En la Montaña Alta de Guerrero, en la comunidad de Xochitepec, los pasillos de la telesecundaria Genaro Vázquez Rojas permanecen en silencio. A tres semanas de iniciado el ciclo escolar 2025–2026, los adolescentes todavía no reciben clases porque no hay maestros.
La escena no es nueva. Desde hace al menos dos años, la escuela ha funcionado en condiciones precarias: el ciclo pasado, un solo profesor se hizo cargo de los tres grados, además de las funciones de dirección. “Era todólogo, director y maestro a la vez. Muchos muchachos desertaron porque era imposible atenderlos bien”, recuerda Cornelio Espinoza Ramos, regidor de la comunidad.
Oficios sin respuesta
Las autoridades locales han enviado oficios desde junio. En uno de ellos, fechado el 14 de ese mes, pidieron al secretario de Educación de Guerrero, Ricardo Castillo Peña, la asignación de tres docentes. En septiembre reiteraron la solicitud, acompañándola con firmas de padres de familia y recordando que la educación es un derecho garantizado por la Constitución y la Convención sobre los Derechos del Niño.
La respuesta oficial no resolvió nada. La Oficina de Enlace Educativo de la Secretaría de Educación Pública (SEP) turnó el caso al gobierno estatal, argumentando que desde 1992 corresponde a los estados operar su sistema educativo. La SEG informó que la asignación de maestros “estaba en proceso”, pero hasta ahora no ha llegado ningún docente a Xochitepec.

El único maestro, sin sueldo
A la falta de profesores se suma otro problema: el maestro Antonio Beltrán Román, único contratado, dejó de acudir porque no se le ha pagado el salario del ciclo en curso. “¿Cómo va a trabajar alguien sin recibir su sueldo?”, cuestiona Beatriz Alessio Robles Landa, quien acompaña a la comunidad en sus gestiones y advierte que la deserción escolar se agrava cada día.
La situación ha dejado a decenas de adolescentes sin la posibilidad de continuar su educación básica. “Nuestros hijos tienen derecho a estudiar, pero parece que no importamos”, dicen los padres de familia.
El malestar ha ido en aumento. Comisarios, autoridades locales y padres de familia aseguran que la paciencia se agota y que no descartan organizar manifestaciones y acciones públicas para visibilizar la problemática. “Ya no basta con que nos reciban los oficios. Queremos soluciones, no excusas”, expresan.
“En Xochitepec, donde la pobreza y la marginación marcan la vida diaria, la telesecundaria es uno de los pocos espacios de esperanza para los jóvenes. Hoy, esa esperanza está en suspenso”, externan.

