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El Corredor Pseudointelectual

by Pluma Invitada
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Luis Enrique Alcántar Valenzuela

En el nefasto jueves de Guerra. 05.01.2023/12.05.2023

 “Entre la ficción, los tuits: el jueves de guerra en Culiacán explotó.

Como quieras decirlo; pero que nadie te impida nombrarlo”.

LA VIDA EN ROS(c)A.

Muy a los lejos. En los aires mentales, de no sé quién. Perdidas en los aires del justo tiempo del alba y de la aurora. Sonaban tonos musicales y cantos desafinados: “I am the eye in the sky looking at you. I can read your mind. I am the maker of rules, dealing with fools. I can cheat you blind. And I don’t need to see anymore to know that. I can read your mind (looking at you…)”. Sepa la madre que sería eso. En fin.

Érase un día típico, ¿típico?, donde la vida cotidiana del Monito López se desplegaba en color rosa pastel. De ese color, con el que hoy los días fluyen marcados por la tiranía mántrica del “no eres feliz, porque tú te provocas lo contrario. En ti está”.

Era muy de mañana. Entre amodorrado y apendejado, el Monito pensó hacia sus adentros neuronales. “Se me olvidaba. Es año nuevo 2023. A darle de nuevo. Chingada madre, a darle de nuevo, no tengo alternativa. Qué chinga, esa es la vida de los no exitosos. Después de todo, espero ahora sí, trotar, ya no como viejito ampollado; sino como un señor entrado en edad, pero pues, que todavía las puede”. Él, solo él, se echaba porras así mismo. Lo que es la pobreza. Al Monito le valía madres, e intentaba traducir las máximas motivacionales que había escuchado en los canales de YouTube, donde solo tienen cabida cápsulas de positividad. A eso le apostaba.

El Monito López, era un atleta fracasado, para acabarla de amolar. Cuenta la crónica histórica deportiva que de morro (15 años) se lesionó/fracturó el quinto metatarsiano de su pie izquierdo, en plena competencia de la afamada carrera pedestre de la Candelaria. Por allá en Quilá, Sinaloa. También cuentan las malas lenguas, que el Monito –en ese entonces atleta juvenil-, sin darse cuenta, en el trote constante que llevaba, pisó un montoncito de cascajos de cuerno de chivo, que no sabe a quién demonios se le ocurrió echarlos ahí. En la mera ruta de la carrera pedestre. La verdad, son chingaderas. Gente irresponsable que desgració la vida de un atleta en ciernes. Este pedazo de deportista es un tipo de 1.70 metros de estatura. Talla típica de un corredor de resistencia. De carrocería compacta, cero grasas de más, piernas secas, no musculosas; pero si garrudas. Cabezón a más no poder, con cabello negro rizado, siempre alborotados a la menor provocación. Nariz ancha tipo Kid Azteca, con la cual controlaba su respiración en su trotar diario. Aunque no era una nariz típica de corredor de medio fondo, su nariz chata, con poros de ardilla inquieta le permitían jalar narizadas de aire fresco para mantener los bofes con buenos niveles de respuesta. El Monito, -ahí donde lo ven-, tiene sus rutinas antes de irse a trabajar. En uno de los tantos fósiles/reliquias de cíber, que aún funcionan, en la famosa colonia Barrancos.

Insisto, era muy de mañana. Era ya la hora en que, hasta al búho de Minerva, ya le estaban haciendo piojito para encamarlo. 5:05 a.m. 5 ene. 2023. El Monito López despertaba en su casa popular, ubicada en Infonavit Barrancos, Culiacán, Sinaloa. De inmediato se activó con atisbos de esa inteligencia artificial que ya casi por todos lados pulula. Con cierta dificultad estiró su mano derecha y le dio un tremendo putazo silenciador al Nokia, carcaza color auriazul con logo retro de los pumas de la UNAM. Ese móvil ruidoso, no se sabe de qué generación. Le estaba diciendo al Monito, que ya no se hiciera pendejo y levantara su cuerpecito a la actividad diaria.

El Monito se levantó, y en menos que canta el gallo petacón, ya estaba dando sus primeros pasos de esa mañana mortecina, que apuntaba a ser fría de verdad. Pero de verdad fría, no fregaderas. En un tris tras se dirigió a su ser musical, cantador. Él asegura que tarareaba la rolita de Alan Parson Proyect “Eye in the sky”: …I am the eye in the sky looking at you. I can read your mind. I am the maker of rules, dealing with fools. I can cheat you blind. And I don’t need to see anymore to know that. I can read your mind (looking at you…). En fin. Siguió entonando esa joya de rolita del rock gringo de avanzada.

De inmediato surcó con temblorina, parsimonia y ritmo adecuado las primeras calles y avenidas de su colonia popular. Terruños en donde huele a humildad y hasta los perros barcinos más bravos, ya le ubicaban en ese su caminar inicial. Es más, los mejores amigos del hombre, hasta le sonreían y en vez de ladrarle, parece que le decían “ahí vas pinche Monito huevón, estás más pirata que la Gilbertona”. Para responder a esa habla canina, el Monito les silbaba un poquitín, agitaba sus manos huesudas semicongeladas y los perros respondían moviendo la colita de emoción, tal y como dicta la etología perruna. No les digo, al parecer el Monito, se encontraba desarrollándose en la dimensión rosita del mundo, que solo los pesimistas no ven.

Echo la mocha, el Monito López se encaminó por todo el bordo semiasfaltado del canalón siete.  Al tirar la vista a lo lejos, se podía integrar su silueta flaca encorvada, como vara de garra de tigre, se asemejaba a un viejo taliste, que no se quería doblar más y hacia sus esfuerzos por cargarse de energía. Así iba su día tempranero. Diría la raza de a pie, pintaba un día a todo dar. Consumió varios kilómetros de trote, por fortuna los bofes estaban en su lugar. A los lejos, el Monito escuchó una especie de pedorreo, tipo escapes de tráilers kenworth, ya vetarros. “A cabrón y esa pinche pedorrera tan temprano y en ayunas”. El Monito siguió, en trote ligero como dictan los cánones del running. No se desconcentró. Aunque, en los metros que siguieron a su trote, cargó en su mente con esos raros gases mañaneros. Fue y vino a la compuertona del canalón siete y tal como Eliud Kipchogue, se enrumbaba a las mismas puertas del estadio olímpico en Tokio, Japón. Iba pues en chinga, con buen ritmo y levantando piedritas del asfalto a más no poder. En su esfuerzo, siempre concentrado y mirando el contexto. De repente el Monito López divisó entre bruma negra y neblina, a un veladuermes camarada de él. Que aparte de proyectar su tieso caminar, vociferaba a lo lejos, no sé qué cosas. El Monito, a la distancia no le entendía ni madres. Se dijo en su voz interior “ahí viene el joto del veladuermes, que dirá, no le entiendo”. Ya más cerca de él, como a unos 120 metros, no como unos 118 metros, más exacto. Integró lo siguiente en su zona del lenguaje: “Hey pinche Monito, agarra la onda, Culiacán es un pinche desmadre”. El Monito de volada, metió freno con sus naiki zoom y detuvo su marcha “…qué dices joto…”, “…que es un desmadre Culiacán, los sicarios traen una pinche balacera por todos lados, están quemando casas, carros, mira, no vez el pinche humaderón negro.” Llegó a sus oídos de nuevo la pedorrera de los tráilers. Entones el Monito ató cabos, porque pendejo no es. “No son pedos de tráiler son rafagazos de cuernos de chivo, de ametralladora Barret, en toda la madre”. De inmediato el veladuermes gay le dijo: “Monito, estás pendejo o qué, no escuchas las pinches balaceras y las balaceras, parecen ser de calibre 50”, “…hey wey, a poco no son pedos de escapes de tráilers viejos…”, “…como serás pendejo, Culiacán está ardiendo, ahorita los están reportando en las noticias…”

El veladuermes le mentó la madre en lenguaje de señas de la calle mexicano, y continuó con su caminar entre la bruma negra, los sonidos de las balas y la niebla helada. El Monito López aceptó su pendejismo madrugador en ayunas. Enseguida intentó emular a Usain Bolt, arrancándose en putamadriza a su casa. Repitiéndose a cada segundo “patitas paque las quiero… patitas paque las quiero”. Con la cola entre las patas, apenas llegó a su casa en Barrancos. Entró con calma, sin hacer ruido alguno. El Monito en automático se dispuso a entregarse a la alta toxicidad que en ese momento ardía en las En Red/os sociales.

Luego, aunque no lo crean el Monito López se convirtió en segundos, en usuario del pajarraco azul y se metamorfoseo en una especie de pseudointelectual. Digo, a veces le entraban esos desfiguros y ni quien lo parara al cabrón. Ya ven pues lo que decía el viejo U. Eco “cuidado con esta legión de idiotas”, que hoy circulan/dominan la internet. En fin.

La locura de la mente e intelecto, transformó de inmediato al Monito. Ahora pudiera decirse, que era el Monito Monsiváis. Con el debido respeto que os merece ese apellido de Carlitos Monsiváis QDEP.

Se convirtió en lector de pantalla y analista. Empezó a ordenar y estructurar los tuits que más le llamaron su atención.

PRIMER MADRAZO: “Culiacán amanece con otro jueves negro frío y caliente a la vez. 7:22 a.m. 5 ene.2023

7:25 a.m. 5 ene.2023. En el tuit se comunica que hay suspensión de clases en todo el sistema educativo estatal y federal.

Resurge del grano: el pus de la violencia.

“No, no es medio oriente. Ni Líbano, ni la Franja de Gaza…Son las inmediaciones de Culiacán, Sinaloa, México”. 7:49 a.m. 5 ene.2023.

“Culiacán. Uno piensa que al caminar, trotar y batallar con el frío de las 5:00 am, para cargarse de energía. Es lo único con lo que se lidiará. No. Hoy de madrugada se luchó con la niebla de humos negros y ruidos parecidos a escapes de tráilers: esas balas de la violencia. 8:38 a.m. 5 ene.2023.

Después de esa secuencia de tuits. No sé al pinche Monito López, la verdad lo perdimos. Empezó a agarrar una pose pseudointelectual, con tintes de periodista sabelotodo, aunque no supiera nada. Ya ve que de esos está plagado la república de las letras en los newspapers nacionales y locales. Vean ustedes.

“Cuando se presencia un acto de barbarie en contra de civiles. En contra de una paz de cristal, medianamente llevadera, en una ciudad o un estado de un país como México. Seguro que este acto de la anormalidad potencia posibilidades de reflexión/discusión y lo más seguro es que éstas sean acaloradas y en lenguajes fuertes. Imagine usted aquello, desde las personas, que no detentan posiciones de gobierno. Se pueden hacer varias cosas. De hecho, se hicieron varias cosas.

Los ciudadanos de a pie, pueden reaccionar de diferentes formas. De hecho, los individuos particulares generan múltiples formatos, medios, contenidos y significaciones para referir a un hecho con tintes terrorísticos. Más hoy en día, que se viven y se juegan muchos signos y símbolos de la información y la comunicación, a través de las plataformas digitales, o aquello que en otros espacios he denominado como las En Red/os Sociales. Aunque otros digan que ellos usaron primero esa categoría. No hay problem. Como decía Vygotsky, el lenguaje es una construcción social.

Aquellos contenidos que circulan y se demandan a través de las redes sociales, es cierto, son un arma informativa con múltiples filos si no se les sabe manejar. Te pueden ayudar, pero también te pueden paralizar y enfermar. Por eso, en el momento del caos, de la vil incertidumbre del hecho violento en sí, se tiene que ir con bastante sigilo e inteligencia. Aunque estas reacciones mentales, son (casi) imposibles de generar. En este tipo de momentos, en donde se tiene una percepción de que el frágil hilo de la vida puede cercenarse en cualquier momento. Sin que tu persona, tenga algo que ver con el hecho violento. Esa bruma/neblina de violencia que te alcanza a ti, es lo más peligroso. Coloca a tu organismo en estado de alerta, tensión, miedo y cólera; y otra serie de emociones/sentimientos que pueden documentarse.

Como lo han indicado algunos colegas, escritores e investigadores residentes en Culiacán, Sinaloa: no puede dejar de nombrarse este segundo Jueves Negro de Guerra. Que desgraciadamente volvió a presentarse en nuestra ciudad capital del estado de Sinaloa. Casi todos lo maldecimos. Sí, la verdad, lo condenamos. Pero pueden existir mentes sinaloenses alteradas, paradójicamente: que lo celebran y hasta babean porque se haya generado esta nefasta eclosión de violencia. Luego el mercado de la violencia (que vende un chingooooo) y narco cultura aparecerá; sino de mí se acordarán.

Es justo recuperar lo que sucedió. No olvidarlo pronto, para poder reflexionarlo. Obtener, aunque duela, lecciones de vida social. Que los entes del estado mexicano, re direccionen algunas de las políticas públicas ya operadas. Ante este acto de guerra. Ante esta acción anárquica. Conviene a las mentes reflexivas (y a otras mentes quizás también) nombrarlo, narrarlo, retratarlo, reflexionarlo, poetizarlo; lo que fuere. Así como Ronaldo González invitó a hacerlo en un tuit que lanzó en esas horas del vil desmadre culichi.

Aquello que no es digno hacerse. Es que no puede ponérsele, a los hechos violentos, capas de tierra y cemento, aderezadas de olvido inmediato, para sepultarle y decir que todos en Sinaloa, somos gente buena. Somos gente de trabajo. Somos gente amiga, etcétera. Somos gente sí, gente buena, y gente mala, gente violenta y no violenta, gente rica y pobre, gente incluida y excluida del avance social y cultural, gente en pobreza extrema pero también en riqueza extrema, somos gente en drogas y gente sin drogas. Somos pues más diversos y complejos de lo que los posibles lugares comunes y frases rositas pueden indicarnos. Eso es lo que se tiene que reconocer. Te guste o no, porque esto no es de gustos; sino de realidades vivas e hirientes que también nos identifican con la humana condición.

Ante este hecho violento emergieron algunas dimensiones, que son importantes colocar aquí. Dimensión uno: alteración de la Vida Cotidiana: Ante este tipo de hechos violentos, en donde está en peligro la vida de los ciudadanos de a pie, casi todo queda patas pa´rriba. Las garantías individuales se suspenden. El sentido de la interacción social masiva de pueblos, colonias y las ciudades en general: se retrotrae a su hogar. Hay aislamiento y las calles de vacían. Olemos a Balcanes del pacífico. Dimensión dos: Pérdida del sentido de vida. Lo primero que se pierde, ante los hechos violentos de una guerra del estado contra las fuerzas delincuenciales, es el sentido del vivir y de lo que se hace a diario. Esos momentos psicológicos van acompañados de miedo, incertidumbre, desesperación, angustia y aparecen distintas formas de parálisis en los sujetos. Dimensión tres:  la normalidad de la anormalidad: Guardadas las debidas distancias. Con ciertos parecidos a la reciente pandemia del Covid-19, las normalidades de la vida cotidiana se trastocan y se reconstruye de inmediato una normalidad de la anormalidad, que necesariamente tendrá que instalarse de inmediato en las vidas cotidianas de las personas particulares para recuperar sentidos de vida transitorios que permitan la supervivencia humana a todos. Dimensión cuatro: silencio de las humanidades. Casi todas las ciencias de lo humano, de la cultura, de la significación, son silenciadas de inmediato. El caso más contundente es el silencio de la pedagogía, de las didácticas de las aulas escolares. Primero, porque se les paraliza. Se les manda a casa regañadas y bocabajeadas. Segundo pierden de inmediato su sentido y sus significados. Porque el significado último se trama entre las tenues líneas vida-muerte y ese significado se teje en minutos y horas permanentemente. Las pedagogías, las psicologías, las antropologías, las neurociencias, las semióticas son pues silenciadas. En las hablas autorizadas. En las hablas con poder de ser escuchadas y leídas. Dominarán el sentido de las disciplinas militares-castrenses, las de auxilio a los desastres y las médicas. El eje es: salvar y conservar la vida.

Dimensión quinta: la vivencia de la infoxicación. De inmediato el sujeto particular en esta era de la sobresaturación de datos e informaciones se verán avasallados por el sentido de la primicia noticiosa, por el sentido de “lo dije primero” y de nefastas replicaciones de los mismos datos en todos lados y hasta el hartazgo…

En eso estaba el Monito López, cuando la voz fuerte del donero. Ese tipo que pasa con su altavoz en su carro hechizo, como a las diez de la mañana. En apariencia, este vendedor de donas lo volvió de inmediato a una realidad. A su realidad social próxima, que desde luego él lo sabía, ya no era la misma, desde este jueves de guerra, desde este jueves negro; porque se había desvanecido y alterado, a eso de las cinco de la mañana. Se levantó de su silla muda. Caminó algunos pasos, con cierta lentitud. Abrió la puerta de metal y con el dedo medio de su mano izquierda, hizo señas al donero. Éste voltea desde su carro hechizo. Enseguida el Monito le dijo al vendedor de normalidad “Hey wey, dame dos de choco chips”. Con las donas y su dolcazo humeante. Mordisqueó una de las donas, con cierto nerviosismo. Dio un buen sorbo a café negro como el día. Así empezó a procesar lo sucedido y ahí mismo construyó sus nuevas certezas de mano de la cafeína, el azúcar y la harina que nunca falta. En fin.

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