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Educación: apología y poder

by Carlos Ornelas
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Aula vacía con libros etiquetados como “NEM” y símbolos del poder político al fondo, representando la politización de la educación.
Carlos Ornelas
Carlos Ornelas

De artificio retórico al comienzo del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, la noción de Nueva Escuela Mexicana devino en pilar —ideológico y político— de la política educativa del presente gobierno. No pasa día en que el secretario de Educación Pública, Mario Delgado, o algún otro alto funcionario de la Secretaría de Educación Pública, lo aluda y le llene de virtudes. La NEM es el eje discursivo de la Cuatroté y un vehículo para difundir el conocimiento oficial. Y parece que, al menos entre los docentes convencidos, empieza a enraizar.

No obstante, es temprano para asegurar que la NEM va a florecer, es decir, que el conocimiento oficial se convierta en hegemónico, que invada todos los espacios de la escuela pública, en la privada, es un sueño imposible. La razón es que el trabajo docente proviene de tradiciones con raíces profundas. Se cimienta en el trabajo en el aula y en relaciones sociales entre maestros y sus alumnos, tiene al menos 100 años de vigencia, aunque tal vez, sus fundamentos se plantaron durante el porfiriato.

Si bien, la escuela reproduce las condiciones de la sociedad y la comunidad donde se encuentra —como argumentaron pensadores notables— no lo hace de manera mecánica. Y sí, ha aceptado cambios promovidos por reformas políticas e incentivos del contexto económico y social, las modificaciones han sido más en la ley y la organización, no tanto en la sustancia. Planes, programas y libros de texto introdujeron avances en el conocimiento, pero la modificación de prácticas escolares tomó más tiempo del que pensaron sus reformadores. Pudiera decirse que el famoso Plan de Once Años que instauró Jaime Torres Bodet sigue gobernando en la sustancia del hacer educativo.

Hay que reconocerlo, el grupo gobernante que denominó a su proyecto político Cuarta Transformación persigue fines ambiciosos; quiere una revolución de las conciencias. Una aspiración de gran calado, donde la educación escolarizada representa un papel crucial. El plan de estudios de la Cuatroté plantea un enfoque “crítico, humanista y comunitario”. Palabras grandilocuentes que es difícil que se abran camino en las aulas, con una cultura magisterial tan resistente. Sin embargo, sí son herramientas para ejercer el poder político y reproducir, si no el pensamiento oficial, sí rasgos de la ideología del nuevo régimen que el cenáculo en el gobierno espera instaurar, una presidencia imperial sin contrapesos.

Tanto el alto funcionariado de la SEP, como cuadros de Morena, hacen la apología de la NEM y del pensamiento rebelde que, piensan, la escuela va a reproducir. También hacen esfuerzos, por ejercer el poder mediante programas que suponen virtuosos, como La Escuela es Nuestra, que distribuye fondos a comités escolares de administración participativa para mantenimiento y remodelación de escuelas. Proyecto que quizá arroje más frutos en términos de votos, que en mejorar las condiciones de las escuelas; los déficits en agua potable, sanitarios y cómputo no se vencen, al contario, en algunas regiones se agravan.

También los proyectos escolares y la ideología de que la comunidad es el centro del saber tienen adeptos, quizá algunos convencidos de antemano. Por ejemplo, un grupo de docentes de la Escuela Normal Rural J. Guadalupe Aguilera, de Durango, liderado por Vianey Sariñana Ruacho, produjo un libro digital, Nueva Escuela Mexicana: perspectivas y realidades. Es una antología que surgió de las experiencias de los participantes. Retrata su labor en diversos campos de la docencia. Lo presentaron en Durango la semana pasada.

No le he leído, pero las palabras que expresaron en la ceremonia reflejan aprobación, beneplácito y hasta compromiso con la retórica de la NEM. Asunto que contrasta con la mayoría de los estudios que se han producido sobre esos temas.

Tal vez ningún proyecto de reforma educativa fue tan ambicioso, si acaso el de la educación socialista de los años 30. Pero parece que ningún alumno de aquellos años asimiló el “concepto exacto del universo y de la vida social”. Dudo que la NEM logre una revolución de las conciencias. Quizá los celulares y la inteligencia artificial provoquen más cambios en las escuelas.

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