Bienvenido este nuevo ciclo escolar en el que trabajaremos por enderezar este mundo al revés

La escuela del mundo al revés es la más democrática de las instituciones educativas. No exige examen de admisión, no cobra matrícula y gratuitamente dicta sus cursos, a todos y en todas partes, así en la tierra como en el cielo: por algo es hija del sistema que ha conquistado, por primera vez en toda la historia de la humanidad, el poder universal. En la escuela del mundo al revés, el plomo aprende a flotar y el corcho, a hundirse. Las víboras aprenden a volar y las nubes aprenden a arrastrarse por los caminos.
Eduardo Galeano. Patas arriba. La escuela del mundo al revés, p. 9.
Como dice la canción de Gabilondo Soler -Cri Cri– el día de hoy estarán con sus libros bajo el brazo, desplazándose por las ciudades de este país roto por la violencia, la corrupción y la impunidad en camino a la escuela, alrededor de treinta millones de niños, niñas y adolescentes.
Cargados de ilusión tal vez algunos, de flojera muchos otros y de resignación la mayoría irán acompañados de sus padres y madres a iniciar o retomar su trayecto formativo en un país que en lugar de asumir que la educación es uno de los principales medios para transformar la realidad socioeconómica y cultural hacia la construcción de una sociedad sosteniblemente más justa, pacífica, democrática e incluyente, muestra cada vez menos interés y destina cada año menos recursos proporcionalmente hablando al fortalecimiento y desarrollo de un sistema que pueda llamarse auténticamente educativo.
Al mismo tiempo que los estudiantes, los docentes y directores escolares harán el mismo caminito de la escuela con sentimientos encontrados entre la esperanza renovada o tal vez bastante abollada por la realidad que no los ha revalorizado como se prometió hace ya siete años y que los golpea con el desinterés y la falta de apoyo y relevancia que le dan a la escuela las autoridades, las familias, los educandos y la sociedad toda, ocupada en una polarización estéril y acostumbrada a la situación de violencia cotidiana que se ha naturalizado y ha llegado hasta la tribuna de la llamada Cámara alta, el Senado de la República que ha sido desvirtuado por dos sujetos que no merecerían ocupar un cargo tan honroso de representación de la ciudadanía.
¿Qué puede hacer la escuela si unos días antes de iniciar las clases dos Senadores de la República envían un mensaje totalmente anti educativo que dice que las diferencias, aún en las más altas instituciones nacionales se pueden arreglar a golpes sin necesidad de desgastarse en pensar y debatir de forma civilizada?
¿Qué impacto puede tener un docente frente al mensaje de violencia e impunidad que comunica el asesinato de Aída Karina Juárez, madre buscadora de Zacatecas que llevaba dos meses buscando a su hija desaparecida?
Frente a estas realidades vergonzosas, inaceptables, la que realmente educa es la escuela del mundo al revés, como la llamaba Eduardo Galeano. La escuela más democrática porque llega a todos los rincones y no requiere de examen de admisión ni pide ganarse una calificación. No cobra matrícula e imparte sus cursos de forma totalmente gratuita a todos y todas, en cualquier horario y con amplia difusión.
En esta escuela de la vida, de la vida en el mundo al revés que más bien es mera supervivencia, como dice el epígrafe de hoy: “…el plomo aprende a flotar y el corcho, a hundirse. Las víboras aprenden a volar y las nubes aprenden a arrastrarse por los caminos. Porque en la ley de la selva del mundo al revés, que educa con mayor fuerza que la escuela formal, los valores más elevados van dejando de exaltarse incluso en los discursos y son cada vez más pisoteados en los hechos, lo que debería ascender y volverse ejemplar se arrastra y aquello que tendría que rechazarse por negativo se eleva y se pone en el pedestal de lo deseable”.
El mismo Galeano plantea en su libro que hace más de un siglo, Alicia después de visitar el país de las maravillas, se metió en un espejo para descubrir el mundo al revés, pero que, si ella naciera hoy, no necesitaría atravesar ningún espejo porque le bastaría asomarse a la ventana para ver en vivo y en directo este mundo alrevesado en el que todos y todas vivimos y en el que se (mal) educan nuestros futuros ciudadanos y ciudadanas.
Para ilustrar esta contradicción imperante tomo otra cita del libro: “Hoy en día, ya la gente no respeta nada. Antes, poníamos en un pedestal la virtud, el honor, la verdad y la ley… Donde no se obedece otra ley, la corrupción es la única ley. La corrupción está minando este país. La virtud, el honor y la ley se han esfumado de nuestras vidas”.
Podría uno pensar que quien lo dijo fue un gobernante ejemplar, un empresario honesto, un ciudadano comprometido, un predicador o filósofo, pero no, se trata de una declaración de Al Capone en una entrevista con Cornelius Vanderbilt Jr.
Lo anterior nos muestra que la escuela del mundo al revés no es algo que empezó ahora ni hace unos pocos años sino un fenómeno histórico que Lonergan relacionaría con el ciclo amplio de declinación de las civilizaciones. Se trata de un proceso en el que gradualmente se va renunciando a la inteligencia, al pensamiento crítico y al comportamiento ético y se entronizan el sentido común utilitario y con mirada cortoplacista, el ruido mediático, la apariencia y la influencia antes que la decencia y la sensatez que pondera lo que realmente construye humanidad y desaprueba con firmeza lo que deshumaniza.
¿Qué puede hacer la escuela formal frente a esta escuela del mundo al revés? ¿Cómo contrarrestar desde la humilde y escasa de recursos institución escolar a un sistema que se impone con cinismo y alarde crecientes? ¿Qué puede enseñar, más allá de los contenidos de las asignaturas o los “campos formativos” -o informativos- un docente común, que vive su profesión hoy bajo el riesgo que le impone el mundo al revés, incluso de posibles sanciones legales o hasta violencia directa?
Resulta sin duda una tarea muy cuesta arriba la de los educadores y educadoras que hoy retornan a sus aulas. La tarea de formar a las nuevas generaciones para enderezar este mundo al revés y ponerlo otra vez en su posición deseable, la tarea de contribuir con un granito de arena a enderezar este mundo al revés a partir de su humilde pero muy poderosa influencia en los niños, niñas y adolescentes que todavía confían y creen en los docentes cuando educan con su testimonio y no solamente con su discurso, cuando construyen prácticas verosímiles en las que las finalidades que declaran se alinean con las acciones que desarrollan para lograrlas.
Lo más natural -y no sería reprochable-, lo más sencillo sería renunciar al compromiso de transformar el mundo al revés en un mundo amable en el que quepan todos, en el que no se excluya a nadie de la humanidad y en el que las nubes vuelvan al cielo que nos hace soñar y las víboras vuelvan a arrastrarse.
Pero somos los profesionales de la esperanza, ésa que es la última que muere y como dice Morin, aunque la misión parezca imposible, la dimisión resulta igualmente imposible. Bienvenidos, bienvenidas todos y todas a este nuevo ciclo escolar en el que vamos a seguir trabajando por enderezar este mundo al revés.
*Doctor en Educación UAT. Tuvo estancias postdoctorales en Lonergan Institute de Boston College. Miembro de SNI, Consejo de Investigación Educativa, Red de Investigadores en Educación y Valores, y ALFE. Profesor-investigador de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP).