Lo acontecido en materia educativa
La pandemia del COVID-19 impactó en México a inicios de 2019 por lo que, para evitar la propagación del virus, a partir de marzo la Secretaría de Educación Pública (SEP) ordenó cerrar las escuelas, confinando a los escolares de todos los niveles educativos en sus casas; acción que se realizó en la mayoría de los países y que afectó a cerca de 1.2 mil millones de estudiantes (UNESCO, 2020).
Todos los países implementaron diversas medidas para que los estudiantes pudieran seguir aprendiendo desde sus hogares: la gran mayoría usó plataformas virtuales y cerca de la mitad medios masivos de radio y televisión; algunos entregaron dispositivos electrónicos a sus alumnos, otros a sus escuelas, mientras que unos más ofrecieron créditos blandos a docentes y padres de familia para su adquisición (UNESCO, 2020).
México implementó el programa Aprende en casa (SEP, 2019), que se sustentó en dos grandes acciones: 1) transmitir los contenidos curriculares por medios televisivos (los que tuvieron que elaborar en el momento) y 2) utilizar internet para que los docentes interactuaran con sus estudiantes, distribuyeran materiales digitales y organizaran actividades pedagógicas a distancia.
A principios del ciclo escolar 2021-2022 el gobierno decidió retornar a las escuelas de manera voluntaria, y ante el fracaso de esta medida, a mitad del ciclo lo hizo de manera “obligatoria”. Se desconoce con precisión la efectividad de las acciones tomadas por la SEP, aunque hay indicadores que no son alentadores.
El INEGI (2020) realizó la Encuesta para la Medición del Impacto COVID-19 en la Educación (ECOVID-ED), cuyo propósito fue conocer las condiciones en que la población estudiantil concluyó los dos ciclos escolares pasados y cómo se apoyó en los hogares a los estudiantes para ayudarlos con los aprendizajes escolares.
La encuesta muestra que, durante la pandemia, solo el 50% de los hogares mexicanos tenía medios digitales y servicios de internet y que los dispositivos electrónicos más utilizados fueron, en orden de importancia, el celular y la computadora.
En educación básica 70% alumnos utilizaron principalmente el celular y 75% de ellos tuvieron que compartirlo con sus familiares.
En cuanto a las deficiencias del proceso educativo a distancia, se encontró que: no se aprendió o se aprendió menos que de manera presencial (58%), faltó seguimiento en el aprendizaje de los alumnos (27%), faltó capacidad técnica o habilidad pedagógica de padres o tutores (24%), hubo un exceso de carga académica y actividades escolares (19%), prevalecieron condiciones poco adecuadas para el estudio en casa (18%) y faltó la convivencia con amigos (16%).
Con la idea de retomar las clases presenciales, el presidente López Obrador anunció un regreso voluntario a partir del ciclo escolar 2021-2022 (SEP, 2021), sin que las escuelas estuvieran preparadas ni todos los maestros y alumnos estuvieran vacunados.
Se sabía que cerca de 20% de los centros escolares no tenían agua ni drenaje, muchas no contaban con espacios ventilados ni abiertos y otras tantas habían sido vandalizadas (Senado de la República, 2022).
Aparte de las limitaciones físicas de las escuelas, otro problema era la disposición de los padres de familia para que sus hijos regresaran a clases en un medio que no consideraba seguro de contagio: solo el 30% de las familias estaban dispuestas a regresar a clases; el resto tenía dudas o, de plano, no tenían la disposición de arriesgar a sus hijos (Martínez, 2021).
En estas condiciones se regresó a clases con un modelo voluntario, escalonado e híbrido; es decir, clases presenciales y a distancia al mismo tiempo.
Este modelo resultó mucho más complejo que el anterior, pues implicaba que un mismo docente se haría cargo de dos grupos de estudiantes en modalidades diferentes y de manera simultánea.
Algunas escuelas privadas pudieron implementarlo con el uso de videocámaras con sonido e internet en cada salón de clases, para que unos estudiantes estuvieran presentes, mientras otros lo hacían en forma remota, turnándose diariamente.
Pero esta solución resultó imposible de aplicarla en las escuelas públicas, a quienes no se les dio un apoyo financiero mínimo para atender las clases en esta nueva modalidad híbrida, como podría ser la contratación de ayudantes de profesores.
Acaba de iniciar el ciclo 2022-2023 con un sistema educativo muy golpeado por efectos de la pandemia, el cierre prolongado de escuelas y las malas decisiones de política educativa.
Por ahora, podemos identificar tres grandes problemas que enfrenta el Sistema Educativo Nacional: 1) un baja considerable en la matrícula, que suma casi 1.7 millones de estudiantes de la educación obligatoria (en números redondos: 627 mil en preescolar; 508 mil en primaria; 170 mil en secundaria y 367 mil en media superior) (Fernández, Reyes y Herrera, 2022), 2) un deterioro de la infraestructura y equipamiento escolares (se desconocen los números) y una pérdida muy importante en los aprendizajes de los estudiantes: la UNESCO (2021) estima que la proporción de niños que viven en situación de pobreza de aprendizajes podría alcanzar el 70 por ciento debido al cierre prolongado de las escuelas.
A ello se le suma un presupuesto disminuido en materia educativa cercano al 3.1% del ingreso bruto (Patiño, 2022), el más bajo en los últimos años, y la cancelación de varios programas educativos funcionando, como lo fueron las Escuelas de Tiempo completo, el de Infraestructura escolar y el de la Educación inicial.
Aparte del programa La escuela es nuestra y del programa de Becas a los estudiantes, se desconocen otras acciones importantes que haya emprendido la SEP por atender la contingencia educativa provocada por el cierre prolongado de las escuelas (cercano a 200 días).
La SEP había sido renuente en hacer un diagnóstico de los aprendizajes perdidos de los estudiantes que, habiendo pasado de grado escolar, iniciarán un grado para el cual no están preparados académicamente.
Tampoco se conoce un plan de la SEP de formación docente para atender el rezago educativo al que se tendrán que enfrentar todos los maestros con dichos estudiantes.
Tampoco se cuenta con un plan emergente de financiamiento a las escuelas que fueron vandalizadas y que sufrieron un deterioro importante en su infraestructura y equipamiento escolar, debido a la falta de vigilancia y mantenimiento.
En medio de esta emergencia educativa, en vez de atender los problemas antes expuestos, se le ocurre al gobierno formular en un nuevo plan de estudios para la educación obligatoria; plan que presenta muchas características disruptivas e improvisadas que, escasamente, tiene algún referente educativo en otros países, salvo el de Bolivia.
De acuerdo con Guevara-Niebla (2022), este proyecto se hizo de prisa, a la carrera, improvisando; su contenido no se sustenta en una experiencia educativa previa y su base es exclusivamente doctrinaria. Por su parte, Mancera (2022) señala que el proyecto desecha sin argumentación el conocimiento que se tiene sobre la teoría y la práctica de la educación en México y el mundo, y que no aborda el tema de las tecnologías. Finalmente, Frade (2022) afirma que la ideología subyacente (las Epistemologías del Sur) no corresponde a las necesidades del siglo XXI, que las orientaciones didácticas no tienen claridad en cuanto a su marco de referencia y que su más grave deficiencia es que carece de lineamientos para evaluar el aprendizaje de los estudiantes.
A manera de conclusión
No cabe duda que el gobierno de la 4T le ha dado poca importancia al tema educativo. En un afán por desaparecer todo lo hecho anteriormente, con la idea de que fue producto del “neoliberalismo”, cuya intención era privatizar la educación, la SEP ha ido desapareciendo poco a poco todos los programas educativos que habían mostrado servir a los más desprotegidos; también castigó financieramente al programa de formación docente y a las escuelas normales.
La inversión en gasto educativo es la menor de muchos años. La mayor parte del financiamiento educativo se ha ido al programa de becas que, desgraciadamente, no está ligado al desempeño escolar de los estudiantes.
La pandemia tomó al sistema educativo sin estar preparado para dar una respuesta efectiva. Aunque se implementó el programa Aprende en casa, éste adoleció de muchos problemas pues dependía de que en los hogares de los estudiantes y de los docentes tuvieran computadoras (u otros equipos digitales) e internet. Este no fue el caso, ya que se estima que cerca de la mitad de hogares no contaban con estos servicios y que muchos no los tenían de manera suficiente para que todos los miembros de una familia los pudieran utilizar cuando lo necesitaran.
Por desgracia, el gobierno no apoyó ni a los docentes ni a los estudiantes con financiamiento para resolver este problema, por lo que muchos estudiantes no atendieron las clases virtuales. Otro problema importante fue que los docentes no contaban con material digital ni con el entrenamiento necesario para atender a sus alumnos a distancia. Los docentes atendieron a sus estudiantes como pudieron, teniendo que aprender, al vuelo, a utilizar las tecnologías digitales y a atender a sus estudiantes en casa.
En conclusión, la SEP con la ayuda de los docentes hicieron lo que pudieron, pero fue insuficiente. Con el cierre de las escuelas por 200 días, los problemas del sistema educativo se agrandaron el menos en tres ámbitos: una baja en la matrícula de la educación obligatoria cercana a 1.7 millones de estudiantes; un deterioro considerable en la infraestructura y en el equipamiento escolar, ya sea por causas naturales o por vandalismo, y; una pérdida en el aprendizaje de los estudiantes equivalente entre uno y dos grados escolares.
Hasta el momento se desconocen los programas de la SEP orientados a revertir estos tres problemas, con excepción de la evaluación diagnóstica que están a punto de implementar en estudiantes de segundo de primaria a tercero de secundaria, en las asignaturas de Español, Matemáticas y Educación cívica. En su lugar, se anuncia un nuevo currículo de gran calado de la educación básica y media superior que cambia los principios filosóficos y pedagógicos de la educación en México, por lo que se tira a la basura todo lo avanzado hasta el momento, entre lo que se encuentran los libros de texto gratuitos elaborados en el sexenio anterior.
Termino señalando que los tres cambios de secretarios de educación —Esteban Moctezuma, Delfina Gómez y Leticia Ramírez— confirman la tesis del poco interés que el gobierno del presidente López Obrador le ha dado al tema educativo, pues dichos puestos se han utilizado como un trampolín para ocupar otros de mayor importancia política para la 4T, pero no para garantizar el derecho que tienen todos los niños y jóvenes del país a recibir una educación de calidad.
Texto publicado en el primer volumen de la versión física de la Revista Aula: https://revistaaula.com/wp-content/uploads/2022/10/Aula-01