Eduardo Grajales
Uno de los aspectos fundamentales en el proyecto de la Nueva Escuela Mexicana es el papel de padres y madres de familia en la búsqueda del máximo logro educativo de niñ@s y adolescentes.
Me parece de suma relevancia analizar esto, debido a que los primeros actores capaces de formar o deformar la estructura emocional determinante en la maduración-crecimiento-desarrollo de las nuevas generaciones, son precisamente los padres.
Con base en lo anterior, es relevante qué este sector conozca sus tareas y acciones, no sólo como responsabilidad personal sino como obligación ciudadana consagrada en la Constitución.
Para ello, la Reforma Educativa 2019 promovió un cambio sustancial en el Artículo 31 constitucional que por ahora cita como responsabilidad de padres-madres y tutores “participar en su proceso educativo, al revisar su progreso y desempeño, velando siempre por su bienestar y desarrollo”.
Lo anterior no es cosa menor, obliga a los que tenemos hij@s a informarnos más y mejor.
A decir del psicólogo Eliu Ramos, un destacado especialista con quien conversé en Causa Magisterial TV, las y los padres juegan un papel crucial desde la educación inicial hasta la adolescencia, pues en la etapa de madurez se observarán los resultados del trabajo hecho en la primera infancia.
Es por esto que aspectos básicos de la dinámica diaria, como fijar la atención, motivar a través del juego evita que los niñ@s pierdan experiencias importantes en su vida a causa del ya normalizado uso de dispositivos digitales.
Aunque parezcan actos comunes, la dinámica actual está impidiendo que le dotemos a nuestra niñez de estas actividades determinantes en su contención emocional y otros procesos fundamentales para construir mecanismos sicosociales que les permitirán enfrentar problemas de la vida.
Por tanto, es importante reflexionar qué tipo de niñez queremos y cuáles son nuestras expectativas de la escuela.
Responder estas interrogantes ayudará a replantear el papel de la escuela y la educación familiar-comunitaria como pretende la NEM.
Solo partir de ello lograremos replantear nuestra dinámica paternal y darle su verdadero significado a dicho espacio educativo que hasta hoy lo seguimos pensando como mera guardería en la cual se resguarda a los niños durante la actividad laboral.
Urge sensibilizar a la población para que vea en la escuela y la educación un proceso determinante en la calidad de vida de sus hijos y de los ciudadanos que habrán de formarse en el futuro inmediato.
Lograr una sana relación entre padres e hijos es elemental para resolver de poco los grandes problemas que contaminan nuestra sociedad (violencia, drogadicción, alcoholismo, hipersexualidad, entre otros) y que afectan principalmente a la niñez exponiéndolos a situaciones de alto riesgo como la delincuencia organizada y el suicidio.
Es tiempo que colaboremos en este esfuerzo por hacer y ser una nueva escuela, donde padres, maestros y estudiantes formen una comunidad educativa sólida y que ésta se refleje en una sociedad cohesionada y con mejor calidad de vida. roberto.e.gglz