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Jóvenes Construyendo el Futuro: aprendizajes blandos, vacíos de seguimiento y retos de largo plazo, advierten investigadores

by Redacción Revista Aula
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La experiencia de Jóvenes Construyendo el Futuro ha generado aprendizajes relevantes para miles de jóvenes en México, pero también revela vacíos estructurales que limitan su impacto de largo plazo en la empleabilidad, el bienestar y las trayectorias educativas, coincidieron Luis Antonio Mata y Claudia Santizo durante sus intervenciones en el panel dedicado a analizar los puentes entre formación, trabajo y bienestar.

Luis Mata, investigador del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias para el Desarrollo de la Educación (INIDE), subrayó que uno de los principales problemas del programa es la ausencia de un padrón de egresados y de un sistema de seguimiento institucionalizado, lo que impide conocer con precisión qué ocurre con las y los jóvenes tras concluir su participación. Señaló que gran parte de la evidencia disponible proviene de encuestas de salida y de registros parciales, insuficientes para evaluar resultados en un programa masivo y heterogéneo.

A partir de entrevistas con egresados y tutores, Mata destacó que los aprendizajes más valorados por las juventudes no son necesariamente técnicos, sino habilidades blandas: comunicación, responsabilidad, socialización, comprensión de la lógica del trabajo y del mercado laboral. En muchos casos —dijo— el programa permite a jóvenes, incluso con formación universitaria, entender cómo funciona realmente su campo profesional, tomar decisiones estratégicas y, en algunos casos, emprender. Sin embargo, advirtió que este aprendizaje ocurre con frecuencia sin un componente pedagógico estructurado, dependiendo casi por completo del tutor y del contexto del centro de trabajo.

Para Mata, el reto central es fortalecer el componente formativo y pedagógico, profesionalizar a los tutores y vincular el programa con incentivos a la contratación, alianzas con empresas, bolsas de trabajo funcionales y trayectorias de formación continua. “Hoy los jóvenes aprenden a trabajar, pero no necesariamente reciben una capacitación técnica sistemática que sea escalable o certificable”, señaló.

Por su parte, Claudia Santizo, profesora-investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Cuajimalpa, presentó un análisis preliminar de 40 entrevistas realizadas a participantes del programa, a partir de una distinción analítica entre formación profesional, bienestar, aprendizajes para la vida, empleabilidad y trayectorias educativas. Sus hallazgos confirman que el programa produce una amplia gama de habilidades socioemocionales: organización, disciplina, comunicación interpersonal, manejo emocional, resiliencia, adaptación y autonomía personal.

Santizo explicó que estas habilidades funcionan como puentes hacia tres trayectorias posteriores: la inserción laboral formal, el emprendimiento y la continuidad educativa. En varios casos, las y los jóvenes utilizaron el apoyo económico para concluir estudios universitarios o de posgrado, mientras que otros capitalizaron la experiencia para autoemplearse o incorporarse al mercado laboral con mayor rapidez.

No obstante, la investigadora advirtió que persisten interrogantes clave para la política pública: si las habilidades técnicas adquiridas tienen efectos duraderos o temporales; si las habilidades blandas facilitan la movilidad laboral a lo largo del tiempo; y si el programa beneficia más a jóvenes con mayor nivel educativo previo. También subrayó que la calidad de la experiencia depende de factores altamente desiguales: el tipo de centro de trabajo, el perfil del tutor y la existencia —o no— de un plan formal de capacitación.

Ambos investigadores coincidieron en que, sin ajustes de fondo, el programa corre el riesgo de funcionar principalmente como apoyo asistencial temporal, más que como una política de formación que garantice autosuficiencia y bienestar sostenible. Para ello —concluyeron— es indispensable clarificar el propósito del programa, fortalecer su diseño pedagógico y construir mecanismos de seguimiento que permitan evaluar su impacto real en la vida de las juventudes.

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