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El bachillerato

by Manuel Gil Antón
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No cabe duda: uno escribe en procura de hallar quien lo lea, y el camino llega a buen puerto cuando, además de le generosidad de apartar unos minutos a lo que en esta columna se bosqueja, se dedica más tiempo a comentar lo dicho, criticarlo o sugerir otras pistas. Escribir, cuando esto ocurre, es uno de los caminos más interesantes para aprender y vereda segura para aceptar los límites de lo que nos es dado conocer en nuestra circunstancia, siempre limitada.

“Profe Gil: leímos su artículo sobre la idea de la Prepa y queremos decirle cómo vemos las cosas desde la práctica de un Bachillerato en nuestra ciudad. Mire, para decirlo en breve, nos toca un trabajo que no se nota ni se dice, pero que puede completar lo que ha propuesto sobre la educación media superior: nos dedicamos a “bachear”. Recibimos a estudiantes que han terminado la educación básica, y cuando tratamos de iniciar lo que indican los programas en nuestro nivel de estudios, topamos con un camino lleno de agujeros, a veces socavones y, en no pocos casos, deslaves que impiden el paso a lo que hemos de enseñar. ¿Y qué le vamos a hacer? Pues no hay más remedio, si se tiene un compromiso con ellos, que tratar de taparlos —como seguro ha visto en las calles de su barrio— o intentar despejar la carretera sin contar con maquinaria adecuada: a pura pala y cargando las piedras como podamos para que haya paso”.

“¿Cómo le entramos a los cursos de cálculo si el álgebra les parece física cuántica? Batallan para entender lo que es un porcentaje, y hacer una división es, desde sus carencias, cosa de premios Nobel. Si el curso necesita un nivel de lectura de comprensión desarrollado, ¿qué se le va a hacer si en un texto sencillo no tienen modo de advertir las ideas más importantes? No vaya a usted a creer que así pasa con todas y todos, pero acá le inmensa mayoría se encuentra en esas condiciones, a pesar de su certificado”.

“No da tiempo de bachear lo indispensable y avanzar lo previsto en las materias. Hemos organizado clases en las tardes para enseñar a poner acentos (porque si de leer andan mal, de escribir peor), y vemos el socavón: las palabas agudas llevan tilde si sílaba tónica, la que suena más fuerte, termina en vocal o en solo dos consonantes, la n y la s. Café, camión, sufrí, adiós. Maestra: ¿qué es una sílaba? Ahora sí que, como se dice acá en nuestra tierra beisbolera: contra la base por bolas no hay defensa… Saludos”

Desde una mirada ajena a la práctica cotidiana de muchas escuelas, la Prepa puede verse como un largo propedéutico camino a la universidad, sin contenido propio. A partir de la mirada de quienes cada día le entran con ahínco a sus labores, parece que es un lapso para remediar lo que, en la educación básica, por múltiples razones —entre las que manda la desigualdad de condiciones sociales y escolares— no se consiguió.

Si queremos que la educación media mejore y tenga objetivos propios, es necesario pensar que no será posible si solo es un puente a lo que sigue para una minoría, o es un espacio en que se intenta resolver las fallas de los niveles previos para la mayoría.

En otras palabras, si de mejorar en serio este tramo educativo se trata, es preciso atender a los precedentes. Las becas no bastan, sin que sobren. Y el aumento de la matrícula universitaria se agotará, en muchos casos, en el acceso a un pupitre, pero no al conocimiento.

Gracias, colegas, por su mirada desde las aulas. Ojalá su parecer llegue a las oficinas de la SEP y sepan escucharlo. Más nos vale.

Profesor del Centro de Estudios Sociológicos de
El Colegio de México
mgil@colmex.mx
@ManuelGilAnton

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