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El modelo mexicano de la innovación

by Alejandro Canales
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El Plan Nacional para la Innovación es una iniciativa más en la planeación irregular de esta administración para el sector científico y tecnológico. ¿Logrará llevarse a cabo?

Las interacciones entre universidades, industria y gobierno (con los añadidos del ambiente y la sociedad) conforman al modelo propuesto.

El plan todavía no está en marcha, espera una exención de impacto regulatorio que probablemente le será concedida, pero en breve podría estar vigente. Se trata del Plan Nacional para la Innovación, una iniciativa más en la atípica planeación del actual periodo gubernamental y, además, dice su proyecto, seguirá un Modelo Mexicano de Innovación.

La primera vez que se mencionó la intención de llevar la innovación al campo científico y tecnológico, en este periodo de gobierno, fue en julio del 2019. En esa fecha se presentó el Plan Nacional de Desarrollo (PND) del sexenio y, seguramente usted lo recuerda, suscitó una amplia controversia, tanto por la estructura y duplicidad de documentos del plan, como por el desencuentro que causó entre el ejecutivo federal y el entonces titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. Al final este último renunció al cargo.

En fin, el caso es que el PND incluyó un párrafo de un par de líneas sobre lo que debía realizarse en el sexenio en materia de ciencia y tecnología. Ahí se anotaron tres acciones: promover las actividades del sector; apoyar a estudiantes y académicos con becas; y, lo más relevante para lo que ahora interesa, Conacyt debía coordinar un “Plan Nacional para la Innovación en beneficio de la sociedad y del desarrollo nacional con la participación de universidades, pueblos, científicos y empresas” (DOF. 12.07.2019).

No obstante, concluyó el 2019, le siguieron dos años más y no se volvió a mencionar el Plan Nacional para la Innovación (PNI). Seguramente porque el programa sectorial (el Peciti), ese documento que debería desdoblar el mandato sobre innovación, tampoco estuvo listo cuando debió estarlo. Finalmente, casi el último día del año 2021, fue publicado el programa y sí incluyó la elaboración del PNI como parte de las estrategias para asegurar que el conocimiento científico se pudiera traducir en soluciones sustentables (DOF. 28.12.2019: 482).

Transcurrió el año 2022 y el asunto no se volvió a tocar. Ahora, apenas la semana pasada, el Conacyt envió su proyecto de PNI a la Comisión Nacional de Mejora Regulatoria (Conamer). Esta última es la instancia encargada de valorar las regulaciones y promover la simplificación administrativa, por lo cual las entidades administrativas deben remitirle cualquier nueva iniciativa de marco normativo.

Las dependencias administrativas también pueden pedirle a la Conamer la exención de análisis de impacto regulatorio, si estiman que el plan o programa que proponen no tiene costos para el ciudadano. El Conacyt solicitó exención para el PNI porque, dice en su justificación, no representará trámites adicionales: “se hará mediante la vinculación de lo ya existente, aprovechando al máximo lo que se invirtió en el pasado” (Proyecto-Conamer).

A la fecha de escribir este texto no estaba la respuesta de la Conamer, pero lo más probable es que le conceda la exención, en cuyo caso no habrá análisis regulatorio ni demora para que entre en vigor el PNI al publicarse en el Diario Oficial de la Federación . Pero ¿qué propone el nuevo plan de innovación?

Uno de los principales componentes, dice el proyecto, para alcanzar la encomienda de llevar la innovación en beneficio de la sociedad y el desarrollo nacional, es la “implementación del “Modelo Pentahélice, el Modelo Mexicano de Innovación, con el que será posible construir los andamiajes necesarios para transitar de la generación del conocimiento a la implementación del mismo” (p. 8).

El diagnóstico es relativamente similar a las líneas de otros planes y programas: durante el dominio del neoliberalismo las políticas científicas y la innovación se dirigieron principlamente a la productividad y competitividad “y en menor medida en generar impactos directos para favorecer el bienestar social o el ambiente”. Y más o menos lo mismo sobre el presupuesto: “no se invirtió de manera adecuada”.

¿Cuál es el modelo pentahélice, el modelo mexicano? En realidad es una variación de uno muy popular en la literatura de política científica, denominado “modelo de innovación de triple hélice”, conceptualizado por Henry Etzkowitz y Loet Leydesdorff en los años noventa, cuyo planteamiento era que el potencial para la innovación y el desarrollo económico provenía de un modelo impulsado por las interacciones entre universidades, industria y gobierno (una hélice por cada uno), pero donde las universidades jugaban un papel destacado.

El modelo mexicano, propone el PNI, consistiría en sumarle dos hélices al modelo original: el ambiente y la sociedad. El primero porque lo considera “un actor activo” que es impactado por todo lo que hace la sociedad y la segunda porque el Plan considera sus necesidades, problemas y recibe los resultados de todos los esfuerzos.

Ojalá fuera tan fácil construir un modelo, tan sencillo como añadir uno, dos o tres componentes, sin afectar sus bases conceptuales, su representación, capacidad analítica y el sentido mismo de modelo. No lo es. Volveremos en una siguiente entrega.

El tema de la innovación como política ya tiene sus décadas entre nosotros, ha tenido sus ajustes en este tiempo, pero no será con improvisaciones como podremos aprovechar las posibilidades que ofrece.

Pie de página: La controversia sobre el glifosato se tornará más álgida y el gobierno federal ya publicó está semana el decreto para restringir la adquisición e importación de maíz genéticamente modificado y también de glifosato. Pendientes.

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