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Vacaciones y vandalismo en las escuelas

by Carlos Ornelas
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Escuela vacía con pupitres desordenados y ventanas rotas tras actos de vandalismo en vacaciones.
Carlos Ornelas
Carlos Ornelas

La violencia criminal no se reduce a asesinatos, chantajes, extorsiones o secuestros. Las vacaciones escolares abren la posibilidad de que los delincuentes roben los planteles escolares con el menor de los riesgos y ciertas garantías de impunidad. Las noticias de robos de computadoras, cables, ventanas, mobiliario, aparatos de aire acondicionado (en zonas cálidas) y hasta de inodoros, lavamanos y persianas plagan las páginas de periódicos locales. Ningún estado está a salvo de hurtos en las escuelas. En todos lados se cuecen habas.

Sin embargo, una nota de Milenio, del viernes 15 de agosto, causa alarma. En Tamaulipas no solo hay huachicol y disparos a granel, en 2024 los fulleros cometieron hurtos en 2,190 planteles, el 30% de la entidad. Igual que en otras partes del país, los directivos de las escuelas no denuncian los hurtos. Piensan que no vale la pena, que ninguna autoridad hará nada y es mínima la expectativa de recuperar los bienes. En algunos estados, las asociaciones de padres de familia organizan cierto tipo de centinelas, pero es insuficiente, además de que, en caso dado, no tendrían manera de frenar a los transgresores; muchos usan armas.

Lo peor del caso es que en Tamaulipas, según el reportaje, la mayoría de los hurtos los cometen jóvenes. Algunos fueron exalumnos del plantel, lo revelan videos de las cámaras de vigilancia. Tal vez lo mismo suceda en el resto del país. En algunas partes surge el perjuicio de que los adolescentes ladrones son pobres y quizá en muchos casos lo sean, pero echarle la culpa a la pobreza por la violencia es la salida fácil. En ciertos casos se ha probado que muchos chavales de clase media caen en las garras del vicio —o lo inducen los agentes del narco— y para sufragar sus compras de pingas pastillas u otros productos, acuden al robo. Las escuelas en vacaciones son presa fácil.

Muchos diarios del país reportan el vandalismo y saqueos de bienes escolares. Pero pocos informan, acaso porque las autoridades no investigan, a quiénes compran los productos. Es otra clase de latrocinio que queda impune. ¿Otra herencia de abrazos y no balazos?

La denuncia pública del robo a más de dos mil escuelas en Tamaulipas no provino de la oposición que quiera denostar a los artífices de la Cuatroté, ni de empresarios ni de grupos ajenos a Morena. La nota la dio el diputado del partido mayoritario, Marcelo Abundis. Propuso al congreso del estado reformar el código penal y aumentar la pena de siete a 15 años de prisión para quienes roben en las instituciones educativas. Piensa que disminuirán los despojos si se aumenta la pena en el código penal. Cavilo que esa propuesta no asusta a los delincuentes, jóvenes o viejos, el problema no es de leyes, sino de su aplicación. La impunidad es el eslabón débil de la cadena. Tenemos un Estado de derecho frágil y una procuración de justicia más quebradiza que el vidrio de las ventanas de las escuelas.

Algunas voces manifiestan que el imperio de la criminalidad se debe a que ni familias ni escuelas hacen su tarea de educar e inculcar los valores de honestidad y rectitud, que no fomentan una moral de decencia y solidaridad. Es otra respuesta fácil, culpar al sistema educativo, a los padres de familia y a los maestros de la flaqueza moral de la sociedad.

El asunto es grave y no hay soluciones sencillas ni de corto plazo. Claro, la educación juega un papel importante, pero es el contexto político, la violencia en la sociedad y la impunidad de los criminales quienes afectan la convivencia pacífica entre los mexicanos.

La buena noticia: ya se van a acabar las vacaciones.

Retazos

La SEP informó ayer (Boletín 265) que con el programa “’Mi derecho, mi lugar’”, todas y todos los jóvenes de la Ciudad de México que lo solicitaron tienen un lugar garantizado en bachillerato”. Pregunto si la Secretaría tiene contemplado qué hacer si al joven o su familia no les gusta la escuela que les tocó ni quieren estudiar en línea.

No sé si la Nueva Escuela Mexicana, con toda la parafernalia discursiva que acarrea, podrá hacer que los jóvenes de bachillerato se queden en la escuela, que les guste, como quiere la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo.

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