Sebastián Guevara Cota y Eduardo Backhoff Escudero
Desde el año 2000, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) realiza el Programa de Evaluación de Estudiantes Internacionales, conocido como PISA. Dicho estudio se lleva a cabo cada tres años, con excepción de su versión 2022, que por la pandemia se retrasó un año. Su propósito es conocer qué competencias escolares logran adquirir las y los estudiantes que cumplen 15 años de edad, independientemente del grado escolar que cursen. Por su importancia, a lo largo de los años el número de países que participa en este estudio ha ido creciendo; en 2022, se sumaron 81 países y regiones autónomas. Históricamente, los resultados han mostrado que los países con mejores resultados son aquellos que tienen un mayor desarrollo socioeconómico, aunque hay sus excepciones importantes (como es el caso de Vietnam).
El 5 de diciembre pasado se dieron a conocer los resultados de la aplicación de 2022. Muestran una caída importante, respecto a 2018, en las puntuaciones de muchos países y una subida en muy pocos. El promedio de las naciones de la OCDE perdió el equivalente a tres cuartas partes de un grado escolar en Matemáticas y a medio grado escolar en Comprensión lectora. En Ciencias permaneció igual. México no fue la excepción de aquellos que perdieron aprendizajes en proporciones importantes. En el ranking mundial, México se posiciona cerca del lugar 57 y, respecto a la OCDE, fue el tercer país peor evaluado en Matemáticas y Lectura, y el que obtuvo las puntuaciones más bajas en Ciencias. Un dato alarmante es que dos de cada tres estudiantes mexicanos no alcanzan el nivel mínimo de aprendizaje en Matemáticas, y cerca de la mitad no lo hacen en Ciencias y en Lectura.
Sin lugar a dudas, los resultados de las competencias cognitivas de los estudiantes ofrecen una perspectiva valiosa sobre la calidad de los sistemas educativos en el mundo. Sin embargo, sólo revelan una parte del panorama educativo de un país. Un elemento crucial que no debe pasarse por alto es el aspecto socioafectivo de los estudiantes, por ejemplo, su sentido de bienestar, seguridad, motivación y pertenencia a la escuela. Por ello, los datos de PISA 2022 muestran que los alumnos con mayor rendimiento académico se sienten más seguros y menos expuestos a riesgos y acoso en la escuela. Por el contrario, aquellos que se sienten solos, infelices o asustados tienen pocas probabilidades de sobresalir escolarmente.
Para conocer la parte socioafectiva de los estudiantes, PISA les solicita que respondan una encuesta de contexto que explora diversos aspectos de su vida escolar y personal. Dicha encuesta de opinión busca conocer la percepción de los jóvenes evaluados para interpretar de mejor manera los resultados de aprendizaje. Por ejemplo, los estudiantes de los países de la OCDE que manifestaron ser curiosos o persistentes obtuvieron cerca de once puntos más en matemáticas que aquellos que no lo manifestaron. En el mismo sentido, quienes reportaron poder controlar sus emociones o ser resistentes al estrés, también superaron a sus pares por casi seis puntos.
En el caso mexicano, PISA reporta resultados importantes sobre el estado socioemocional de los estudiantes. Por ejemplo, aproximadamente, uno de cada cuatro informa sentirse solo en la escuela y sentirse excluido de las actividades escolares; proporción que es mayor a la media de la OCDE (16 y 17 %, respectivamente). En el mismo sentido, aproximadamente uno de cinco alumnos o alumnas informaron que no se sentían seguros en su trayecto a la escuela, casi tres veces más que lo reportado por los estudiantes de la OCDE (8 %). En otros rubros, los estudiantes mexicanos reportan opiniones muy similares a los del promedio de la OCDE: no sentirse seguros en sus salones de clase (7 %); no sentirse seguros en otros lugares de la escuela, como en pasillos, cafetería, baños (11 y 10 %, respectivamente). Finalmente, en otros aspectos, los estudiantes mexicanos reportan tener menos problemas de bullying (19 % en mujeres y 17 % en hombres) que el promedio de las y los estudiantes de la OCDE (20 % en mujeres y 21 % en hombres).
En síntesis, como lo demuestra el estudio de PISA, los estudiantes mexicanos están mal preparados cognitivamente, pero también presentan algunas dificultades socioemocionales. La falta de amigos o amigas, sentirse socialmente desconectados o aislados pueden tener muchos impactos negativos. Estos pueden incluir mayores tasas de ansiedad, peor calidad de sueño y menores niveles de motivación. Por ello, la cognición y la emoción son componentes que contribuyen al éxito académico de los estudiantes y, por consiguiente, al éxito laboral futuro. Por esta razón, los empleadores buscan profesionistas que puedan colaborar, comunicarse de manera efectiva y adaptarse a entornos de trabajo dinámicos y cambiantes. Al fomentar las habilidades sociales y emocionales, la educación equipa a los jóvenes con herramientas que ayudan a manejar el estrés, a adaptarse a situaciones difíciles imprevistas, a fomentar la resiliencia y a tener una mentalidad positiva.
La función de los maestros, las maestras y del personal escolar es esencial para fomentar la resiliencia en los alumnos, promover la formación de relaciones amistosas y motivar a los jóvenes a esforzarse al máximo para lograr el éxito escolar. Las estrategias y métodos que adopten las escuelas para fomentar el desarrollo de habilidades socioemocionales en sus alumnos juegan un papel crucial en su percepción de bienestar. Este indicador merece una atención especial, ya que las alumnas y los alumnos que sufren de depresión, estrés, ansiedad, o aquellos que se sienten desmotivados para estudiar y que tienen problemas para construir relaciones sociales positivas, probablemente no sólo tendrán un menor desempeño académico, sino que también podrían enfrentar mayores dificultades en su vida profesional y familiar.
Es evidente que el desafío educativo de México (como el de otros países) no sólo se limita a mejorar el aprovechamiento académico, medido a través de evaluaciones de aprendizaje (como es el caso de PISA): también es fundamental considerar el bienestar emocional de los estudiantes. Ambos componentes educativos, el cognitivo y el afectivo, son esenciales para que los jóvenes se formen integralmente y estén mejor preparados para enfrentar los desafíos que les depara el futuro.
Para mejorar el clima escolar es necesario conocer qué sucede en cada plantel. Para ello, no es necesario esperar a que el país sea evaluado por PISA cada tres años. El país lo puede hacer si tiene un plan con este objetivo. Bastaría con utilizar las encuestas que realiza PISA, o bien, hacer las propias para poder monitorear de manera sistemática el estado socioemocional de los estudiantes y diseñar programas que se orienten a mejorar el nivel de su bienestar emocional. Con ello no únicamente mejoraría el clima escolar, sino también el rendimiento académico.
Finalmente, es importante señalar que, a diferencia de la evaluación del aprendizaje que es una medición objetiva, las encuestas de PISA son mediciones subjetivas que se basan en la experiencia, percepción y opinión de los estudiantes. La investigación muestra que éstas están sujetas a aspectos culturales que cambian de un país a otro, por lo que sus resultados deben interpretarse cuidadosamente para evitar hacer comparaciones y generalizaciones que no corresponden con la realidad.
Sebastián Guevara Cota
Maestro en Políticas Públicas de Educación por la Universidad de Stanford
Eduardo Backhoff Escudero
Presidente del Consejo Directivo de Métrica Educativa, A. C.
*Artículo publicado originalmente en Revista Nexos