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La Batalla de los Libros (de Texto)

by Pluma Invitada
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Guillermo López Franco

Casi todos conocemos al escritor Jonathan Swift gracias a las diferentes versiones de su famosa historia “Los Viajes de Gulliver”. Sin embargo, quizá deberíamos hojear su historia “La Batalla de los Libros”. En ella, Swift nos cuenta que los libros de una biblioteca empiezan a pelear para ver quién debía estar en los estantes más altos. Por un lado, estaban los libros de cultura clásica y en el otro estaban las obras de los autores de poesía y ciencia moderna.

Ahora estamos presenciando una nueva batalla, la que rodea a la publicación, impresión y distribución de los nuevos libros de texto. Aquí la batalla ha sido a base de declaraciones, conferencias, redes sociales, desplegados y artículos periodísticos, pero parece mantener la estructura de Swift, los viejos libros contra los que fueron elaborados en el marco de la Nueva Escuela Mexicana.

Para el público quizá sea un poco difícil entender a qué bando deberían apoyar o cuál es la verdad sobre la calidad de los libros de texto. A continuación, propongo algunas orientaciones para comprender qué sucede en el campo de batalla.

Lo primero es comprender que ahora los libros de texto fueron elaborados por docentes y trabajadores de la educación que fueron invitados a participar en talleres para elaborar los libros. Fue un ejercicio muy valioso el organizado por la Secretaría de Educación Pública (SEP). Sin embargo, algunos maestros han alegado que criticar a los libros es denigrar su trabajo y profesión. Completamente falso, un análisis serio es necesario.

Los nuevos libros no están diseñados por materias porque la idea era tener un aprendizaje integral basado en proyectos. Esto no es desconocido para el sistema educativo mexicano y no es una mala idea en sí misma. El problema es que, al juntar todas las lecciones de cada asignatura en un solo libro, las versiones que conocemos para cada grado sólo cuentan con algunas cápsulas de diferentes disciplinas. El caso más preocupante es el de las matemáticas. En breve, al querer integrar todos los contenidos, se dejaron de lado contenidos específicos esenciales. Existe un serio debate sobre la idoneidad de este modelo y sobre la coherencia entre los aprendizajes de cada nivel.

Otra crítica es el de los numerosos errores que han sido identificados y comentados en redes. Es necesario aclarar que en los libros de texto se encuentran apartados valiosos y bien hechos, pero no es posible que en la página siguiente se presente otra cápsula de calidad muy inferior en contenido y diseño. Lo que sucede es que no han sido dados a conocer al público los dictámenes o los resultados de los comités de evaluación para aceptar las propuestas recibidas, así que no conocemos los criterios utilizados para la edición del material. La SEP tampoco ha presentado de forma oficial y pública los libros. Hay que pedirlos o descargarlos en grupos de WhatsApp integrados por docentes La falta de transparencia de la SEP ha sido pasmosa.

Es esta opacidad lo que motivó a las acciones legales. De acuerdo con la Ley General de Educación, la SEP debía primero publicar los planes de estudio de educación básica y luego elaborar y publicar los libros de texto. Esto no ocurrió así. Primero aparecieron los libros y los planes de estudio aún no son publicados. Esto fue el abono perfecto para que amparos promovidos por organizaciones como Educación con Rumbo o la Unión Nacional de Padres de Familia prosperaran. La SEP está obligada a seguir los procedimientos legales y, al no hacerlo, los tribunales han encontrado razones para suspender la distribución de los libros hasta que no se pasen por el proceso de revisión contemplado en la ley. Hasta ahora, las autoridades federales se resisten a acatar la decisión y la pugna legal continua.

Y aquí es donde caemos en la batalla política. El gobierno federal, los legisladores y los gobernadores afiliados a MORENA han defendido a ultranza la distribución de los libros y han descalificado por sistema a cualquier crítico como “conservador” o “neoliberal”. Por otra parte, adversarios políticos del gobierno han hablado de comunismo y adoctrinamiento. Algunos gobiernos estatales han detenido la distribución y la Coordinadora Nacional de los Trabajadores de la Educación (CNTE) en Oaxaca declaró que no usarían los libros. La batalla política está subiendo de estridencia.

Y lo esencial queda de lado. México es un país con una larga historia de rezago educativo y deficiencia de aprendizajes. Hemos tenido logros, como ampliar la cobertura de educación primaria, pero seguimos sin ofrecer la garantía de que los estudiantes cuenten con los aprendizajes mínimos necesarios en lectoescritura, ciencias y matemáticas. La pandemia y el excesivamente largo cierre de escuelas sólo agravó la situación y aún no existe una estrategia de la SEP para remediarla. La batalla de los libros continuará en la arena pedagógica, en la de los medios, en la de los juzgados y en la de la política. Para lo que parece que no hay tiempo es para la educación de calidad que tantas veces se ha prometido y que sigue sin cumplirse a cabalidad. Esperemos que la batalla de los libros de texto no sea una reyerta más en el sistema educativo nacional y que se alcancen los aprendizajes que los niños y jóvenes mexicanos merecen.

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