Este 4 de diciembre estuvimos en el cierre de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL-GDL, 2022). Ese fue prácticamente el último día del evento. Fue un domingo por la tarde. …
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El propósito de este breve comentario es analizar algunos aspectos sobre la gestión educativa que ha llevado a cabo el gobierno federal, a través de la Secretaría de Educación Pública (SEP), durante estos cuatro años en el contexto de una retórica gubernamental orientada hacia la “transformación social”.
La gestión educativa, según Justa Ezpeleta (1999), “se entiende como vínculo, como función articuladora de sentidos entre las instancias (educativas) que van desde las más altas jerarquías hasta el plantel escolar, llegando al interior de cada una de ellas.”
En esta oportunidad describiré brevemente la lógica de los incentivos económicos dirigidos al magisterio, como política pública, y argumentaré por qué conviene replantear o desaparecer el esquema de dichos incentivos para este gremio.
La Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (MejorEdu), organismo público descentralizado, no sectorizado, del gobierno federal, dio a conocer hace unos meses el documento denominado “Indicadores Nacionales de la Mejora Continua de la Educación en México. Edición 2021: Cifras del ciclo escolar 2019-2020. Principales hallazgos”.
Si la guerra jurídica es una guerra por el poder, la SEP del gobierno del presidente López Obrador perdió una batalla más. La declaración de esta semana por parte de la titular de la SEP, en el sentido de suspender la prueba piloto del cambio curricular (2022) para la educación básica, da cuenta de ello. El jefe del Ejecutivo federal y la secretaria de educación pública, Leticia Ramírez Amaya, saben que la guerra está declarada.
El profesor David Isaacs, de la Universidad de Navarra, escribió un artículo en 2002 que lleva por título: “Centro educativo ¿Organización o Comunidad?”. En la introducción del texto afirma: “En la literatura actual (de la investigación educativa) se plantea con frecuencia la cuestión de si conviene considerar a los colegios como organizaciones o como comunidades, por ejemplo: Sergiovanni, T. (1994), Belenardo, S. (2001), Strike, K. (1999).” Para decirlo de manera más directa, el autor se pregunta: “Un colegio ¿Es una organización o es una comunidad?” (Ver: ESE No. 2, 2002).
Preocupa que el nuevo proyecto de transformación curricular de la educación básica en México, publicado recientemente por las autoridades educativas federales (SEP, Anexo del Acuerdo 14/08/22), haya incurrido en fallas teórico pedagógicas elementales. Me detengo en esta oportunidad en una de ellas: El concepto de aprendizaje y, en particular, el concepto de aprendizaje en la escuela.
La noción de Nueva Escuela Mexicana (NEM) creada durante el presente sexenio (2018-2024), hace referencia esencialmente a ciertos rasgos de la tradición educativa de la escuela pública mexicana, pero ¿Hay de verdad una nueva escuela mexicana?
Durante la presentación del libro “Educación y Pensamiento Matemático Infantil”, (Ediciones Episistemas Educativos, 2022), el pasado día 24 de agosto en la sala audiovisual de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Querétaro, destacaron, en una breve crónica posible y según mi percepción, cuatro palabras sobre la mesa: Docencia, resoluciones, creatividad e intuición.
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