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Resistencia

by Miguel Ángel Casillas
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Ilustración de una universidad con de estudiantes y docentes en protesta al frente.
Miguel Casillas
Miguel Casillas

La revisión del concepto de resistencia desarrollada por Martin W. Bauer de la London School of Economics and Political Science en el marco de la XVII Conferencia internacional sobre representaciones sociales aplica bien para pensar en la situación actual de la Universidad Veracruzana.

En efecto, la Universidad, sus comunidades y grupos académicos se preparan para resistir frente a la imposición de la Junta de Gobierno quien -al margen de toda ley y de toda honorabilidad- ha prorrogado por un periodo más de cuatro años la gestión del rector actual.

Las acciones de resistencia se pueden agrupar en torno a algunos procesos típicos. El primero es la resistencia como un imperativo moral frente a algo que está mal, en este caso, como una reacción ante la injusticia y la ilegalidad, como una acción frente a la imposición de una arbitrariedad cultural, que trata de imponer sobre la realidad objetiva una narrativa que justifica las ilegales acciones de la Junta. Se trata de un discurso de justificación sobre una serie de ilegalidades: abrogarse un derecho inexistente por parte del rector, asumir por parte de la Junta que la prórroga era procedente; luego, diseñar al margen de los procedimientos establecidos una consulta ficticia y poco transparente; asumir como válidos los dichos del rector sobre el balance de su periodo sin constatar la veracidad de los mismos; hasta finalmente decidir prorrogar al periodo rectoral otros cuatro años, sin convocatoria, ni contrastación de ideas y sin auscultación a la comunidad.

En tanto imperativo moral, la resistencia convoca a enfrentar el mal, el oprobio, la imposición, el descaro y la arrogancia del poder. El fundamento legal que ha sido transgredido es la fuente de la indignación, pues es sabido que las leyes sirven y funcionan cuando se respetan por los ciudadanos y las comunidades, cuando hay un reconocimiento de su validez social. En el caso de la Veracruzana, han sido sus máximas autoridades quienes han infringido la legislación: el rector con su autocrática actitud y el grupo de interés que controla la Junta de Gobierno con su aval.

Por otro lado, las acciones de resistencia se desarrollan como una reacción frente a un proyecto que se anticipa como regresivo, equívoco, peligroso por sus consecuencias. Es una reacción frente a lo que previsiblemente estará mal, frente a las cosas que se pueden anticipar como incorrectas. En el caso de la UV, con toda claridad se observa con la prórroga una amenaza inmediata al desarrollo académico y a las relaciones de convivencia en la universidad. En efecto, la imposición de la prórroga no hace más que prolongar el deterioro y la agonía de una institución que navega a la deriva, sin un proyecto de renovación académica y sujeta a un pernicioso grupo de interés que tiene confiscadas las posiciones de poder.

Para todos los universitarios está claro que el lento desarrollo académico y la condición anómica de la institución no pueden superarse bajo la conducción de unas personas que hasta la fecha han sido incapaces, displicentes y pazguatas. El futuro de la Universidad es incierto y el deterioro previsible si se sigue sin hacer nada. ¡Y lo que ha prometido el rector con su plan de trabajo es que hará lo que no hizo en cuatro años! El riesgo es enorme para todos, para los estudiantes, para los trabajadores y profesores.

Ante la injusticia y la ausencia de un futuro promisorio los universitarios están reaccionando y desarrollando sus planes de resistencia. El regreso a clases será la ocasión de la movilización que desahogue la ola de indignación que nos afecta a todos, profesores, estudiantes y trabajadores universitarios, pero también a los padres de familia, a los egresados y a los miembros de la sociedad veracruzana que advierten la crisis institucional en que nos han metido el rector y sus secuaces de la Junta de Gobierno.

Ante el desprecio y la burla de los funcionarios, la resistencia avanza, se teje, la comunidad se organiza. Frente a las amenazas, los controles autoritarios y el peso del poder, va emergiendo la indignación y la esperanza por un futuro diferente. La resistencia busca revertir los acuerdos de la Junta y se va decantando una solución interna a la crisis institucional con la exigencia de la renuncia del rector, la disolución de esta Junta y la elección de una nueva Junta por parte del Consejo Universitario, que a su vez convoque al proceso de renovación de la rectoría para recuperar la senda de la legalidad en la Universidad.

La resistencia existe y la razón la sostiene. La fuerza la acompaña.

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