El cambio climático, provocado por el excesivo consumo de carbono por parte de los países más industrializados, pone en peligro la existencia de la humanidad. Con el propósito de prevenir esta posible catástrofe, además de los compromisos y financiamientos, se requiere una innovación en la forma en que educamos a los individuos en el sistema educativo de todos los países, ya que este problema ambiental no tiene fronteras y demanda una acción global de cada ciudadano.
Este cambio climático, traducido en una atroz ola de calor y sequía en el planeta, es un grito desesperado de la naturaleza que reclama nuestra atención inmediata. Debido al impacto natural, la conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático este diciembre de 2023, COP28 en Dubái, que albergó a 200 representantes del mundo, llegó a un acuerdo histórico, “principio del fin de los combustibles fósiles”. Según este pacto, al 2050 dejaremos de utilizar el petróleo y sus derivados.
Demasiado tiempo para un planeta que requiere cuidados intensivos. En consecuencia, para salvaguardar a nuestra única casa, es necesario acelerar la desaparición del uso del petróleo; sin embargo, ¿será posible? No olvidemos que, según los Informes mundiales, China es el responsable del 30 % de la contaminación mundial y es el mayor imperio capitalista e inversionista en el mundo. En esta lista le siguen, Estados Unidos e India junto a las multinacionales que, sin duda, están empeñados en carbonizar más al planeta, a costa de los recursos naturales de los países en vías de desarrollo.
A esta declaración mundial de la COP28 a escala planetaria, se suma la educación, con el propósito de transitar a la acción, desde un enfoque ecológico que involucre a estudiantes, docentes y a la comunidad académica. En esta cruzada verde, es imperativo que se destine al sector educativo, una suma considerable de los 12.800 millones de dólares que aportarán los países para esta lucha climática. Asimismo, es importante comprender que todas las personas del planeta, tenemos derecho a un medioambiente saludable de acuerdo a la declaración de la ONU en el 2022.
Dado que la lucha contra el cambio climático es uno de los grandes desafíos de nuestro tiempo, la Unesco impulsa la Educación para el Desarrollo Sostenible (EDS) y la Alianza para una Educación Verde, con el objetivo de posicionar a la educación, como un elemento fundamental y visible en la respuesta internacional al cambio climático.
La educación ambiental, como elemento relevante en esta lucha, puede empoderar a los estudiantes acerca de las causas y efectos de la contaminación ambiental, así como dar a conocer y comprender sus implicancias éticas, con el fin de consolidar el papel que cumple cada ciudadano en su entorno.
Con el propósito de que los estudiantes puedan formar parte del ejército verde, se podrían establecer programas extracurriculares, tales como clubes ecológicos y emplear las poderosas redes sociales como YouTube, con el fin de fomentar la participación activa en la protección del medioambiente. Además, es preciso visualizar a países como Suecia, Finlandia, entre otros, que han logrado construir un espacio sostenido y ecológico que genera bienestar y comodidad.
Asimismo, las universidades pueden adoptar un enfoque interdisciplinario que involucre a científicos, ingenieros, expertos en políticas y comunidades locales, para lograr soluciones integrales y afrontar este desafío global. Así como la de crear líneas de investigación que aborde el cambio climático, como lo viene desarrollando la Universidad Peruana Cayetano Heredia.
El COP28, de manera indirecta, encarga a la educación ambiental, desarrollar el camino de la resiliencia y la sostenibilidad. Asimismo, los países industrializados que más contaminan, están obligados a contribuir con sus recursos económicos a fin de construir el sueño común: un mundo verde para todos.
© David Auris Villegas. Escritor, columnista, profesor universitario y creador del ABDIV