…Tampoco nadie sabe cuánto tardan los sueños / en ponerse intratables y amarillos,
en decir la verdad de sus mentiras, / en doler por los muebles de la casa / tropezando con
todo y rompiendo las copas.
Cuando expulsé los sueños/ para no traicionar la realidad,
conocía su herida, / el peso de la noche y su presencia,
pero no calculaba su vacío….
…Resistimos así el paso de los años. / Convivo con mis sueños,
pero en habitaciones separadas.
Luis García Montero. Es bueno convivir con nuestros sueños, pero en habitaciones separadas
Como muchos ciudadanos de este país saben, en las semanas recientes se publicaron los resultados de la prueba PISA, aplicada por la OCDE en el año 2022 en lugar del 2021 que era el año que correspondía, debido a la situación de confinamiento provocada por la pandemia.
A partir de su publicación y de los resultados muy poco favorables obtenidos por los estudiantes mexicanos en comparación con el resto de los 81 participantes, 73 de ellos países y 18 que no son reconocidos universalmente como tales. Desde artículos académicos serios como el de Felipe Martínez Rizo publicado en Nexos (1) -del que tomo la numeralia aquí escrita y algunas consideraciones analíticas generales- y otros de académicos reconocidos en el campo de la evaluación y las políticas educativas- hasta declaraciones políticas y posts muy poco fundamentados en las redes sociales.
Mis cinco lectores saben también que yo no soy experto en esos campos, es decir, no trabajo en evaluación ni en políticas educativas; sin embargo, considero que es relevante hacer algunas reflexiones más que respecto al resultado en sí, a las reacciones de esta sociedad polarizada en la que vivimos, que necesita más luz y menos calor, más análisis y menos militancia, más sustento y menos adjetivos.
En primer lugar, es indispensable matizar la valoración que se hace social, periodística y políticamente de los datos obtenidos de la prueba. Ya hace años una funcionaria del extinto INEE reprobaba la difusión de los resultados como si se tratase de la tabla de posiciones de un torneo de futbol o del medallero olímpico y lo reitera en su artículo Martínez Rizo con mucho acierto.
En efecto, se trata de ubicar la prueba en su contexto y no absolutizarla ni descalificarla de entrada ni volver una tragedia nacional el resultado obtenido que está por debajo del promedio de la OCDE y de los resultados de muchos países. Lo que PISA aporta, como toda prueba estandarizada, es el producto de la medición de algunas habilidades básicas de razonamiento matemático, lectoescritura y pensamiento científico básico que son fundamentales para poder tener un empleo digno y un desempeño laboral que permita aspirar a un nivel de vida digno. Nada más, pero nada menos que eso.
Lo anterior implica también evitar y cuestionar críticamente el uso periodístico amarillista y el manejo político partidista que se hace de estos resultados, que resulta igualmente reprobable entre quienes se rasgan las vestiduras diciendo que estamos ante una tragedia educativa y somos el peor sistema educativo del mundo o entre quienes se deshacen en descalificaciones de la prueba desdeñando lo que aporta con el pretexto de que se trata de una prueba de corte neoliberal, economicista, colonialista y perverso: aquí pueden añadir todos los adjetivos negativos que se les ocurran.
Por un lado, como afirma Martínez Rizo en su excelente análisis, no somos de los peores sistemas educativos y aunque tenemos enormes deficiencias que trabajar, estamos más o menos en un nivel medio que es explicable por las enormes desigualdades sociales y la complicada dimensión y diversidad geográfica y cultural que caracteriza a nuestro país.
Desde otro ángulo, también afirma el autor antes citado, no se trata de algo atribuible al gobierno actual o a los anteriores del color que hayan sido, sino de un problema sistémico e histórico en el que hay que seguir trabajando fuertemente.
Además de ello, como señala el mismo artículo citado, la pandemia afectó en diferente medida a los diversos países y como era previsible, afectó más a los países menos privilegiados y con mayores desigualdades socioeconómicas como el nuestro. Además de ello, resulta meritorio según este artículo, haber aumentado el número de estudiantes de quince años en la escuela sin bajar el nivel que históricamente teníamos.
Finalmente, Martínez Rizo señala dos problemas persistentes que hay que tomar muy en serio si queremos mejorar nuestra educación: Muchos alumnos debajo del Nivel 2 indican que no están preparados para una vida plena en una economía avanzada y una democracia madura y muy pocos estudiantes en los Niveles 5 y 6 indican que no se está formando bien a los que deberán ocupar puestos de alta responsabilidad, las élites del México futuro.
El autor concluye que: “Un superficial vistazo a los dos volúmenes de resultados de PISA 2022 recién difundidos muestra abundante información de rasgos y políticas de los sistemas que mejor resistieron la pandemia (resilientes), así como de los más afectados. Autoridades y personas interesadas en educación deberán aprovechar esa rica información, en vez de rasgarse las vestiduras por el lugar que México ocupe en los ordenamientos”.
El mensaje central de este artículo es totalmente coincidente con esta conclusión: los periodistas, políticos, académicos y ciudadanos de oposición al gobierno actual se rasgan las vestiduras exagerando los malos resultados de la prueba y absolutizando lo que significan, desde su sueño de que seamos “como Finlandia” –que, aunque ya no está entre los mejores, sigue siendo el referente en la narrativa general-.
Mientras tanto, los actores afines al gobierno actual que creen ingenuamente en que se está transformando al país, se envuelven en la bandera nacional y se tiran de la torre más alta de su Castillo de Chapultepec imaginario, descalificando la prueba y negando la realidad evidente de los enormes retos que tenemos que enfrentar como sistema educativo nacional y que pruebas como ésta, bien leídas, matizadas y analizadas, pueden ayudar para generar pautas de política educativa para la mejora continua. Encerrados en sus sueños de la utopía que les vendió la narrativa oficial, son incapaces de valorar lo que estos resultados valen y todo el provecho que puede obtenerse de ellos si se leen bien.
Pero los sueños llegan en algún momento a ponerse “intratables y amarillos y empiezan a decir la verdad de sus mentiras…” por eso hay que expulsarlos o dejarlos de lado para no traicionar la realidad a pesar de la herida y el peso de la noche y el vacío que trae consigo. Esta es la única forma de resistir proactivamente el paso de los años y seguir buscando transformar la realidad injusta y deficiente de nuestra educación nacional: seguir conviviendo con nuestros sueños, pero en habitaciones separadas.
Con este artículo despido el 2023, agradeciendo a e-consulta el espacio que me brinda semanalmente y deseando a todo el equipo y a mis cinco lectores una muy feliz Navidad y un excelente año 2024. Espero que nos reencontremos en estas páginas virtuales el lunes 15 de enero.
(1) Se puede consultar este artículo en:
https://educacion.nexos.com.mx/que-dice-pisa-2022-sobre-mexico/
Texto publicado originalmente en e-consulta