Como a varios colegas, la Comisión Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) tuvo la gentileza de mandarme una serie de documentos que ha publicado recientemente. Hubo uno …
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El 29 y 30 de septiembre, la Dirección General de Educación Normal del Gobierno de Veracruz organizó el Segundo Foro Nacional de Seguimiento a Egresados. Esta reunión fue importante por al menos dos razones. Primero, porque se estudian las trayectorias laborales de los normalistas en tiempos de “revalorización magisterial” y ante una pregunta que aún no recibe una respuesta plausible: ¿en qué áreas de especialidad y niveles se requiere formar a más maestras/os y cómo?
Aparte de ser un gran escritor, Jorge Luis Borges también fue un docente esmerado. Esto muestra el libro editado por Martín Arias y Martín Hadis intitulado “Borges profesor. Curso de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires” (2000, Argentina; Emecé). Grabadas en cinta magnetofónica por los propios estudiantes para aquellos que no podían asistir en el horario establecido, estas 25 clases fueran después transcritas quedando constancia del aprecio del autor por una cultura que admiró y un tema que conoció ampliamente: la literatura inglesa. “Sin darme cuenta me estuve preparando para este puesto toda mi vida”, expresó Borges al ser designado como docente universitario.
Este 2 de octubre atestiguó el desarrollo de nuevas protestas y movilizaciones estudiantiles en diversas universidades del país. El Instituto Politécnico Nacional, por ejemplo, está experimentando un periodo de agitación causado por múltiples razones. Desde meses atrás, se sabe que al seguir la orden de ampliar la cobertura, se elevó el número de estudiantes sin una adecuada planeación. Esto complicó el regreso a clases presencial, así como las condiciones de estudio y trabajo. De acuerdo con Luis Hernández Navarro, en “el malestar de los jóvenes [del Poli] se mezclan viejos y nuevos agravios”. Hallamos, dice el periodista, desde la “disputa del instituto, corrupción, indolencia e incapacidad para responder a las demandas de los alumnos hasta “denuncias de acoso sexual, rapacidad, ambición del charrismo del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), porrismo y sucesión presidencial” (La Jornada, 13/09/22). Un problema, repito, de múltiples dimensiones.
Hace 10 años se decretó la obligatoriedad de la educación media superior. ¿Qué significaba esto? Que el Estado (gobierno y sociedad) debía asegurar las condiciones necesarias para que todas y todos los jóvenes de entre 15 y 17 años hicieran efectivo el derecho de recibir educación en este nivel. Se planeó que “a más tardar” en el ciclo escolar 2021-2022 se debía alcanzar la cobertura total (100%). ¿Y qué pasó? No cumplimos. Sólo 78 de cada 100 jóvenes a nivel nacional cursan este nivel en la modalidad escolarizada y no escolarizada y lo peor: según cifras oficiales —y con todo y becas—, el porcentaje de estudiantes se redujo cinco puntos porcentuales en dos años.
En México, la elección de 2018 dio como resultado un gobierno poco proclive a utilizar los resultados de la investigación y de la evaluación para tomar decisiones y diseñar políticas. Esto marcó un punto de inflexión en el manejo de los asuntos públicos.
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