben enfrentarse al fuego de las balas, lo único que realmente pueden hacer es buscar refugio y esperar que el episodio concluya. Esto muestra la fragilidad y lo vulnerable que somos todos frente al poder físico que sostienen los dueños de las armas y los responsables de tirar del gatillo. 

Por ello, no es mucha la novedad que cabe esperar de una nueva versión de este protocolo escolar. Decir esto no es para nada una crítica ni mucho menos una consecuencia del pesimismo. Se trata más bien de la constatación. Sólo basta con mirar los Protocolos de Actuación para la Seguridad Escolar en Educación Básica en Sinaloa publicados durante el gobierno de Quirino Ordaz Coppel, mismos que tomaron relevancia después de del primer Jueves Negro.

Una vez más, la principal recomendación es buscar esquivar la muerte encapsulada en plomo, mantener la calma y contactar a fuerzas de seguridad una vez finalizada la pesadilla.

Por su horario, el segundo Jueves Negro evitó que cientos de miles de estudiantes y docentes tuvieran que confrontar un nuevo episodio de violencia extrema desde el interior de las aulas. Pero eventos similares a menor escala forman parte de la realidad cotidiana que se vive en Sinaloa.

Por ello, es fundamental plantear preguntas que permitan ir más allá de una cosmética revisión de los protocolos escolares.

Por ejemplo ¿con cuántos recursos se contará para elaborar y velar por la adecuada implementación de estos protocolos? ¿cómo se integrará un eventual sistema de seguridad escolar con la labor de organismos como policías y sistema de justicia? Para que estos protocolos realmente tengan un valor más allá del papel, deben ir acompañados de planes detallados de implementación sistemáticos, para que capacitaciones y simulacros no se realicen de manera aisladas. No se trata de asustar ni escandalizar a nadie, sino de que las comunidades escolares cuenten con una capacidad real de poner en práctica los protocolos cuando sea necesario. 

Finalmente, cualquier plan para enfrentar las consecuencias de la violencia sobre el derecho a aprender tendrá que considerar acciones para enfrentar los efectos físicos y socioemocionales de la violencia en los estudiantes, docentes e integrantes de la comunidad escolar. Garantizar el derecho a la vida y a la seguridad de estudiantes, docentes, directivos y familias, únicamente pensando en cómo reaccionar al interior de la escuela será como intentar curar un cáncer con aspirinas. 

Como mucho se ha escrito durante estas semanas, abordar este problema requerirá importantes esfuerzos desde múltiples niveles. La clase dirigente en Sinaloa deberá demostrar un compromiso irrestricto con la legalidad y buscar a toda costa imponer la justicia sobre los grupos delictivos que desgracian nuestra vida. Y también tendrá que mostrar un compromiso político, técnico y profesional para diseñar e implementar una verdadera estrategia de reactivación educativa que permita regenerar el tejido social y contribuir a una sociedad próspera, libre de crimen y en paz.

Publicado originalmente en Revista Espejo https://revistaespejo.com/reflexiones/violencia-escuelas-y-protocolos/

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