Dos noticias llamaron mi atención durante esta semana en la que, después de las vacaciones decembrinas, las y los estudiantes y el profesorado mexicano regresaron a clases.
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Con excepción del anuncio de la creación de la Universidad Nacional “Rosario Castellanos”, el sector educativo se mantendrá prácticamente igual… ¿o peor? que el año que recién termina. Tal parece que la apuesta del gobierno federal, a través de la Secretaría de Educación Pública (SEP), es consolidar el impasse en el que se encuentra el sistema educativo a pesar de las múltiples demandas y necesidades que privan en este.
El pasado 13 de diciembre de 2024, Mario Delgado, titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), anunció durante la ceremonia de entrega de títulos profesionales a egresados y egresadas de la carrera de formación docente de las Universidades del Bienestar, que podrían participar en los procesos de admisión en educación básica del siguiente año. Dicho anunció pudo no tener mayor eco en la prensa nacional, así como también, en el Sistema Educativo Mexicano, porque, como se sabe, con la reforma promovida por el Pacto por México y ejecutada por Enrique Peña Nieto y Aurelio Nuño Mayer, cualquier egresado de alguna Universidad o Institución de Educación Superior hoy día puede participar en los procesos de admisión a este nivel educativo, obviamente cumpliendo algunos requisitos, pero de que pueden ingresar pueden ingresar, aunque no hayan tenido una formación inicial ligada con la pedagogía y la didáctica.
Con la victoria en las urnas de los maestros Filiberto Frasuto Orozco y Marcelino Rodarte Hernández, en las Secretarias Generales de las Secciones Sindicales 34 y 58 del Sindicato Nacional de los Trabajadores de la Educación (SNTE), el magisterio democrático ha logrado un triunfo histórico. Un triunfo que, si bien es cierto debe ser celebrado por quienes por décadas han sufrido los estragos del “oficialismo sindical”, también es cierto que debe tomarse con cierta mesura, dada la inmensa estructura sindical a nivel nacional conformada por esos liderazgos vitalicios, caciques y/o señores feudales, que harán todo lo necesario para no perder los cotos de poder que les han permitido vivir a costa de los trabajadores de la educación esparcidos a lo largo y ancho de la República Mexicana.
El título que da entrada a esta serie de reflexiones, se desprende de una línea de una extraordinaria canción que hace algunos ayeres le escuché cantar a la gran Chavela Vargas, interprete mexicana de origen costarricense, que más de uno habrá oído en un algún momento de su vida.
En los últimos años y meses, hemos sido testigos de un fenómeno que ha ido creciendo, prácticamente en todos los estados de la República Mexicana, me refiero a una serie de hechos relacionados con algún aspecto de la violencia que se vive a nivel nacional.
Es sabido que los políticos de sobra conocen las demandas y necesidades del pueblo; si no hubiera tal conocimiento, dudo mucho que algunos de estos “personajes” pudiera figurar en la arena política. Jugar con esas demandas y necesidades es hoy por hoy un “arte”, que indistintamente coloca a ciertos políticos en lugares en los que, de no ser por ese fino conocimiento, difícilmente hubieran llegado.
Para pocos es desconocido que la carga administrativa es una de las principales quejas que expresan las maestras y maestros que se encuentran laborando en alguna de las escuelas de la República Mexicana; ya sea en algunos estudios, en los medios de comunicación o redes sociales, o simplemente en las conversaciones que suelen darse entre conocidos o amigos que coinciden en algún evento familiar o social pero que conocen sobre el ámbito escolar, el tema sale a relucir en más de una ocasión, y no es para menos.
Ahora resulta que el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) se encuentra preocupado y ocupado para que las maestras y maestros cuenten con un nuevo sistema de ingreso, promoción y reconocimiento que no vulnere los derechos de sus agremiados, cuando desde el sexenio de Enrique Peña Nieto y mucho menos en el de Andrés Manuel López Obrador, movieron un solo dedo para detener las constantes violaciones a esos derechos laborales y profesionales de los trabajadores de la educación. ¡Qué los compre quien no los conozca!
Desde que la presidenta electa Claudia Sheinbaum – hoy presidenta constitucional de México – anunció el nombramiento de Mario Salgado al frente de la Secretaría de Educación Pública, he sostenido que algunos funcionarios (y no funcionarios) que tienen una incidencia en esta dependencia, estarían muy contentos con la llegada de este político mexicano a la misma, porque, como es sabido, la vena neoliberal que recorría varias de sus oficinas, que por cierto nunca se extinguió durante el sexenio de López Obrador, cobraría mayor fuerza y vigor dado el pasado reciente del ex Senador del PRD en 2013 o, en 2018, como coordinador del grupo parlamentario Morena.
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