
Configura un campo socioeducativo poco aprovechado como transformador de la vida pública.
En días pasados en muchos de los municipios y comunidades que conforman la Huasteca (Veracruz, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí e Hidalgo) se conjugaron varios factores que incidieron en el gran impacto de las lluvias debido a una combinación de condiciones meteorológicas adversas y factores humanos.
Entre las causas naturales que los propiciaron, destacan los efectos de la tormenta tropical Raymond y los remanentes de la tormenta Priscilla, que generaron una gran cantidad de humedad y precipitación; la entrada de humedad desde el Golfo de México que intensificó las lluvias en la región, así como patrones de presión y temperatura, que determinaron la intensidad de las lluvias.
Las causas humanas se relacionan directamente con la deforestación, por la pérdida de cobertura vegetal que reduce la capacidad del suelo para absorber agua que provoca el aumento del riesgo de inundaciones y deslaves; la urbanización, ya que la construcción de áreas urbanas, a menudo sobre humedales y cauces de ríos, reduce las áreas de drenaje natural, si le sumamos una infraestructura inadecuada del drenaje y contención de aguas pluviales así como la enorme cantidad de basura que provocan taponamientos y desbordamientos cuando ocurren lluvias intensas, los resultados son muy graves.
Esta situación ha requerido de la respuesta pronta del las autoridades pero también de la sociedad civil, en muchos lugares se movilizaron diferentes tipos de apoyo de acuerdo a la urgencia que se requería, y aun antes de que llegara el auxilio del Estado, organizaciones de migrantes por ejemplo, pagaron vuelos de helicópteros para sacar a personas de las zonas de riesgo, así también ciudadanos preocupados por las condiciones gestionaron diversos vuelos para llegar a los lugares donde estaban pobladores incomunicados , entre ellos docentes que estaban en sus centros de trabajo para cuando iniciaron estos fenómenos. Estamos ahora en la etapa en la que todos debemos de apoyar de acuerdo a nuestras posibilidades.
Sin embargo, también es necesario pensar en lo qué podemos hacer ante esto que desgraciadamente, puede volver a pasar. Leyendo diversos autores y propuestas encontré lo que algunos investigadores denominan la “educación en desastres” (Valladares, 2022), que según se lee, proviene de una “pedagogía del interés por lo público”, capaz de recuperar, revitalizar y transformar la vida pública desde las escuelas.
Estas pedagogías emergen como respuestas a los cambios en el mundo contemporáneo y todas y cada una representan el esfuerzo por rediseñar nuevas prácticas pedagógicas capaces de redirigir y potenciar los procesos de socialización, cualificación y subjetivación necesarios para vivir en los llamados contextos VUCA, acrónimo que hace referencia a la volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad (Bennett y Lemoine, 2014).
Esta educación en desastres ofrece grandes oportunidades en un campo socioeducativo de enormes vulnerabilidades como el de México y otros países de Latinoamérica, y permite fortalecer los vínculos de las escuelas con las comunidades locales y con la sociedad en su conjunto, así como para revitalizar el papel activo de todas las personas en la articulación de intereses comunes a partir de la pluralidad y para la toma democrática de decisiones ante riesgos de desastres.
En otras palabras, comprendida como pedagogía pública, la educación en desastres configura un campo socioeducativo poco aprovechado como catalizador y transformador de la vida pública en los tejidos comunitarios del contexto mexicano. La educación para la reducción del riesgo de desastres se caracteriza por los siguientes cinco atributos principales:
1) Es una educación práctica y a lo largo de toda la vida;
2) Es articuladora de los ámbitos formal, informal y no formal de educación;
3 Es didácticamente versátil;
4) Es sociocultural, participativa y comunitaria; y,
5) Es crítica y socialmente transformativa (Valladares, 2022).
No está relacionada de manera eventual y ligada a los desastres como por ejemplo la acción de evacuación y de rescate, más bien se refiere a un proceso continuo y a lo largo de toda la vida. Las relaciones entre vulnerabilidad, riesgo y desastre exigen que la educación en desastres enfoque sus esfuerzos más al contexto de mitigación y prevención, y no solo al de respuesta y recuperación, pues las vulnerabilidades pueden determinarse y atenderse desde antes de que los desastres ocurran (Kitagawa, 2021).
Esta educación es parte de los aprendizajes a lo largo de la vida y no debería considerarse como una actividad separada de la vida cotidiana, sino integrada a todas las actividades del día a día, bajo el concepto japonés de “preparación para la vida diaria (seikatasu bosai)” (Kitagawa, 2017, p. 2).
La educación en desastres no es como diría Giroux (2013): “…una receta que se puede imponer en todas las aulas…” (p. 18), sino que su alta sensibilidad a las necesidades y vulnerabilidades sociales, su dependencia al contexto, la obligan a adecuarse a los problemas comunitarios de cada escuela, obligando a esta a derribar sus muros y fronteras y a abrirse a lo público, ese lugar simbólico en donde la acción en la pluralidad es posible.
Sé que ahora, cada escuela en cada comunidad, está enfocada en atender las múltiples necesidades que estos fenómenos ocasionaron, pero tal vez, esta educación en desastres ofrece una posibilidad en el mediano plazo, ante las enormes preocupaciones que hoy aquejan a las comunidades afectadas y a su comunidad educativa. Este mensaje que está circulando en redes sociales muestra la magnitud a la que se enfrentan muchos pobladores:
“En el corazón de nuestra comunidad educativa, la familia Gayosso Barrios, conocida por su espíritu inquebrantable, atraviesa uno de los momentos más oscuros tras el embate de las recientes lluvias intensas en Huauchinango, Puebla. Hoy, el destino nos llama a la acción y a la solidaridad. La fuerza de la naturaleza ha sido implacable, llevándose no solo sus bienes materiales, sino, lo más doloroso, causando la pérdida de un ser querido y dejando a otros miembros de la familia luchando por su vida en el hospital. Lo que era su hogar y su tranquilidad, se ha convertido en una pesada carga de duelo, dolor y gastos médicos urgentes. Esta familia, que ha dado tanto a nuestro entorno, se enfrenta ahora a una doble batalla: el profundo dolor de la ausencia y la angustia por la salud de los suyos, sumado a la necesidad de reconstruir su vida desde cero. Necesitan más que palabras de aliento; necesitan nuestro apoyo tangible. Te invitamos a ser un faro de esperanza y un pilar de fortaleza en su tormenta. Cada donativo, por pequeño que parezca, se transforma en: Soporte Vital: Cubrir los costos de hospitalización y tratamientos médicos. Dignidad en el Duelo: Ayudar con los gastos funerarios y el acompañamiento en este difícil proceso. Un Nuevo Comienzo: Facilitar la reconstrucción de un espacio seguro al que puedan regresar. Que la devastación no sea la última palabra de esta historia. Demostremos que somos una comunidad unida y que, ante la adversidad, la humanidad prevalece”.
También en cada escuela, las condiciones particulares requerirán de mucho esfuerzo para salir adelante. Sabemos que la gestión de los directores y de los docentes son decisivas en estos tiempos de desastre, cada una tendrá sus propias necesidades y buscará los apoyos para poder solventarlas, por ejemplo, la Primaria “5 de mayo de 1862”, que entre sus estrategias Activa la modalidad a distancia por riesgos de lluvia y deslizamientos:
Huauchinango, Puebla-13 de octubre de 2025
La Escuela Primaria “5 de mayo de 1862” (C.C.T. 21DPR0016K), ubicada en la comunidad de Santa Catarina en el municipio de Huauchinango, Puebla, ha tomado una medida preventiva crucial para salvaguardar la integridad de su comunidad educativa: la suspensión de clases presenciales y la activación de la modalidad de trabajo a distancia a partir del lunes 13 de octubre de 2025, y hasta nuevo aviso.
El origen de la decisión
Esta decisión se fundamenta en los riesgos generados por las intensas y constantes lluvias que han afectado a la región durante los días 8, 9, 10 y 11 de octubre. El director del plantel, C. H. Rafael Sampedro Martínez, ha informado a las autoridades educativas sobre varios incidentes de alto riesgo:
Deslizamiento en Talud Adyacente a la Cancha Techada: El reblandecimiento del terreno ha provocado un deslizamiento de tierra en el talud cercano a la cancha techada y las aulas de tres grupos, una situación que persiste y representa un peligro. Además, la cancha deportiva techada ha comenzado a presentar fracturas y hundimientos.
Nuevo Deslizamiento Severo: Se ha registrado un deslizamiento más severo en el límite suroeste del terreno escolar, comprometiendo una parte significativa del perímetro.
Problema de Colindancia: Se presume que este segundo deslizamiento pudo haber sido originado o agravado por una construcción presuntamente irregular de un vecino colindante que, al parecer, ha invadido propiedad de la institución, afectando la estabilidad del talud.
La dirección de la escuela considera que las condiciones actuales de reblandecimiento general y considerable del terreno no garantizan la seguridad e integridad física de estudiantes y personal.
Gestiones urgentes solicitadas
Desde el 9 de octubre, la escuela notificó a la Coordinadora de Desarrollo Educativo (CORDE 10 Huauchinango), C. Thelma Maldonado Medrano, sobre el deslizamiento y solicitó un dictamen de riesgo y la intervención de personal técnico calificado.
Días después, el 11 de octubre, y nuevamente el 13 de octubre, el director formalizó la solicitud ante el Supervisor Escolar de la Zona 142, C. Heriberto Tianquistengo Cruz, y el secretario de Educación Pública, C. Manuel Viveros Narciso, para gestionar un dictamen científico de viabilidad y riesgo estructural. Se ha solicitado que esta evaluación sea realizada por especialistas del Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED) y/o el Comité Administrador Poblano para la Construcción de Espacios Educativos (CAPCEE).
La reanudación de las actividades presenciales en la institución queda supeditada a los resultados y recomendaciones de dicho dictamen. Es importante señalar que ya existía una preocupación previa: el 22 de septiembre se había solicitado un dictamen técnico de Protección Civil, incluso para la construcción de un muro de contención con recursos federales. En esa fecha, se informó a la CORDE 10 sobre grietas y pequeños deslaves causados por las lluvias y una construcción colindante.
Continuidad educativa a distancia
Para asegurar la continuidad del proceso formativo, se ha activado un modelo de trabajo a distancia. Se ha exhortado a los docentes a:
Organizar actividades y estrategias de enseñanza-aprendizaje para el trabajo a distancia.
Utilizar medios digitales como correo electrónico, grupos de mensajería y videollamadas para mantener la comunicación y atención educativa.
Priorizar la continuidad del programa de estudios y proporcionar materiales y tareas claras.
Las docentes se pondrán en contacto con los padres de familia y tutores a través de los canales de comunicación establecidos (como grupos de WhatsApp) para compartir la dinámica de trabajo y materiales.
La Dirección de la escuela agradece la comprensión y colaboración de toda la comunidad para garantizar que los estudiantes continúen con su formación sin exponerse a riesgos. Cualquier cambio o reanudación de actividades presenciales será comunicado oportunamente por los canales oficiales.
Referencias
Bennett, N., y Lemoine, G.J. (2014). What a difference a word makes: Understanding threats to performance in a VUCA world. Business Horizons, 57 (3), 311-317.
Giroux, H. (2013). La pedagogía crítica en tiempos oscuros. Praxis educativa, XVII (17), 13 26.
Kitagawa, K. (2017) Situating preparedness education within public pedagogy. Pedagogy, Culture & Society, 25(1), 1-13. https://doi.org/10.1080/14681366.2016.1200660.
Kitagawa, K. (2021). Conceptualising ‘Disaster Education’. Education Sciences, 11 (233), 1-15. https://doi.org/10.3390/educsci11050233.
Valladares Riveroll, Liliana. (2022). Educación para la reducción de riesgos de desastres como una práctica de pedagogía pública: retos y posibilidades para el contexto mexicano. Revista de estudios y experiencias en educación, 21(47), 307-335