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La lucha por el territorio: SEP vs. AEF

by Abelardo Carro Nava
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Por: Abelardo Carro Nava
Por: Abelardo Carro Nava

Vaya pachanga la que se traen la Secretaría de Educación Pública (SEP) y la Autoridad Educativa Federal de la Ciudad de México (AEF). Sus titulares, Mario Delgado y Luciano Concheiro, a pocos meses de haber iniciado gestiones en sus respectivos espacios y territorios, han establecido formas de trabajo diferentes que, quiérase o no, han terminado en tremendos encontronazos. El más reciente y visible fue el Consejo Técnico Escolar (CTE), apenas efectuado en los miles de planteles escolares a lo largo y ancho de la República Mexicana.

Mientras que Mario Delgado, titular de la SEP, evidentemente ha decido dar continuidad al neoliberalismo disfrazado de izquierdismo en sus políticas educativas; Luciano Concheiro, titular de la AEF, ha enviado señales claras de un intento por cambiar o modificar el establishment. Mientras Mario Delgado insiste en proponer una serie de Orientaciones para la preparación de la cuarta sesión ordinaria del Consejo Técnico Escolar; Luciano Concheiro difunde El sentido de Consejo Técnico Escolar en las escuelas de educación básica de la AEF en la Cdmx. Mientras Mario Delgado sigue impulsando Orientaciones que supuestamente generan la tan cacareada autonomía profesional, pues el colectivo docente puede elegir 4 temas porque los otros 4 le son impuestos; Luciano Concheiro intenta generar condiciones para que el CTE sea el espacio autónomo de formación y reflexión crítica colegiada en el que prevalezca el diálogo horizontal, el intercambio de experiencias y saberes, la deliberación y la participación entre docentes y directivos de cada escuela, lo cual requiere tomar distancia de las prácticas que lo han burocratizado afín de que los propios colectivos sean lo que determinen y definan su contenido y organización. Mientras todo esto sucede, ¿qué pasa en las escuelas?

Es obvio que el sistema educativo nacional tal y como hoy lo conocemos, ha sido el resultado de múltiples factores que le han dado forma a esa centralidad impresionante que lo gobierna, cosa que de plano resulta incomprensible en estos días, porque, curiosamente, mientras le mundo gira vertiginosamente, la SEP parece haberse quedado anclada en un tiempo que no corresponde con lo que sucede en el terreno educativo y, particularmente, en cada una de sus trincheras.

Imagino, como tantas veces lo he dicho, que en la SEP no se ha entendido que lo que se vive en su castillo no es lo mismo que sucede en la sierra norte del estado de Puebla, en la zona centro de Culiacán o en la frontera con Estados Unidos; para sus funcionarios, que están detrás de un escritorio, todo es homogéneo, nada es diverso y, por tales razones, las decisiones deben tomarse desde el centro para que cada escuela, cada colectivo, cada docente, funcione como desde ese castillo se piensa y se espera. Vaya, una suerte de súbdito es lo que se recrea en mi mente. Alguien al que de vez en cuando se le puede decir que goza de libertad y autonomía, aunque, en los hechos, no es dueño ni de la escoba que ha comprado para llevarla a la escuela. 

Esta situación, aunado a la precariedad laboral del magisterio que todos conocemos, ha generado inercias interesantes, sobre sale, desde luego, la rigidez y poca flexibilidad de la estructura jerárquica y autoritaria hacia quienes a diario toman decisiones en las aulas. Sí, decisiones que a diario se toman en el aula por parte de sus protagonistas; me refiero a las maestras y maestros. ¿Por qué no confiarles la posibilidad de organizar, por ejemplo, sus propias asambleas o CTE? En serio, ¿la SEP creerá que es muy difícil realizar una agenda de trabajo en las que se incorporen temas que les preocupan u ocupan? Vaya, no imagino a alguien de esta dependencia diciendo “Momento, en las escuelas no hay la capacidad para nombrar a un conductor y a un relator entre los presentes y por ello debemos decirles qué hacer y cómo se tiene que hacer”, “Sí, hagámoslo”.

Caray, me resulta increíble que en la SEP no acaben de comprender que cualquier espacio puede aprovecharse para hablar de distintos problemas que aquejan a los estudiantes, profesores, padres de familia y hasta los directivos. Son esas charlas que regularmente se dan en los pasillos, en los recesos, en los momentos en los que los chicos se encuentran en educación física, computación y hasta en el desayunador. Creo, si no me equivoco, que pocos de estos funcionarios han estado en alguna convivencia entre maestras y maestros; en éstas siempre, pero siempre se termina hablando del trabajo o de los alumnos. Es, por así decirlo (y aunque no quiera reconocerse), tema de conversación entre maestras y maestros.

Entonces, de algo tan cotidiano como una pequeña charla entre colegas, ¿no podrían surgir momentos de diálogo donde se coloque un tema en común que pueda ser tratado para, posteriormente, tomar acuerdos si fuera el caso o simplemente aprender de todo ello?

El año pasado, por octubre o noviembre, un director de una escuela de educación básica me invitó a su CTE; él, después de observar al colectivo docente tomó la decisión de efectuarlo fuera de la escuela. Según recuerdo, me dijo que tal decisión surgió porque se había dado cuenta que en las últimas semanas había demasiada tensión en las maestras y maestros. Como parece obvio, los docentes se sorprendieron porque su director había sido muy cuadrado siempre. Y bueno, el día del CTE llegó, todos acudieron al punto de encuentro y la conversación giró en torno a las tensiones y preocupaciones de los profesores; un tema que nada tenía que ver con lo que marcaban las famosas orientaciones, pero sí con su ejercicio profesional donde la inseguridad y el clima de violencia les estaba afectando a ellos y a sus alumnos. Después de dos horas y media de charla, de un breve receso y de algunas actividades lúdico recreativas que podían ser vinculadas a los proyectos, llegó el momento de la comida. Curiosamente, en un ambiente más relajado, como es la toma de alimentos, se tocaron algunos puntos de los señalados en las orientaciones que la federación emite cada mes. 

Usted, en algún momento, ¿se ha preguntado qué está pasando en las escuelas? 

Tengo clarísimo que la profesión y el quehacer docente trae consigo una enorme responsabilidad. Estoy seguro que la mayoría de los docentes lo saben, sin embargo, pienso que la SEP aún no se da cuenta de ello (aunque suene ingenuo) y por ello insisten hasta el hartazgo en un esquema que se ha anquilosado con el transcurrir de los años. 

No sé si la AEF tenga delineado un proyecto que intente transformar aquello que por años no se ha tocado, pero, si el no considerar las orientaciones que emite la SEP para abrir el espacio donde la autonomía profesional pueda hacerse una realidad, pues habría que tomarle la palabra y arrebatarle esa autonomía para que se puedan proponer nuevas formas de trabajo, nuevas ideas, nuevos proyectos o… ¿las maestras y maestros seguirán esperando que todo emane del centro?

Habría que dejar que la SEP y la AEF sigan en esa lucha, porque, desde mi perspectiva, se ha abierto una brecha que puede llevar a la maestra o maestro a su propio territorio, no el de ellos, aunque hay que reconocer que uno de ellos comienza a generar esa inercia.

Al tiempo.

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