Si se le considera componente fundamental del proceso de formación, habría que ser cauteloso
Siendo la formación de investigadores educativos, el campo de conocimiento en el cual mejor me siento, y habiendo hecho docencia en el nivel superior por más de treinta años, principalmente en asignaturas relacionadas con la investigación y la formación para ello, muy recientemente y como afectación del viento de las inquietudes populares -por aquello de la magistrada y la tesis en cuestionamiento-, se me pregunta, sobre cuál es mi postura en cuanto a que sería mejor desaparecer “la tesis” de entre los requisito de titulación.
El cuestionamiento expuesto podría ser de fácil respuesta, si consideramos que la elaboración de una tesis es solo un requisito, en el que se recrean prácticas administrativas, económicas y de poder poco deseables, la conclusión es que deben desaparecer. ¿Para qué continuar con esos engorrosos trámites que parecen no terminar nunca?, ¿para qué dar lugar a ese último cobro a quien busca titularse, que en muchos casos carece de recursos económicos? Y ¿por qué permitir la reproducción de situaciones en donde el ejercicio del poder de generaciones pasadas se manifiesta en los momentos de “aprobar” la tesis de un aspirante, en medio del escrutinio, de un “superior”? Si este es el sentido, ¡que desaparezca la tesis!
Sin embargo, si a la tesis se le considera componente fundamental del proceso de formación de una persona estudiante, habría que ser cauteloso, antes de precipitar la respuesta. En este otro sentido, la tesis, podría ser entendida, como: a) la última oportunidad de quien egresa para reflexionar sobre lo aprendido, y lo que queda como pendiente en su trayectoria como estudiante para seguirse formando; b) la posibilidad para identificar e incursionar en un área específica de conocimiento de su campo de formación, que definirá posiblemente su desarrollo posterior como académico o profesional; y, c) el proceso que materializa la cualidad humana del conocer, cualidad que se palpa en nuestra incesante necesidad de generar preguntas de todo y sobre todo.
Si la tesis gozara de nuestro aprecio y, del institucional, desde la propuesta de la segunda de las ópticas expuestas, sería entonces que debemos oponernos férreamente a su desaparición; a menos, que la, o las instituciones involucradas en desaparecerla, sean capaces de diseñar y gestionar un currículum, que contenga y promueva, los aportes de incluir la tesis en el plan de estudios. Cada asignatura debería promover la capacidad de hacer investigación para que sus estudiantes, accedan efectivamente al aprendizaje y al conocimiento; independientemente de que exista la tesis o no. Solo dos aspectos que considero aportes formativos antes de despedir este párrafo: Aproximación de quien se forma a la transformación de información en conocimiento y uno de impacto inmediato, la argumentación de sus afirmaciones, superando el mal de nuestros tiempos de posturas desde la ignorancia.
Ya en el campo del plagio, incluido el que motivó a quien me cuestionó al respecto, además de la cuestión ética que involucra, hay un aspecto legal que se debe hacer cumplir, más allá del simple hecho de otorgar o no, un puesto público. Habrá que incluir en nuestro análisis y consideración, la valoración social que se tiene de la educación pensada solo como escolaridad; en sociedades como la nuestra es común encontrar, que se le relaciona directamente con dos aspectos aspiracionales: el prestigio social, y la posibilidad de encontrar trabajo, por lo cual, el fin justifica los medios.
Bueno, eso digo yo.
Publicado originalmente en e-consulta: https://www.e-consulta.com/opinion/2023-01-26/hacer-o-no-hacer-tesis-es-la-cuestion?fbclid=IwAR0wjPO22bEgFdXZnKGmYwMraFGMMGqa2Om4zqkiPkNuDFAO2dSVP6xZ6mM