Mario Delgado Carrillo es licenciado en Economía por el ITAM y maestro en Economía por la Universidad de Essex, Inglaterra. Durante la gestión de Marcelo Ebrard en el gobierno del …
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En agosto de 2013 se puso en marcha el Telebachillerato Comunitario (TBC), como parte del Programa Sectorial de Educación 2013-2018, que pretendía ampliar la cobertura de Educación Media Superior (EMS), así como lograr la inclusión y la equidad educativa (SEP, 2013). El TBC fue creado un año después de que se declarara la obligatoriedad constitucional de este nivel. Inició como un programa piloto a nivel federal destinado a las localidades rurales que no contaban con oferta de EMS. Diez años después resulta necesario hacer un balance del TBC, de sus alcances y de los principales cambios ocurridos, pero, sobre todo, de los retos que enfrenta a futuro y que tendrían que cubrirse para el sexenio 2024-2030. Para ello, se presentan los principales cambios organizacionales y curriculares ocurridos durante la década y se concluye con los retos para el próximo sexenio.
En el Estado de México, la diversidad cultural y lingüística es una de las riquezas más significativas, manifiesta en la variedad de pueblos originarios que la habitan. No obstante, existe una marcada discrepancia entre esta realidad multicultural y la representación que ofrece la legislación vigente. La Ley de Derechos y Cultura Indígena del Estado de México (LDCIEM, 2022), promulgada con el objetivo de reconocer y proteger a las comunidades indígenas, no logra abarcar la amplitud de estas comunidades.
Los resultados recientes de los jóvenes rechazados por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) nos permiten problematizar acerca del incumplimiento del derecho a la educación en este nivel educativo y de la utopía de democratizar la educación superior. De acuerdo con lo reportado por la UNAM, “sólo fueron aceptados 14 mil 151 estudiantes, menos de 10% de los que se presentaron; fueron rechazados 129 mil 276, más de 90%” (Ballinas, 2024).
Las escuelas multigrado son un tipo de organización educativa en las que un docente atiende simultáneamente a estudiantes de diferentes edades, niveles o grados escolares (INEE, 2019; Galván y Espinosa, 2017; Estrada, 2015; Schmelkes y Águila, 2019). En México las aulas multigrado tienen presencia en lugares urbanos, aunque están primordialmente destinadas a territorios rurales, marginados y migrantes. Oficialmente, lo multigrado implica una categoría administrativa dentro del Sistema Educativo, que idealmente tendría que desarrollar una organización pedagógica específica, fundamentada en la atención a la diversidad, en abordar temas comunes con complejidad diferente y en fomentar el aprendizaje colaborativo.
La distinguida presencia de docentes e investigadores provenientes de diversas provincias de Argentina, así como la participación activa de maestros e investigadores de Brasil, México, Costa Rica, Ecuador y Chile enriqueció significativamente las discusiones al ofrecer una perspectiva regional e internacional sobre los desafíos y las mejores prácticas en educación rural. Adicionalmente, se organizó una salida a terreno a la escuela rural “Gregoria Matorras”, lo que brindó a los participantes la oportunidad de interactuar directamente con la institución. Este encuentro proporcionó una valiosa experiencia conceptual y práctica que enriqueció la comprensión de los concurrentes sobre la realidad educativa rural y promovió un intercambio enriquecedor de experiencias y conocimientos. La educación en general y la rural en particular se deben entender en y desde los territorios, asumiendo enfoques referidos al desarrollo endógeno local y sostenible, con participación ciudadana activa, de la cual los procesos educacionales forman parte (Williamson, Díaz y Contreras, 2023).
Los pueblos indígenas históricamente han llevado a cabo procesos educativos complejos, que implican tiempos, espacios y agentes determinados en función de lo que explícita o implícitamente se desea enseñar y aprender; a eso se le conoce como educación comunitaria o educación comunal, puesto que todos esos procesos se realizan de manera autónoma, comunitaria, sin la intervención de agentes externos, salvo en casos específicos.
Vengo de una familia de maestras normalistas. Mi madre y sus dos hermanas son maestras jubiladas ya de Educación Primaria. Las tres ejercieron el magisterio por 40 años en distintas comunidades del estado de Puebla, las tres fueron egresadas de una Normal y las tres, como hijas mujeres de una familia de escasos recursos, vieron en la docencia el único camino posible para profesionalizarse y contar después con un trabajo seguro, “aunque sea de maestra”.
Cualquiera pensaría que quienes se están formando para ser profesionales de la educación, al egresar de alguna institución formadora tengan como expectativa recibir la notificación de una plaza docente, pero contra lo esperado, no siempre les es grato recibir esa noticia. Es que el lugar de trabajo donde experimentan su iniciación a la enseñanza las y los docentes de Educación básica, generalmente no es la más atractiva. A veces, se tiene la sensación de que tienen que pagar una cuota de iniciación, pues no es raro observar que las entidades a las que geográficamente los asignan se encuentran en el lado opuesto de sus lugares de origen; muchas veces ocurre en contextos rurales que predominantemente son marginados, con altos índices de pobreza y violencia y bajos en desarrollo humano, implican riesgo a su integridad física y psicológica, mientras que deben dejar su vida habitual citadina y mudarse físicamente a dichos escenarios, en no pocas ocasiones vivir solos, distanciarse de sus vínculos familiares y amistosos por días, semanas o meses y donde, en casos extremos, por el nivel de marginación de las poblaciones de destino, incluso carecen de medios de comunicación efectivos que los conecten con dichas fuentes de afecto y amistad.
El contexto de la pandemia por Covid-19 y el escenario posterior a ésta nos han mostrado que las brechas sociales y digitales que ya existían han aumentado, ya que se pudo observar lo necesarias que son las tecnologías para comunicarnos, aprender, trabajar e interactuar de manera general con otros en el día a día, pero también se constató la falta de acceso a estos recursos por parte de algunos sectores de la población. Particularmente en el contexto educativo, caímos en cuenta de la relevancia que las tecnologías tienen y tendrán en el aprendizaje de las nuevas generaciones, tanto las alumnas y los alumnos, como las y los docentes requirieron hacer uso de las tecnologías para poder llevar a cabo la interacción que generalmente se daba en el aula de manera presencial. De acuerdo a datos del INEGI (2022), las niñas, niños, adolescentes y jóvenes de entre 3 y 29 años que estuvieron inscritos en educación básica, media superior y superior entre el 2021 y 2022 tuvieron en su mayoría clases a distancia (36.1%), seguidas de clases híbridas (35.6%). Mientras tanto, las profesoras y los profesores tuvieron que valerse de recursos digitales tales como el correo electrónico y redes sociales (72.8%), clases virtuales (31.3%) y plataformas virtuales (30.7%), para impartir clases o informar a sus estudiantes sobre las actividades a realizar todos los días.
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