Carlos Acosta*
Un proyecto educativo que tenga como fundamento los ideales o principios de la izquierda, debe plantearse seriamente el rumbo que debe tomar el Sistema Educativo Nacional (SEN). Para eso, debe tomar en consideración diversos factores que van desde los propiamente legales (desde la constitución hasta las leyes y reglamentos menores), hasta las consideraciones institucionales de espacios, materiales, tiempos, tipos de contrato de la comunidad docente, entre otros. Pero de igual manera, la reflexión sobre los fines últimos que orientan la educación, su puesta en práctica, y la reflexión profunda sobre los objetivos injerencistas de organismos empresariales internacionales como la OCDE y sus aliados nacionales del sector empresarial.
La Nueva Escuela Mexicana (NEM) y su proyecto de Marco Curricular Común de la Educación Media Superior (MCCEMS), ha pretendido romper con las lógicas empresariales en la educación desde sus documentos base, así como en los fundamentos de cada una de las Unidades de Aprendizaje Curricular (UACs). Sin embargo, la comunidad docente de éste nivel, sobre todo desde el Observatorio Filosófico Mexicano (OFM) y la Asociación Filosófica de México (AFM), así como otras organizaciones y grupos disidentes del sector, se han mantenido al tanto y con mirada crítica han logrado observar las tendencias que se han colado con al NEM y el nuevo marco curricular, que son continuadoras de las que pretendieron en el 2007 eliminar las disciplinas filosóficas y humanísticas del currículum de la EMS.
Desde esa reflexión y análisis crítico, han logrado observar la tendencia a contaminar la educación media con tendencias gerencialistas de corte netamente empresariales, (ver Mauro Jarquín, 2021, La Pedagogía del capital, Foca), el determinar la educación como de “excelencia” desde el artículo tercero constitucional, reflejando en el SEN una evidente tendencia privatizadora. Entendemos la tendencia privatizadora el hecho de hacer de la escuela pública un negocio al servicio de los intereses del sector privado con financiación pública, como ocurre realmente en las escuelas de nivel medio con las capacitaciones laborales que, en el discurso, se presentan como una bondad para aquellos estudiantes que deseen incorporarse al mercado laboral.
La realidad es que, en un país en donde casi el 60% de la población se encuentra en el sector informal y solo alrededor del 40% cuenta con un trabajo formal, ese discurso de bondad sobre las capacitaciones en la educación media resulta ser mera ficción y solamente funcionaria, en el peor de los casos, como presión sobre los salarios por la sobreoferta de fuerza de trabajo calificada. Debemos tener en cuenta que desde hace cinco años, la OCDE publicó el documento “Estrategias de competencias (2019, url: https://goo.su/NNDdDb), en el que se señalan las “competencias” que el sector educativo debe adoptar con el objetivo de responder a los intereses del sector privado a nivel mundial: las habilidades socioemocionales, las habilidades de trabajo en equipo para la resolución de problemas, así como las habilidades de multifuncionalidad para atender problemáticas complejas.
En ese tenor, se ha promovido por el sector empresarial a nivel mundial las competencias llamadas STEM (en España cuentan con una competencia a nivel secundario llamada precisamente así). En México, el sector empresarial en conjunto con el extranjero han publicado su documento “Visión STEM para México” (2019, url: https://goo.su/9Wlz5), en el que encadenan los lineamientos de la OCDE con las necesidades del sector empresarial local y extranjero. Las implicaciones que tiene esto con los planteamientos del MCCEMS se observan claramente: lo que en el pasado pretendía desaparecer a las disciplinas filosóficas y humanísticas, ahora se ha extendido también a las Ciencias Sociales y a las llamadas Ciencias Naturales y formales. ¿Por qué afirmamos esto? Porque la función propedéutica que antaño tenía la EMS está pretendiendo ser sustituida por una en la que los conocimientos llamados “mínimos” (por no decir, más superficiales), serán aquellos que más cuenten y, sobre todo, sirvan para la resolución de “problemas” inmediatos de las comunidades (ver lo que plantea el Programa Aula, Escuela, Comunidad y los Proyectos Escolares Comunitarios).
De esa forma, se sacrifica el conocimiento propedéutico que preparaba estudiantes para acceder a nivel superior por fines utilitarios e inmediatistas, pues los “problemas” comunitarios han de abordarse desde una perspectiva inmediatista con soluciones del mismo nivel. Pero no debemos olvidar que, así como nos topamos de frente con esos obstáculos de corte privatizador, también se presenta la oportunidad de la movilización de la comunidad docente en la tarea de ejercer su autonomía didáctica, aprovechando la flexibilidad curricular no en beneficio de los intereses privados, sino de la educación con fines de conocimiento, que continúe con la misión de democratizar el saber científico a toda la población con miras a forjar la ciudadanía crítica desde el nivel medio hasta el superior.
Para ello, la comunidad docente ha de avocarse a la tarea de un arduo y laborioso proceso de reflexión y análisis de las propuestas de la NEM, el MCCEMS así como de las UACs, todo con el fin de una verdadera transformación del SEN que tenga como meta lograr los principios más valiosos de la tradición de la izquierda. Es preciso, por eso, exigir todos los espacios y tiempos necesarios para la formación, actualización y reflexión conjunta de la comunidad docente en cada uno de los subsistemas y a lo largo y ancho de todo el país.
*Sociólogo
Docente del Colegio de Bachilleres del Estado de Querétaro