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¿Es humanista la “Nueva” Escuela Mexicana?

by Pedro Flores Crespo
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Crédito: INEA

Sólo en la superficie. La “Nueva” Escuela Mexicana y su Plan de Estudios para preescolar, primaria y secundaria representan la perspectiva gubernamental para formar a las personas. El marco curricular guía el quehacer escolar y la práctica docente y es “obligatorio” en todo el país.

En la introducción del Plan intitulada “Al encuentro de nuestro humanismo”, la exsecretaria de Educación Pública, Leticia Ramírez, afirmó que éste busca “revertir la visión instrumentalista, homogeneizante y descontextualizada” de otras reformas curriculares. Desde esta perspectiva, a la escuela no le toca “formar capital humano”, sino “ciudadanos críticos del mundo”. El conocimiento, según la SEP, no servirá para adaptarse a los requerimientos del mercado laboral, sino que buscará formar sujetos “emancipados” que sean “capaces de tomar decisiones” en beneficio de ellos y de los demás.

Este giro es valioso. Desde hace más de 20 años, pedagogos e investigadores señalamos la necesidad de ampliar la visión sobre los fines de la educación. Así como obtener un empleo por haber estudiado es valioso, también lo es convertirnos en personas autónomas y responsables.

Para dotar a la educación de humanismo, el gobierno pasado utilizó un marco conceptual distinto. En lugar de hablar de “competencias”, por ejemplo, ahora habla de “capacidades”. Las capacidades, de acuerdo con la actual propuesta de la SEP, “no se refieren únicamente a las habilidades y los conocimientos”, sino al “desarrollo de los sentidos, la imaginación, el pensamiento y el razonamiento”. Todo ello basado en la perspectiva de desarrollo humano de Martha Nussbaum.

El enfoque de desarrollo humano centra su atención en la libertad, capability o “capacidad” de los individuos para alcanzar lo que valoramos y tenemos razón de valorar. Aunque los propulsores del enfoque reconocen la existencia de la colectividad y su influencia en nuestras vidas, su preocupación primordial son las personas, los individuos. Por ello, el enfoque de las capacidades es, inequívocamente, humanístico.

Para hacer que los contenidos curriculares tuvieran significado, es decir, que fueran pertinentes, la “nueva” escuela mexicana consideró a la comunidad como “núcleo integrador”. Al hacerlo, se alejó del enfoque humanístico y reforzó el ideal comunitario.

Más allá de la pugna entre enfoques, preguntémonos qué perspectiva podría ayudar más a las y los maestros en su labor cotidiana y sobretodo, mediante qué marco curricular podrían las niñas, niños y jóvenes ampliar realmente sus libertades o capacidades.

Al centrarse en el individuo, vemos que las comunidades (pueblo, barrio o colonia) pueden tanto contribuir a ampliar nuestras capacidades como a limitarlas. Por ejemplo, según la Encuesta Nacional de Discriminación 2022 (INEGI), la proporción de niñas y niños de 9 a 11 años cuya opinión nunca fue valorada en su colonia creció de 25 a 29 por ciento de 2017 a 2022. Es decir, la libertad de expresarse individualmente se restringió de manera creciente en la comunidad.

Pese a esto, la SEP y los investigadores que participaron en la elaboración del marco curricular, sólo vieron una parte de la realidad romantizando lo colectivo y algo más grave: limitando la comprensión de los patrones de inequidad y desigualdad.

Al centrarnos en la libertad de los individuos se alcanza entonces una perspectiva verdaderamente humanística y sobretodo, realista. Si esto ahora se reconociera, la SEP podría diseñar y poner en marcha políticas más efectivas para combatir la exclusión escolar y la injusticia educativa.

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