“La paz no es solo la ausencia de guerra, es un derecho humano que debe construirse desde la educación y las comunidades”, señalaron Luis Guillermo Guerrero Guevara y Berta Jaime, investigadores del Centro de Investigación y Educación Popular (CINEP) de Colombia, en el marco del seminario “Educación popular y construcción de paz: la experiencia de Colombia”, realizado por el Instituto de Investigaciones para el Desarrollo de la Educación (INIDE).
Durante su participación, los expertos compartieron las lecciones aprendidas a lo largo de décadas de trabajo en la transformación de comunidades afectadas por el conflicto armado en Colombia. Guerrero, con más de 35 años de experiencia en el CINEP y actualmente colaborador del programa Educapaz, y Jaime, con una trayectoria de más de cuatro décadas como docente, reflexionaron sobre los principales desafíos históricos que enfrentan las comunidades colombianas, definidos por Guerrero como los “tres tsunamis”: la concentración de tierras, el narcotráfico y la explotación minera y energética.
El primero de estos desafíos, señalaron, es la concentración extrema de tierras. Actualmente, el 81% del territorio rural pertenece al 1% de las grandes haciendas, mientras que el 99% de los pequeños agricultores comparten solo el 19%. Esta desigualdad ha provocado pobreza, desplazamiento forzado y una crisis agrícola que sitúa la reforma rural como un pilar clave del acuerdo de paz firmado en 2016 con las FARC. El segundo “tsunami” es el narcotráfico, que durante más de seis décadas ha permeado la vida política, económica y social de Colombia, financiando violencia y economías ilegales que han fragmentado aún más el tejido social. Finalmente, la explotación minera y energética, aunque representa una fuente de riqueza, ha generado conflictos territoriales, despojo y graves violaciones de derechos humanos, afectando particularmente a comunidades rurales y étnicas.
En este contexto, Educapaz surge como una respuesta transformadora que busca construir una paz integral y duradera. Este programa trabaja a partir de dos pilares fundamentales: la transformación pedagógica, que busca transformar las relaciones entre escuelas, comunidades y territorios mediante un enfoque centrado en el arte, la educación emocional y la conexión cultural, y la incidencia política, que promueve cambios en las políticas educativas públicas con énfasis en áreas rurales, fomentando la reconciliación y la educación intercultural.
Los ponentes destacaron el papel fundamental de los docentes como mediadores y guías en el proceso de reconciliación, subrayando la importancia de crear espacios de diálogo y reflexión donde los jóvenes puedan imaginar alternativas a la violencia. El ejemplo de la Comuna 13 de Medellín, donde la colaboración entre comunidades, organizaciones sociales y proyectos urbanos revitalizó una zona profundamente afectada por el conflicto, fue presentado como un caso inspirador de transformación a través de la educación y el trabajo colectivo.
La paz, insistieron Guerrero y Jaime, no es un estado estático, sino un proceso dinámico y positivo que requiere el reconocimiento de la diversidad cultural, el fortalecimiento del tejido social y la sostenibilidad ambiental. Inspirados en figuras como Gandhi y Mandela, afirmaron que la educación popular es una herramienta poderosa para sanar las cicatrices del conflicto y construir un futuro más equitativo y justo para las comunidades más vulnerables.