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La evaluación formativa de la Nueva Escuela Mexicana

by Pluma Invitada
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Dr. Carlos David Díaz López*

El 19 de agosto fue publicado el Acuerdo por el que se establece el Plan de Estudio para la educación preescolar, primaria y secundaria, cuya aplicación [obligatoria] iniciará con la generación de estudiantes que cursan el primer grado de cada uno de los tres niveles durante el ciclo escolar 2023-2024. 

En respuesta a lo establecido en el artículo 29, fracción IV de la Ley General de Educación, en el Acuerdo se establecen Los criterios y procedimientos de evaluación y acreditación para verificar que el educando cumple los propósitos de cada nivel educativo. Este apartado inicia con una descripción del modelo de evaluación de los aprendizajes empleado en el Sistema Educativo Nacional en las últimas décadas. Entre sus líneas, se representa a un modelo de evaluación de los aprendizajes basado en la asignación de una calificación numérica que refleje el conocimiento que han adquirido los estudiantes. Asimismo, se hace un hincapié en que dichas calificaciones se obtienen a través de pruebas estandarizadas o por procedimientos que permiten cuantificar el desempeño de un estudiante al final del proceso. En esta misma línea, se asegura que este enfoque de evaluación “ha permitido que se separe la evaluación del proceso formativo […] derivando en una separación de la evaluación de la didáctica.” (p.80). 

El Acuerdo define la evaluación del aprendizaje como un proceso que permite poner en “evidencia el trayecto recorrido y el que falta por andar, con el fin de emitir una valoración pertinente siempre provisional” (p. 81). Para ello, establece que la evaluación de los aprendizajes y la acreditación de los mismo se de en dos momentos. 

En el primer momento se debe realizar una evaluación formativa del aprendizaje, que consiste en el seguimiento que los profesores hacen sobre el proceso de aprendizaje de los alumnos con un énfasis en su desarrollo en diferentes contextos y experiencias que conciernen a su vida cotidiana. Aquí, se destaca como un aspecto central de la evaluación formativa el “trabajar con el error de las y los estudiantes en una estrategia didáctica para interpretar el sentido del error y acordar una estrategia de acción” (p.82). Será a través de la observación, la reflexión y retroalimentación que los profesores deberán distinguir los contenidos que necesitan aprender y reforzar los estudiantes. Para acompañar este proceso de evaluación, se sugiere [más no se prescribe] llevar un registro que acompañe la observación, y realizar valoraciones escritas sobre los aprendizajes, las dificultades enfrentadas y el compromiso para continuar aprendiendo de los estudiantes. 

En un segundo momento se debe realizar la acreditación de dichos aprendizajes. Aquí los profesores deben sustentar y otorgar las calificaciones de acuerdo con el juicio que ellos hacen acerca de todo el proceso de enseñanza y aprendizaje de los estudiantes. Para acompañar este proceso se sugiere [más no se prescribe] considerar la interpretación que los maestros y los estudiantes hagan acerca de una serie de evidencias como exámenes, trabajos, tareas o portafolios de evidencias que permitan asignar una calificación. La función de esta calificación solo permite determinar la promoción del estudiante y no su proceso de aprendizaje obtenido.

A partir de lo establecido en el Acuerdo en materia de Evaluación de los aprendizajes, resulta necesario enunciar las siguientes reflexiones:

Los criterios y procedimientos de evaluación propuestos parten de, en palabras de Sánchez Mendiola, una falsa dicotomía entre la evaluación formativa y la evaluación sumativa. En el Acuerdo se presenta a la evaluación formativa como un proceso que (a) contribuye a que la escuela se consolide como un espacio público en donde cualquiera de sus miembros pueda equivocarse; (b) permite que la y el estudiante reflexione sobre su proyecto de aprendizaje; y (c) demanda del compromiso y responsabilidad de las y los estudiantes para hacer una reflexión tanto individual como colectiva sobre el proceso de desarrollo que están teniendo, sus avances y los retos que tienen que enfrentar [todos, atributos positivos]. Por el contrario, se describe al actual contexto de evaluación de los aprendizajes como un mecanismo que (a) se basa en una supuesta cuantificación del conocimiento; (b) da pie a una escala arbitraría que fija un nivel de aprobación […] y reprobación; (c) utiliza pruebas estandarizadas o porcentajes de desempeño los cuales se promedian al final de un proceso; y (e) clasifica escolar y socialmente a las y los estudiantes [todos, atributos negativos].

Al respecto, Sánchez Mendiola nos invita a entender a la evaluación sumativa y la evaluación formativa como un continuo, ya que ambos tipos de evaluación dependen del componente donde se centrará la evaluación (contexto, entrada, proceso o producto) y del uso que se hace de sus resultados.

Por otra parte, en el Acuerdo se describe la implementación de la evaluación formativa solamente como un proceso y no se especifican ni describen puntualmente las técnicas e instrumentos de evaluación que deberán emplear los profesores para acompañar el proceso enseñanza y aprendizaje de los estudiantes. Comprender la evaluación formativa solo como un proceso es una simplificación excesiva y un riesgo. Es poco probable esperar que un modelo de evaluación funcione si los métodos, técnicas e instrumentos que se utilizan en el proceso no son adecuados para los propósitos previstos, y mucho menos si se desconocen, como en este caso. El proceso no puede superar las deficiencias de un instrumento pobremente desarrollado o implementado. 

Conviene recordar a Don Arturo de la Orden quien nos señaló que, independientemente de la modalidad o del tipo, la influencia de la evaluación sobre el proceso y el producto de la educación es decisiva y afecta su calidad, siempre y cuando se tomen decisiones en función de las cuales se decidió la evaluación: Una evaluación sin eventuales consecuencias sobre el objeto evaluado carece de sentido.

En síntesis, el Acuerdo no proporciona elementos que nos permitan conocer ¿cuáles serán las decisiones que se tomarán a partir de la evaluación? y, aún más grave, ¿qué y cómo se va a evaluar en la Nueva Escuela Mexicana?

*Investigador de tiempo completo. Instituto de Investigación y Desarrollo Educativo. Universidad Autónoma de Baja California

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