Luis Enrique Alcántar Valenzuela
Los sentidos y la comprensión del mundo, desde hace varios siglos; los seres humanos no lo hacen con una directriz homogénea. Por eso las serias dificultades, para generar acuerdos o visiones más o menos compartidas entre las sociedades mundo y los seres humanos particulares.
Hoy en día, en estas sociedades digitales, altamente globalizadas, en todos los sentidos, es sumamente complicado entender cómo van las cosas principales, que hacen posible los movimientos estructuradores de este mundo. Si se habla de identidades nacionales e individuales, formas de consumo en las regiones del planeta, valores universales o anclados a las culturas nacionales, la economía en todos los calificativos que hoy recibe, las explosiones culturales emergentes, las facetas cambiantes del terrorismo o los fundamentalismos, la política y sus nuevas caras. En fin, hoy en día es un bloque de grandes temas y problemas que a los seres humanos nos traen de cabeza para identificar sentidos o comprensiones parciales del mundo. Ahora, estos asuntos de construcción de sentidos para vivir la vida, son sumamente variantes y a cada momento reciben referentes que pone en duda esos sentidos elaborados.
En este pequeño texto, voy a recuperar algunas frases textuales del autor español Jorge Carrión, referidas a la Economía de hoy. No tanto porque Carrión, o quien esto teclea, sean buenos analistas de los temas intrincados de la Economía Mundial. De lo que, si se está claro, es de que las formas en que se traduce la economía en los bolsillos, en lo que se consume, cómo se consume, a través de qué medios etc., pueden dar una pista comprensiva de este gran motor del mundo. Son solamente algunas pinceladas muy creativas de parte de ese autor de la cultura digitales y de las emergencias de objetos culturales, que, según él, aun no se alcanzan a identificar, denominar y menor comprender. En los puntos por recuperar y compartir, se escribirán pequeños comentarios, en la idea de dialogar con el autor y con ustedes.
“A partir del modelo, como ha escrito Mark Fisher, de Star Wars, la primera franquicia “en tratar el mundo inventado como una mercancía de escala comercial masiva”. La invención de mundos como mercancía y franquicia, ha sido la forma de operar de la economía del híper entretenimiento y en esos mundos nosotros fluímos y consumimos, a veces sin saberlo; aunque después surja la queja. Este es un dato interesante. Cítese: Barbie, las sagas de Batman, etc., etc…
“Y no por casualidad. Desde el punto de vista humano, un vídeo, una película o una teleserie pueden ser igual de interesantes. Pero desde la perspectiva de las plataformas y sus algoritmos, sin duda son mucho más convenientes los canales de influencers o una serie con muchas temporadas.” De ahí que, la imposición de los potentes algoritmos para moldear e imponer hábitos de consumo cultural, mediado por las grandes maquinarias de publicidad; sea nuestro pan de cada día. Deje de creer y pensar que sus preferencias de consumo cultural, usted las define, por favor, eso en la actualidad, es insostenible. Cuando uno se va chutar, lo que ustedes quieran, un inocente Tik Tok, ya antes le predefinieron cuál será: contenidos direccionados. Suena interesante verdad.
“Porque el valor artístico, la calidad artesanal o la importancia canónica no son factores que importen en el nuevo paradigma tecnológico. Lo único que tienen en cuenta las redes sociales y las grandes productoras de contenidos es la capacidad de seducir de un modo duradero, de secuestrar la atención, para generar el máximo número posible de datos útiles.” Las disputas mayores del mercado digital: es por Tu Atención. De ahí deviene que las actuales economías, sean Economías de la Atención. Capitalismo de la atención. De ahí devienen los grandes choques, conflictos y preguntas que se hacen los padres de familia, las escuelas, sus docentes, las diferentes profesiones, que hace algunas décadas tenían cautiva o coaccionada los procesos atencionales. Se supone que la escuela moderna, incidía en la formación, educación y direccionamiento de los procesos atencionales de los escolares. Hoy es toda una disputa. Hoy es un verdadero reto
“Todo el nuevo sistema se sostiene en los rastros, las correlaciones, las líneas de consumo que traza cada internauta, cada lector, cada video espectador. En el nuevo mundo de Big Data, por tanto, las obras o los contenidos son muchísimo menos importantes que las líneas de datos que construimos cada uno de nosotros. La serie de series en que hemos convertido nuestras vidas. Eso que llamas –precisamente– tu perfil.” (Los rastros digitales es lo más importante. La impronta digital individualizada, es el otro oro digital que se persigue del individuo ingenuo)
“La mayor parte de la lectura, la información y el entretenimiento son mediados por Google, Facebook, Apple, YouTube, Netflix, Amazon, Spotify, Alibaba y otras corporaciones. Es decir, por complejas maquinarias algorítmicas.” (El poder de las máquinas de IA, sus metadatos y sus algoritmos veloces para procesarlos e imponerlos como lo que marca (las tendencias) de los consumos culturales digitales)
“A través de esos tres pasos –digitalización, serialización, algoritmos–la cultura del siglo XXI ha ido restándole importancia a la obra y al artista singulares y se la ha ido otorgando a la serie, la franquicia, el universo, el catálogo, la plataforma.” (La santísima trinidad del mundo virtual, prefigura la tierra y mundos prometidos)
“En un mundo cada vez más horizontal, de recomendaciones automáticas y de crítica amateur y colectiva (Goodreads, TripAdvisor), todos somos escritores, fotógrafos, diseñadores, comunicadores o creadores digitales que vertimos millones de contenidos constantemente en ese gran vertedero que es la red.” (El mundo digital, funciona como un excusado digital, donde todo mundo vamos a verter, nuestros “desechos culturales”. Son al final de cuentas eses digitales, son pues contenidos digitales que pasan a otros niveles de procesamiento)
(La singularidad de la obra) “Y la seguimos pensando en relación con su autor y su trayectoria, su contexto, nuestra época. Pero en realidad no sólo ha cambiado brutalmente la forma en que leemos –a través del scroll y el catálogo infinito, en la transición de la cultura del libro a la cultura de app–, también lo han hecho los modos en que se produce y circula la cultura.”
“En estos momentos no solo prima cada vez más la inteligencia colectiva y la colaboración entre guionistas, artistas, técnicos e ingenieros en un mismo proyecto; no solo se extienden fórmulas contractuales y estrategias de trabajo en equipo que recuerdan a los talleres artesanales de la edad media o a los estudios de animación y de cómic del siglo XX; sobre todo empiezan a ser menos importantes en el consumo cultural las obras –con sus ideas geniales– que llevan a cabo en soledad creadores individuales que las tendencias virales, los patrones de Big Data, las cadenas de sentido detectadas por la inteligencia artificial o los formatos diseñados por aprendizaje profundo.” (Qué cosas tan raras suceden en este magma digital, o en esta licuefacción gaseosa de los micro textos o en cualquier tipo de formatos donde se vierten las narrativas y estéticas que dominan este mundo de las plataformas digitales. Qué cosas tan curiosas suceden con las máquinas de la IA, ahora resulta que ellas “construyen los sentidos de nuestra recorridos y marcas digitales”. Una especie de ciborg antropólogo de la IA. Digo, si viviera Clifford Geertz se moriría de nuevo del susto e impresión que lo anterior le generaría. Resulta, que ya no son los psicólogos cognitivos de última generación los que investigan y dan seguimiento a la hipótesis de la IA, denominado Aprendizaje Automático y Aprendizaje Profundo. Es más, es muy probable que los científicos de la mente que analizan y escrutan sus intrincados procesos, al parecer no entran ahí. ¿Por qué?, porque los algoritmos y las máquinas de IA asociadas a estos procesos de la digitalización del mundo son autosuficientes, ¡¡¡Qué barbaridad!!!, dijera mi abuela Canucha.)
“Por eso es importante pensar en estrategias de lectura que vayan más allá de la semiótica o la retórica del texto o del lenguaje audiovisual. Habría que imaginar una crítica del algoritmo. No solo en el ámbito macro del código –por ejemplo, a través de ejercicios de ingeniería inversa– o de los datos masivos; también en el nivel de lo transparente: el del número de visualizaciones, las etiquetas, las recomendaciones automáticas, las listas de reproducción o el diseño de usuario” (Una lectura diferente hacia esta ecología de medios, que se alimenta, se mueve velozmente, crea/mata distintas especies de criaturas mediáticas; es una necesidad impostergable. ¿A quién le compete formar a estos nuevos lectores?, ¿Quiénes son/serán estos nuevos lectores?, ¿Dónde están?, ¿Ya nacieron?, si odian a las escuelas modernas ¿Quién y donde se están formando? )
“Esa nueva gramática y esa nueva sintaxis, que todavía no hemos pensado en serio y que está determinando todas las formas en que leemos el arte y la cultura en nuestra época.” (¿Una nueva gramática y una nueva sintaxis?, entonces ¿No basta con la sintaxis que tenemos, esa que norma/regulan las Academias de la Lengua de cada país y de cada idioma?)
Doy término a estos comentarios, a las citas textuales de Jorge Carrión, un poco descerebrado. Sí, es la verdad. No tengo asideros cognitivos e intelectuales con los cuales procesar, en la vieja idea bruneriana, los sentidos/significados de estos códigos, imágenes, colores, sonidos…en fin; mejor haré una caminata por el canalón 7 para relajar mente y músculos. Capaz me topo con un ser humano de la era pre digital, que le vale purititamadre, lo que Carrión y Scolari saben, difunden y conocen tan bien. Que hasta temor tengo que ya se piratearon un poco. Un poco no más, para no exagerar la nota.
Cuídense, plebes. Cuidado, morros. Con precauciones, damas y caballeros. Dicen las malas lenguajes digitales, que la digitalización, las plataformas y los p*%¿$ algoritmos vienen con Toño.