
La Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación nació con los guantes puestos. Es una organización que, como los fajadores del ring, no da tregua, pelea hasta el final. Ningún gobierno, ni los líderes de la facción contraria del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación la han puesto en la lona. Sí, sufrió descalabros mayores durante el gobierno de Enrique Peña Nieto, pero se recuperó con creces y trae el ánimo en alto. Mañana se reunirá con los jefes de la Secretaría de Educación Pública y con funcionarios de la Secretaría de Gobernación para ratificar sus logros y exigir, de nuevo, que se abrogue la reforma neoliberal de Andrés Manuel López Obrador.
No alcanzarán ese propósito, pero los líderes de la CNTE van precedidos de acuerdos favorables. La presidenta Claudia Sheinbaum Pardo ya ordenó que se les restituyan los descuentos que, con base en el reglamento, autoridades de varias entidades les hicieron por los días que no trabajaron en mayo. También para ratificar pactos sobre plazas para los egresados de sus normales y basificación de cientos de interinos. Los militantes de la CNTE se comportan como paladines de la impunidad. Con todo y que la Autoridad Educativa de la Ciudad de México ya había acordado restituir los descuentos a los huelguistas y la cita con el secretario Mario Delgado ya estaba en la agenda, el viernes pasado, cientos de ellos vandalizaron las oficinas de la Coordinación Sectorial de Educación Preescolar y agredieron a los trabajadores. El mismo líder de la sección IX, Pedro Hernández, encabezó la embestida.
Los empleados de la SEP, víctimas de la violencia, divulgaron un comunicado donde exigen que las autoridades castiguen a los “presuntos” maestros. Los destinatarios del comunicado tal vez ni siquiera lo leyeron, dudo que les hagan caso. No hay castigo, al contrario, las autoridades revalidaron que se les restituirán alrededor de 10 millones de pesos en salarios no devengados. Una invitación para que la CNTE repita una y cien veces más sus actos.
Eso ya no es novedad. Es una historia sabida. Lo que sí es un acontecimiento raro es que Alfonso Cepeda Salas se haya puesto los guantes. El comunicado del SNTE del 5 de julio, exhibe a un zorro con lienzo de tigre. Cepeda Salas declaró: “El SNTE es un sindicato auténticamente democrático, solamente dos secciones sindicales no han aceptado el voto universal: la Sección 22 de Oaxaca y la Sección 18 de Michoacán, que se ostentan históricamente como los grandes demócratas de este sindicato ¡qué contradicción!”. Señaló sin ambages que la postura de la CNTE es contraria a la democracia y a la escuela: “Los verdaderos maestros, maestras, trabajadores de la educación que están aquí hoy, como en todo el país, construyen la Patria, no destruyen instituciones”.
Su pieza, bien construida y leída ante cientos de educadores de la sección 45, de Guanajuato, también puede leerse como una llamada de atención al gobierno. Aquí estamos nosotros, los aliados, lo que sostenemos al sistema educativo y no se nos da el reconocimiento debido. También se envolvió en una bandera de rectitud y democracia: “Reiteró que, en su carácter de representante legal y legítimo del magisterio nacional, el SNTE aprecia la pluralidad, respeta las diferencias y privilegia el diálogo como ruta para alcanzar acuerdos que permitan mejores salarios, mejores condiciones laborales y un sistema de pensiones y jubilaciones justo”.
No hay protestas, aunque sí denuncias de que la legalidad y legitimidad de Cepeda Salas deja mucho que desear. Como escribí hace unas semanas, mis colegas de Educación Futura apuntaron que viola el artículo 41 de los estatutos del SNTE, pues ocupa un puesto de elección popular y en febrero del 2024 completó el periodo para el que fue electo. O sea, el mismo pecadillo del que acusa a las secciones de Oaxaca y Michoacán.
Es abominable que las facciones rivales del SNTE hagan del sistema educativo mexicano un cuadrilátero. Y el gobierno no la hace ni de árbitro.
Retazos
Otro prieto en el arroz. Docentes de Veracruz acusan a los líderes de la sección 32 de presionar a las autoridades para favorecer a familiares y amigos.