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Educar para servir: dos propósitos

by Martín López Calva
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Ojalá los cambios en la educación sean orientados en el sentido humanitario y no en el utilitario

La historia ha llegado a una etapa en que el hombre moral, el hombre completo, cede cada vez más, casi sin saberlo, para dar lugar al hombre comercial, el hombre de propósito limitado. Este proceso, ayudado por el maravilloso progreso en la ciencia, está asumiendo proporciones gigantescas y poder, causando malestar en el equilibrio moral del hombre, oscureciendo su lado humano bajo la sombra de la organización sin alma.

Rabindranath Tagore, citado por Martha Nussbaum en su discurso de recepción del Doctorado honoris causa por la Universidad de Antioquia, en 2015.

Estoy casi seguro de que sería altamente improbable que alguno de mis cinco lectores estuviera en desacuerdo si afirmo que se debe educar para servir, que la educación tiene como misión formar ciudadanos capaces de servir y que una educación que no forme para el servicio es una educación que no sirve.

La discusión podría empezar en el momento en que más allá de esta afirmación genérica, tratásemos de dialogar sobre qué significa educar para servir, cuál es el contenido del término servicio y bajo qué condiciones o circunstancias podemos decir que el sistema educativo forma para el servicio, que una educación realmente sirve.

Porque podemos distinguir al menos dos sentidos en la afirmación: se debe educar para servir. El primero de ellos, sería el sentido utilitario mientras que el segundo sería el sentido humanitario.

La filósofa estadounidense -lo he escrito otras veces en este espacio- toma la cita de Tagore para plantear que los gobiernos a lo largo y ancho del mundo están cometiendo un grave error al concebir la educación exclusivamente como un medio para lograr incrementar el producto interno bruto (PIB) de las naciones.

Este tipo de educación que tiene como fundamento la visión del ser humano comercial o productivo, el homo economicus como lo señala Morin, es llamada por Nussbaum Educación para la renta o para la rentabilidad y tiene el enorme riesgo, según lo señala de forma enfática, de producir simples máquinas obedientes al sistema productivo y no ciudadanos con las capacidades indispensables para mantener y consolidar sociedades democráticas.

Este es el concepto de educación para servir en su sentido utilitario. Se entiende aquí que la educación debe formar a los niños y jóvenes para servir a la maquinaria productiva del capitalismo global, adaptándose de manera obediente sin cuestionar si este sistema es o no un auténtico bien de orden capaz de producir las condiciones para que todos los habitantes del planeta puedan estar incluido y tener una vida acorde con su dignidad como seres humanos.

El objetivo de estas líneas no es satanizar el hecho de que en las escuelas y universidades se enseñen conocimientos, se desarrollen habilidades y actitudes que sean útiles a los futuros ciudadanos para encontrar un empleo y desarrollar una carrera dentro de la economía de sus países que les permita progresar, en el sentido limitado de tener los recursos suficientes para poder solventar sus necesidades básicas.

Desde luego que un sistema educativo que no logre formar egresados capaces de ser útiles en alguna de las actividades productivas y con ello obtener los ingresos necesarios para tener un nivel de vida adecuado, sería un sistema educativo que no sirve a la sociedad que lo ha creado.

El problema está en que como afirma Nussbaum al caracterizar la Educación para la renta, se absolutice este propósito limitado de la vida humana, que Morin identificaría como la dimensión prosaica de la existencia, la dimensión que sirve para enseñar a sobrevivir a las personas, que como miembros de la especie humana tienen en lo más profundo de su ser impreso el deseo de vivir para vivir y no solamente de vivir para sobrevivir.

La reacción que predomina hoy frente a esta visión limitada de educar para servir, la de servir solamente al sistema económico y en una enorme proporción de los casos ser víctimas explotadas por ese sistema, es la de negar el servicio como una de las finalidades de la educación y de la buena vida humana, planteando visiones individualistas que hablan de perseguir los propios sueños, buscar la felicidad personal y trabajar exclusivamente para satisfacer los propios deseos.

Sin embargo, no existe la posibilidad de ser feliz y de vivir humanamente, de realizarse como persona, si no es a través de una vida entregada al servicio a los demás, tanto a los cercanos como a la sociedad y a la especie humana como esa familia extensa común a la que pertenecemos los habitantes de esta Tierra-patria.

Es posible educar para servir, en el sentido amplio y humanitario del término, si se concibe el proceso educativo como la formación de ciudadanos capaces, tanto de trabajar de forma eficiente y productiva para generar los medios materiales para la supervivencia y la satisfacción de las necesidades básicas, como para desarrollar las capacidades requeridas para ser personas eficientes con y para los demás, con y para la sociedad, con y para la humanidad.

La forma más adecuada y humanitaria de construir una concepción de las finalidades de la educación es la que Nussbaum llama “Paradigma de desarrollo humano” (p. 17 del discurso citado), que se basa en el desarrollo de las capacidades básicas y combinadas -capacidades internas del sujeto y modificación de las condiciones del entorno para poder ejercerlas- que permitan que cada educando adquiera la agencia necesaria para decidir con libertad un proyecto de vida propio, entre varias opciones posibles.

Desde mi punto de vista, una de las capacidades básicas que tendría que cultivar una educación para servir, una educación que realmente sirva social y globalmente hablando es, en palabras de Nussbaum:

“La capacidad de preocuparse por la vida de otros, de imaginar lo que las políticas de muchos tipos significan en cuanto a las oportunidades y experiencias de uno de sus conciudadanos, de muchos tipos, y para la gente fuera de su propia nación” (p. 18.)

Ojalá los cambios que se están planteando en el nuevo marco curricular para la educación básica y media superior, los cambios en el currículo para la formación docente y los de los planes de estudio de las distintas universidades se orienten a educar para servir, no en el sentido utilitario limitado sino en el auténtico sentido humanitario que es urgente en este momento crítico de la humanidad.

Publicado origininalmente en e-consulta: https://cutt.ly/uNrAMxh

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