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El menosprecio por la educación física y los educadores físicos

by Abelardo Carro Nava
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Dos noticias llamaron mi atención durante esta semana en la que, después de las vacaciones decembrinas, las y los estudiantes y el profesorado mexicano regresaron a clases. La primera, una sentida protesta de maestras y maestros de educación física en el estado de Jalisco, quienes desde hace unas semanas se han visto afectados en sus derechos por los infames procesos de promoción que se derivan del Ley General del Sistema para la Carrera de las Maestras y Maestros y que en los estados son un verdadero lastre; y la otra, la presentación de la estrategia de prevención de adicciones “Aléjate de las drogas; el fentanilo mata” que realizó el secretario de educación, Mario Delgado, durante la conferencia de la presidenta Claudia Sheinbaum, y cuyo arranque tendrá lugar el próximo 13 de enero en las escuelas públicas y particulares de educación secundaria y en los centros educativos de educación media superior.

Leído así, como lo escribo, pareciera ser que no hay una relación entre los temas, porque, como parece obvio, mientras por un lado a nivel nacional (no solo en el estado de Jalisco) las protestas magisteriales se hacen presentes por infinidad de atropellos a sus derechos laborales y profesionales, por el otro, hay acciones de gobierno que están cargadas de buenas intenciones, pero que, en los hechos, solo se quedan en eso, en intenciones. Me explico.

Nadie, absolutamente nadie podría decir que la educación física no sea harto necesaria e indispensable en los procesos formativos de los seres humanos, porque, al ser una disciplina que se encarga de desarrollar y perfeccionar el cuerpo a través de ejercicios, también contribuye al cuidado de la salud, mejorar las capacidades físicas, activas, sociales, familiares y productivas, así como los valores, autodisciplina, responsabilidad, respeto, honestidad, tolerancia, compañerismo, pertenencia, entre otras. Por ello es que su relevancia, desde mi perspectiva, es fundamental, insisto, para entender e impulsar en los procesos formativos de los seres humanos.

Ahora bien, dicha disciplina debe estar a cargo de profesionales de la educación con una sólida formación que les permita, por ejemplo, en estos días, intervenir pedagógicamente a partir de la edificación de la competencia motriz, comprendida ésta como la capacidad que le da sentido a los movimientos y al saber cómo emplearlos, me refiero a la percepción, interpretación, análisis y evaluación de las acciones vinculadas con la diversidad de saberes adquiridos en otros contextos, así como con procedimientos, actitudes y valores integrados a la personalidad (SEP, 2023). Por estas razones, es que podría decir, que esta disciplina es fundamental en la escuela como un espacio que moviliza corporalmente a las y los estudiantes, pero también, que fomenta el gusto por la práctica deportiva y los estilos de vida saludables.

No obstante, lo anterior, desafortunadamente, ni antes ni ahora, se le ha dado la importancia que debería en nuestro sistema educativo y, por obvias razones, en la educación que se imparte a miles de estudiantes esparcidos a lo largo y ancho de la República Mexicana. ¿Sabe usted cuántos periodos lectivos se tienen considerados dentro de la organización escolar para que las y los educadores físicos aborden los contenidos que tendrían que abordar a lo largo del ciclo escolar?; peor aún, ¿sabe usted de cuántos minutos se conforma un periodo lectivo? Pues bien, si bien les va a las y los alumnos, a lo largo de la semana podrían tener dos clases de educación física de 50 minutos cada una. Esto, desde luego, si no hay suspensiones por eventos sindicales, consejos técnicos, juntas de padres de familia, actividades propuestas de la noche a la mañana por la zona o sector, desfiles, carnavales y un largo etcétera más. ¿Se imagina cuántas sesiones podrían tener los pequeños a lo largo del ciclo escolar?

Insisto, no es de ahorita, desde hace varios años se ha priorizado el español y las matemáticas en la educación de las y los estudiantes; y se entiende que sea así, porque ya sabemos que a alguien se le ocurrió que todo ser humano debía aprender a leer sin que tal vez comprendiera lo que leyera; peor aún, que escribiera lo que debía escribir, pero sin que entendiera qué era lo que estaba escribiendo, por qué lo estaba escribiendo y para qué lo estaba escribiendo; enfoque por competencias algunos le llamaron, hoy, trabajo por proyectos. En fin.

Recuerdo que hace algunos años se intentó establecer un vínculo académico importante que permitiera el trabajo colaborativo entre el educador físico y el docente frente a grupo, para que tanto las actividades del titular como del maestro de educación física fueran de la mano y los contenidos se fueran abordando a la par desde sus respectivas áreas de desarrollo, la verdad de las cosas es que tal acción no se comprendió ni se implementó como debiera y, como parece obvio, cada cual siguió trabajando a su modo con sus propios contenidos. En fin, volviendo al tema que me ocupa, siendo una disciplina tan relevante en la vida y salud de los seres humanos, ¿por qué dos periodos lectivos y unos cuántos minutos para trabajar una disciplina tan relevante en las y los estudiantes?, ¿por qué los titulares de los grupos y no los educadores físicos tienen que abordar y trabajar las diversas acciones que desde el pulpito secretarial se determinan para prevenir, por ejemplo, el consumo de drogas como el fentanilo?, ¿por qué no un trabajo colaborativo a partir de reconocer que cada profesional de la educación, desde su formación, conocimiento, experiencia y/o trayectoria profesional puede aportar para una debida formación de las y los niños?

Tengo claro que la educación física es importante; también tengo claro que varias y varios educadores físicos trabajan en más de tres o cuatro escuelas porque su sistema de contratación no es el mismo que el de un docente de educación preescolar o primaria. ¿No valdría la pena revisar su situación laboral para que dejen de vivir en la precariedad y el menosprecio y verdaderamente se les dé la importancia que merecen en cada uno de los planteles educativos?, ¿no valdría la pena abrir un espacio de diálogo para valorar la pertinencia de modificar la organización escolar y los periodos lectivos, en lugar de diseñar programas como escuelas de tiempo completo o de jornada extendida, en el entendido de que la labor de todos los actores son relevantes en las escuelas?, ¿por qué implementar campañas para prevenir las adicciones en lugar de fortalecer e impulsar la educación física para una vida saludable?, ¿por qué el menosprecio?

Es cierto, tengo claro que, como en todo en la vida, en el sistema hay educadores físicos de todo tipo, sin embargo, cuando escribo estas líneas me quedó pensando en aquel o aquella maestra que recorre seis escuelas a lo largo de la semana para impartir puntualmente sus clases que han sido debidamente planeadas, a unas niñas y niños que ansían su llegada.

En infinidad de ocasiones, cuando he tenido la oportunidad de estar o visitar algunas escuelas de preescolar o primaria, me he dado cuenta de la enorme alegría que les produce a los niños salir a educación física; y no, no es solo por el juego, me consta que es por todas aquellas actividades planeadas que llevan las y los profesores para trabajar con sus niños.

¡Ya chole con los discursos que solo hablan de la revalorización docente! ¡Los docentes quieren hechos señores! ¡Hechos!

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