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Futbol, ¿para ignorantes?

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Ante posturas polarizadas debemos formar sujetos capaces de imaginar caminos alternativos

¿Qué hace mejor a una persona que desprecia el futbol y descalifica a sus seguidores?, ¿son realmente mejores?, ¿mejores en qué o por qué?, ¿qué les hace pensar eso?, ¿acaso existe aquí, una mirada clasista?, ¿es preferible, declararse seguidor del tenis?, ¿del futbol americano?, ¿del golf? ¿la F1? ¿acaso pretendemos marcar distancia de aquello que nos resta estatus?

¿Acaso tiene relación con aquella idea de la actividad intelectual antes que la física, trasladada desde la dimensión laboral?, ¿mejor un trabajo en oficina que en la obra?, ¿encuentra relación con algunos sectores académicos, que declaran su repudio a cualquier actividad que implique el sudor y que, incluso, su torpeza (real o fingida) en actividades físicas como los deportes o el baile, les hacen aparecer como verdaderos intelectuales?

Esta situación me remite a otras más tales como, en la que se establece una relación inversamente proporcional entre el tamaño de la pantalla (TV), o la potencia de un equipo de sonido, en un hogar, con la existencia de libros en la misma. A mayor tamaño o potencia, menor cantidad de libros en casa; o bien nos hace pensar que, el preferir música “clásica” o asistir a museos, es mejor, o diferente a preferir ver el futbol.

Ante esto, me formulo interrogantes contrarias: ¿qué pasa con aquellos casos, en los cuales, existe una pantalla gigante en casa o un equipo de sonido, potente, que constituyen un factor para preservar el sentido de comunidad? La reunión o fiesta para sociedades como la mexicana, han representado, mucho más que un fin; históricamente han representan un medio para la identidad y cohesión social.

¿Qué pasa con aquéllos que, contando con estos equipos, además, cuentan con una biblioteca “adecuada” a los requerimientos de los estándares sociales? ¿Qué pasa con aquéllos que, teniendo grados académicos y trayectorias sólidas en su campo, son excelentes bailarines de salsa o de ritmos, con los que de natural no se les asocia?

¿Es compatible y posible escuchar a la Sonora Dinamita, a los Fernández y similares y además de gustar de Bach y demás barrocos?, ¿es posible gustar del futbol y estar en condición socioeconómica desahogada o poseer algún grado académico? La respuesta es simple: sí.

La discusión no se encuentra en al objeto o situación con la que nos relacionamos, sino en el tipo de relación que establecemos con esa situación u objeto; nos pueden limitar o proyectar, dependiendo si soy yo, como persona pensante, quien elige o no.

En tiempos de intolerancia y descalificación, por desgracia, se han vuelto comunes estas posturas, que, de vez en vez, emergen escandalosamente; el fondo que debe ser observado, como es el caso, catalizado por el Mundial de Futbol de Qatar y de manera determinante, la descalificación del equipo de futbol de la Federación Mexicana de Futbol.

Pareciera una temática alejada de lo que convencionalmente se ocupa mi colaboración semanal; sin embargo, es una situación socio-cultural, que mucho dice de la educación, socialmente prevalente.

Insisto: ante las posturas polarizadas, que se nos ofrecen, socialmente prefabricadas, que nos lastran y dividen, debemos formar sujetos capaces de imaginar caminos alternativos.

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