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Hueso duro de roer: Las Prácticas Escolares ante un nuevo enfoque para la formación docente

by Pluma Invitada
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Dr. Luis Enrique Alcántar Valenzuela*

La expresión coloquial: “hueso duro de roer”, por lo regular se utiliza en español para describir una situación difícil de resolver o una persona que es difícil de convencer o manejar. Equivale a decir que algo: una cosa, un proceso, una tarea, un hecho; es un desafío considerable o que alguien es muy tenaz y obstinado. Que no cede, que no cambia tan fácilmente. En una extensión de aplicación de este adagio, por ejemplo, podría decirse que un problema complejo en el trabajo es “un hueso duro de roer” o que un adversario en una negociación es “un hueso duro de roer” porque no cede fácilmente. En el plano de la osamenta de los seres vivos vertebrados, se poseen algunos huesos que son muy difíciles de penetrar.

Son por tanto huesos duros de roer; como el fémur de nuestras piernas. Pues mire usted, algo así sucede con los procesos y hechos de las escuelas, con sus maestros, maestras y con los mismos resultados de aprendizaje obtenidos por los escolares. Resultados, que además otorgan una radiografía genérica del sistema educativo de una nación. Incluso publican un ranking en las competencias entre países o estados/provincias de una nación, para enterar al mundo, de quién es el mejor con sus estudiantes, cuando se trata de aplicar/usar lo que aprendieron en las escuelas.

Empiezo con la unión de este adagio, sus significados y lo que pretende esta pequeña narrativa que busca ser, antes que educativa, dialogante.

Las prácticas pedagógicas de las maestras y los maestros, lo que ellos, ellas expresan discursivamente de sus mismas prácticas; históricamente enseñan/demuestran, que éstas no cambian en su esencia. Solo por discursos, buenas intenciones o despliegue de voluntarismos a la mexicana. Estas prácticas profesionales como un objeto del deseo, para ser cambiadas/transformadas, no se modifican porque de repente se haya impuesto o declarado otro modelo o enfoque, para precisamente formar a los docentes en el servicio educativo. 

Son estas sus prácticas, rutinas, discursos, y por qué no decir sus resultados educativos: huesos muy difíciles de roer, no tanto porque no se les puedan taladrar o sacudir para mover sus esencias. Si no porque, quizás no se han diseñado los programas y acciones que realmente conecten con sus problemáticas reales y sentidas. Además de que estos asuntos programáticos realmente tengan compromiso con el magisterio, en términos de continuidad y apoyo concretos.

El asunto central aquí es, que se fue demasiado lento o se tardó bastante la comprensión pedagógica, en develar cómo ciertos sujetos particulares se convierten en profesionales de la docencia o la enseñanza. Para que basados en ese esclarecimiento de esos saberes profesionales y el proceso de comprensión profunda de cómo se van forman los profesores, poder lograr diseñar una actuación o intervención sistemática. En atención a esos caminos o trayectorias por ellos/as descritas. Cuando se habla de retraso en el entendimiento pedagógico de la profesión docente, es porque ésta casi siempre se le ha descuartizado o fragmentado y poco, muy pocas veces se le ha visto, conceptualizada en forma más integrada.

A los procesos de formación continua de los profesores, se le han hecho cientos de remiendos o retacerías externas, que a veces no se han podido zurcir adecuadamente. Quizás el Frankenstein, como tipo ideal weberiano del ser docente, queda aún lejano, y decir esto, no es conformismo, ni fatalismo; sino realidad real expresada de diferentes formas en su sistema educativo estatal, en sus escuelas, es sus propios maestros y maestras en concreto.

Hoy en día, con el Enfoque de Formación Docente Situado, que desde MEJOREDU se viene delimitando, conceptualizando y trabajando; sucede algo quizás similar. Por ejemplo: primero sobre la referida Comisión en cuestión, uno se puede preguntar ¿Quién conoce a MEJOREDU?, ¿qué hace MEJOREDU?, ¿saben los profesores y las profesoras que existe MEJOREDU?, ¿a qué se dedica?, ¿les hacen caso a sus propuestas?, ¿cómo las asumen? ¿es lo mismo que la SEP o es diferente? o ¿de qué se tratan las labores centrales de MEJOREDU?

Ahora, sobre el Enfoque de Formación Docente Situado, que se impulsa en la actualidad, el cual se está socializando con cierta periodicidad. Es de reconoce la existencia de ciertos esfuerzos institucionales para comunicarlo. Tal vez, donde más se conozca y discuta este Enfoque de Formación Docente, sea entre las mismas unidades la MEJOREDU, la OEA, la UPN, algunas universidades autónomas consultadas, la SEP y grupos de investigadores educativos. Que puede decirse, es el nivel de la estratósfera educativa. Nivel muy alejado de las tierras desérticas, montañosas, fértiles y arenosas del México total. Incluso a nivel del funcionariado en la SEP federalizada, poco se ha asumido como tarea de primerísimo nivel.

A este enfoque que se le nombra o se le denomina, aún no se le comprende, no se le dimensiona en sus alcances, y lo más grave ante el inminente cierre del sexenio gubernamental; se le está empujando al probable panteón sexenal, donde se entierran casi todo lo que huele a sexenios ya pasados. Aunque aclaro, estas iniciativas pedagógicas, de hecho pueden contener un alto valor educativo. Pero… no importa, tiene el olor y la mancha del sexenio anterior; por tanto, aplíquese la extremaunción.

En continuidad con la metáfora del “hueso duro roer”. Si un hueso es duro de roer, uno supone que se requiere coordinar/articular esfuerzos de inteligencias, energías y técnicas para mover algo de ese hueso, o de eso tan sólidamente calcificado. Hay que señalarlo categóricamente, si las diferentes instituciones o instancias, ocupadas de los procesos de formación continua de docentes y de su desarrollo profesional; quieren en verdad movilizar/mover/sacudir los huesos difíciles, conformados por múltiples historias en las prácticas docentes. Esos huesos edificados por sus profesores, con sus creencias, saberes, experiencias, conocimientos, desesperos, filias, fobias, etcétera. Edificados gracias a sus resultados educativos, a las separaciones vividas entre las escuelas y las comunidades de pertenencia. Pero si lo quieren hacer, solo con sus cuchillos, solo con sus técnicas, y con sus procedimientos. En efecto, sí los moverán; pero será un movimiento pírrico. Casi nada de ese movimiento les llegará a esos huesos. Es probable que sea solo alguna pequeña sacudida.

Algún airecito, que les haga ventilar sus aromas, pero no se logrará sacudir sus esencias o las sabias del saber y del conocimiento, de la cual se alimentan todos aquellos que acuden a él.

Entonces, el proceso de diseñar Programas de Formación Continua y Desarrollo Profesional en las entidades federativas, con un nuevo enfoque de formación, con un marco normativo renovado, pero con las mismas estructuras institucionales, con el mismo personal (a veces sin perfiles pedagógicos adecuados, o con equipos de formación docente totalmente disminuidos), con la misma pesadez burocrática; hacen que las tareas o técnicas requeridas para el desarrollo de esos programas. Primero se diluyan y fragmenten. En segundo, se convierta en una acción de concentración, operada por una o dos personas en lo referido a su proceso de elaboración. Y así con esas prácticas y esas rutinas, que resultan ser muy familiares, así señoras y señores, el hueso seguirá siendo muy difícil de roer.

Casi todo mundo, en las instancias estatales, por ejemplo, de la Secretaría de Educación Pública y Cultura le tira a roer este hueso: los programas federales existentes, las mismas direcciones de los diferentes niveles educativos, los departamentos de modalidades educativas. Pero este tirar, es un tirar/apuntar en aislamiento, de forma fragmentada porque se parte de por lo menos dos ideas erróneas, pero que quizás sean más. Idea número uno: “…yo tengo la solución ante las carencias formativas de los profesores y las profesoras…” Idea número 2: “…como el presupuesto es de mi área, de mi nivel, yo y solo yo decido, sin el concurso de nadie más en cómo gastarlo y en qué gastarlo…”

Este hueso duro roer ha sido tan difícil de mover, que aún en el Estado de Sinaloa, no se ha podido concebir, discutir, diseñar y operar un programa de formación continua bajo Los criterios y orientaciones de la MEJOREDU, así como de los referentes marcados por la Dirección General de Formación Continua a Docentes y Directivos. Es justo reconocer que sí se tienen avances en algunos de sus elementos estructurales. El problema operativo es que se abandona su diseño y su escritura. Se abandonan sus rutas de elaboración: a) Por exceso de tareas en el SEFOC. b) Por no poder contar con un equipo de asesores técnico pedagógicos más amplio, para que incida en su escritura y discusión con otros colegas. c). Por no poder integrar a otros colegas al diálogo constructivo, en referencia al programa. e) Porque tal vez nuestras autoridades superiores, aún no han dimensionado los alcances de este tipo de programas destinados a la formación continua de los profesores y profesoras sinaloenses. Un hueso duro de roer, sería iluso pensar que se mueve en el vacío o en una esfera protegida de otras influencias. No, para nada. Los huesos referidos, son huesos alimentados/articulados con realidades socioculturales y económicas concretas, parecidas y diferentes a la vez. Por eso, si a esos huesos duros de roer le seguimos quitando los excesos, sus grasas, sus nervios, cartílagos, con cuchillos, serruchos, y máquinas de cortar oxidadas, molachas, sin cargas adecuadas de electricidad; es seguro, que solo se les va a fracturar y a lastimar a los portadores de esos huesos duros. Es seguro, que con ese accionar se levantará, sí mucho polvo, mucho ruido; pero seguirá poco susceptible a cambios verdaderos. No cimbrarán, insisto, la médula esencial que les conforma.

Tanto la concepción de un nuevo enfoque de formación continua de docentes, su difusión, junto con el mismo diseño de los programas de formación y sus necesarios procesos de apropiación, requieren una revisión a fondo de la maquinaria operativa con la que se dispone.

No se diga de la revisión documentada de los sujetos profesionales que lo implementarán. Si no tiene efecto una revisión crítica de las estructuras, funciones y recursos humanos con que se implementará y socializar este nuevo enfoque para la formación continua situada y si no se actúa en consecuencia con cambios, reestructuraciones, eliminaciones, mudanzas de equipos y personas. Si no se tienen más recursos humanos formados para lo que se requiere impulsar, si no se tienen más recursos presupuestales: el enfoque de la formación docente situada puede quedar en el Topus Uranus y por tanto no bajar a las realidades escolares en donde se ubica a ese hueso duro de roer. La misión de MEJOREDU, junto con la SEP y los organismos aliados cobrará cauce hacia las escuelas y sus profesores solo cuando la coordinación y vinculación entre ellos empiece a cobrar presencia en la realidad de las escuelas y las compuertas que tapan esos cauces de ida y vuelta, de verdad se retroalimentan entre sí.

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