“Las desigualdades educativas se originan principalmente fuera de la escuela”.
Pierre Bourdieu
Manuel Alberto Navarro Weckmann
La escuela es un lugar donde se espera que los niños aprendan, crezcan y se conviertan en ciudadanos responsables. Sin embargo, para muchos niños, las aulas también son espacios donde traen consigo “mochilas invisibles» llenas de traumas no resueltos. Así, las vivencias del hogar llegan a las escuelas en donde docentes, armados con preparación y experiencia, hacen grandes diferencias en su vida.
Cada día, los estudiantes entran a las aulas con una serie de experiencias y emociones que los adultos a menudo no podemos ver. Estas «mochilas invisibles» pueden estar llenas de traumas como el abuso, el divorcio de los padres, problemas económicos, la inseguridad alimentaria, o el racismo. Estas experiencias no solo afectan el bienestar emocional de los niños sino que también pueden tener un impacto significativo en su capacidad para aprender y socializar.
El sociólogo francés Pierre Bourdieu nos brinda un marco teórico para comprender cómo las desigualdades socioeconómicas también pueden influir en el aprendizaje y desarrollo de los niños. Propuso conceptos como el capital cultural, económico y social para explicar las diferencias en los logros y oportunidades educativos entre diferentes clases sociales. El capital cultural se refiere al conjunto de conocimientos, habilidades y otras ventajas culturales que una persona posee, que puede ser transmitido de generación en generación. El capital económico es la riqueza y recursos que posee una persona o familia. Finalmente, el capital social tiene que ver con los beneficios derivados de las relaciones sociales. Bourdieu enfatizaba cómo estos diferentes tipos de capital interactúan y se refuerzan mutuamente, contribuyendo a la reproducción de las desigualdades sociales en la educación.
Ante esta perspectiva, los hogares juegan un papel crucial. Los padres pueden fomentar un ambiente rico en capital cultural al introducir a sus hijos a diversas experiencias culturales, leer con ellos, o discutir temas de actualidad. Asimismo, es vital mantener una comunicación abierta con la escuela y participar activamente en la educación de sus hijos. El fortalecimiento de redes sociales y comunitarias, por otra parte, puede ampliar el capital social del hogar, brindando apoyo adicional y recursos para los niños.
Las escuelas y los docentes, al ser conscientes de estos factores, pueden implementar estrategias que aborden tanto las «mochilas invisibles» de traumas como las desigualdades socioeconómicas, ofreciendo un enfoque más integral y equitativo en la educación. La creación de espacios seguros donde los niños puedan expresarse, la adaptación del plan de estudios para ser inclusivo y la promoción de espacios de diálogo son algunas de las maneras de ayudar a estudiantes a enfrentar estos desafíos.
Enfrentar los desafíos que los traumas del hogar y las desigualdades socioeconómicas presentan en la escuela requiere un enfoque integral que involucre no solo a los docentes sino también a los padres, directivos y profesionales de la salud.
Reconocer y abordar estos retos es crucial no solo para el bienestar de los niños, sino también para la salud y el futuro de la sociedad en su conjunto. Escuelas y docentes, equipados con la preparación adecuada y un enfoque holístico, pueden y deben jugar un papel clave en este esfuerzo colectivo. Porque la educación es el camino…